FRUITS BASKET S2: UN ABRAZO PRIMAVERAL

Óscar Martínez 15 abril, 2020

Son días difíciles. Y lo son para todos. La soledad, la ansiedad, el nerviosismo y, especialmente, el miedo, se hacen más sitio ahora que nunca en nuestra mente, amenazando con robar ese espacio a otros sentimientos y sensaciones que nos ocupaban antes. Las razones son muchas, a veces demasiadas y cuesta negar el hecho de haberse visto afligido por ellas en algún momento.

Y es que no es momento de negarse, sino de brindar apoyo mútuo y abrirse —lo dice una persona con ciertas dificultades para ello— y compartir los pequeños momentos, los pequeños detalles que nos ayudan a salir adelante. No importa si es un juego, una película, quizás un recuerdo o el pasar páginas de un libro. En nuestro caso, hay optimismo ante la primavera. Hay nuevas obras, algunas de remarcado carácter animal, de las que disfrutar. Nuevas obras de las que hablar y, sobretodo, nuevos momentos que compartir.

Una primavera marcada por Fruits Basket

De entre ellas, lo digo sin dudar un instante, hay una que, a mis ojos, brilla con una fuerza especial. Casi como si de un abrazo primaveral se tratase. Porque Tohru y compañía están de vuelta con una dosis de ternura y positividad que siente tanto como, al menos en mi caso, se hace sentir la primavera. Un tierno descanso que no solo simboliza el cambio de estación, sino que trae de vuelta gran parte de todo lo que el frío se ha llevado consigo mismo.

Un remanso de calma que se convierte, en cierta forma, en un perfecto bastón donde apoyarse y caminar el tiempo que haga falta. Casi como si de un hombro cercano se tratase, siempre dispuesto a dejar sitio a quienes necesitan pararse a descansar, a recuperarse, antes de seguir caminando.

Porque, ante todo, Fruits Basket es una obra cálida y amable. Pero no por ello ignora la realidad. Una realidad que siempre se encuentra presente y que hace las veces de cimientos de ese trato capaz de endulzar y alegrar el día. No hay una sin la otra y la obra no escapa al drama, sino que lo ilustra y enmarca, para luego definirlo como parte del día a día y convertirlo en lo que es: una parte de nosotros.

Es una visión especialmente optimista, sin duda, pero no por ello una versión equívoca. Fruits Basket cree en si misma. Tohru cree en si misma. Y eso no significa que, incluso en esas condiciones, podamos —como sus personajes— caer. Lo que importa y hace brillar sus líneas es no solo la caída, sino el ser capaz de levantarse. De tender la mano a otros y de aceptar también la ajena para dar el siguiente paso.

Lo que hay tras la ansiedad

Y así lo ilustra, de forma perfecta, el segundo capítulo de esta nueva temporada. Porque muestra una vez más que una sonrisa sincera nunca es una sonrisa sin conocer el sufrimiento. Es en ese punto en el que sus personajes lo comprenden, donde sus escenas se convierten en algo prácticamente terapeútico. En ese punto donde Tohru sucumbe a la ansiedad pero Kyo está ahí para animarla y Shigure, intervención mediante, ilustra una metáfora de la ansiedad para resumir, en pocas palabras, que es importante pensar en el futuro y saber cuando necesitamos parar y tomar un descanso. Desconectar.

Es parte de sí misma. Parte de la mística de Fruits Basket, de aquello que la hace especial. Porque todos, en la familia Soma, tienen algo que les arrastra al abismo. Porque Tohru también lo tiene —todos lo tenemos. Pero lo importante es que ellos salen adelante. Y lejos de ilustrarlo como un mensaje de positivismo ciego, su mensaje es el de la fuerza ante la adversidad. El esfuerzo, la lucha y la capacidad para abrir y confiar en otros.

Son días difíciles. Y lo son para todos. Pero saldremos. Y si estos momentos te atenazan, aunque solo sea un pequeño respiro, el eco de un paso en un largo camino, es posible que Fruits Basket sea ese abrazo primaveral que aleje a la ansiedad.