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BIBLIOTECA: QUÉ DIFÍCIL ES EL AMOR PARA UN OTAKU #1

El amor siempre ha sido un sentimiento difícil de entender. Independientemente del género, la posición, la época o cualquier otro concepto relativo al enamoramiento. El porqué sentimos y lo que sentimos suele ser algo ajeno a nuestro control y conocimiento. Simplemente ocurre. Un concepto por fuerza romántico que se antoja tan tierno y cálido como frío y punzante.

Porque el amor siempre se encuentra enmarcado entre cientos de agujas; a veces difíciles de esquivar. Este es el punto principal sobre el que gira Qué difícil es el amor para un otaku. Una nueva entrega por parte de ECC Ediciones que apuesta por hablar, de nuevo, de cómo nos afecta este sentimiento. Pero también de cómo lo hace en un contexto identificador, que pretende trasladar una imagen cotidiana del público por el que aboga y representarla bajo su tinta.

El concepto de la obra es extremadamente simple. Fujita, su autora, traza un slice of life que pretende, en otras palabras, descubrirnos a nosotros mismos a través de sus propias palabras y escenas. Es un contexto especialmente cercano, que no reinventa el género pero que denota un trato tan personal como cariñoso. El mismo punto del que partía Mi experiencia lesbiana con la soledad, de Kabi Nagata —y es que comparten historia tras sus obras, comenzando ambas a publicar a través de Pixiv— y que, de nuevo, indica esa implicación personal que parece hablarte cara a cara.

Aunque no deja de ser una mera curiosidad es sumamente importante para el desarrollo de la obra. Destaca ese minimalismo; la idea de que todos sus personajes no son ideas sino personas reales. Inspirados en amigos y familiares, los actores y actrices de Qué difícil es el amor para un otaku destacan parte de esa realidad. De los contextos sociales actuales; de los manierismos personales de cada uno. Un plantel que no se encuentra ideado para la obra, sino que es el eje sobre el que se construye la escena.

Una, de nuevo, simple. No necesita más. Su historia nos muestras las aventuras y desventuras de Narumi y Hirotaka, dos antiguos amigos que se reencuentran en las oficinas donde trabajan. A ellos se suman Hanako y Taro, compañeros de ambos y contraparte romántica en la historia que traza la obra. Un término que no acaba de encajar con lo que Fujita representa en ella. Porque no es tanto una historia como un día a día.

Si hay una forma de definir su escena esa sería, posiblemente, sketches. Sin dejar de lado su propia línea temporal, Qué difícil es el amor para un otaku sabe que nuestra vida es más que un punto de partida y uno de llegada. Es, a su vez, todas las pequeñas paradas que realizamos en el camino. Y por su estructura se presenta pausada, repleta de pequeñas escenas que nos muestran momentos cotidianos tan simples como ver a Narumi y Hirotaka jugando a Monster Hunter al inicio del volumen.

Una visión introspectiva que habla de cómo son —y de cómo somos— realmente. Porque la particularidad de la obra, el hecho de que esté inspirada en cuatro otakus, es precisamente el trazar un arco alrededor de ese concepto. Narumi, por ejemplo, evita mostrar sus gustos en público por el miedo al qué dirán. Sin embargo Hirotaka no teme lo más mínimo en mostrarse como es realmente. Pero son esas pequeñas escenas donde ellos pueden ser. Más allá de temores, de conveniencias sociales, se escogen las pequeñas escenas por el intimismo que representan. Porque esa conversación de mesa a mesa o el breve descanso tras el trabajo no es menos importante por el hecho de ser menos remarcable.

Juega sus cartas de forma similar a como lo hace Horimiya, explorando la idea del marginado. Pero más allá de esa ansiedad social que comporta el que alguien vislumbre nuestra verdadera imagen, Fujita lo convierte en un punto introspectivo en el que relatar parte de su personalidad. Y es que a lo largo de este primer volumen nos encontramos más páginas marcadas como “historias extra” que la propia línea principal. Desconozco si se extenderá así a lo largo del resto de entregas, pero se convierte en una perfecta toma de contacto. Porque más allá de mostrarnos una evolución sus páginas nos muestran quién son realmente. Sin necesidad de esperas ni de avances, solo mostrando diferentes enfoques de su día a día.

Una apelación recursiva que, sin embargo, no llega a hacerse pesada. Pese a todo, el amor sigue siendo difícil. Seas otaku o no. Y es ese el verdadero punto central de la obra. Un punto de vista que les observa como personas, que ignora sus diferencias e igualdades para rebajarles al mínimo común exponente y destapar una de las verdades más extendidas del mundo. Y es tan simple como su propio título indica. Que el amor es difícil. Que somos torpes por naturaleza y cometemos errores. Pero también que aprendemos de ellos.

«No estoy contigo porque seas una otaku. Es así porque cuando haces algo que te encanta me gustas muchísimo.»

El mayor exponente de Qué difícil es el amor para un otaku #1 es precisamente su mínima complejidad. No necesita complicar más el romanticismo. El amor ya es difícil de por sí. Pero hace un excelente trabajo al poner su cámara en el punto más cercano posible y observar como sus personajes se relacionan entre ellos. Es una obra difícil de describir con palabras. Cálida, cercana. De una monotonía envolvente y una gracia especialmente pensada para sus propios lectores —repleta de referencias al medio, por supuesto. Una propuesta que nos invita a formar parte de su mundo, a vernos reflejados en sus páginas y perdernos entre sus viñetas.

Qué difícil es el amor para un otaku #1 se compone de 128 páginas en blanco y negro, diez de las cuáles llegan de forma exclusiva en color para presentar su historia. La obra se presenta en formato rústica con sobrecubierta. Tras ella aguarda una lograda edición que presenta el volumen con un formato de cuaderno con una pincelada humilde que le sienta especialmente bien. Además, el logo y otros detalles de la sobrecubierta tienen un efecto UVI brillante sobre el acabado mate de su textura.

Sobre su portada encontramos a la pareja principal de la obra, Narumi y Hirotaka ocupan cada uno de los laterales del manga, respetando el diseño original japonés y sirviendo de representación de sus diferencias y el cómo les unen. Por otro lado, la traducción del volumen corre a cargo de Olinda Cordukes Salleras. Un trabajo impecable que respeta la terminología empleada en la obra y se asegura de apuntar cada referencia en las anotaciones de la página.

Óscar Martínez

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2 COMENTARIOS

  1. Siempre es un deleite leer tus recomendaciones Óscar, hace poco termine de verme el anime y estaba pensando si valía la pena pasarme al manga, ahora ya tengo mi respuesta. De nuevo me maravillas con tu prosa y picas mi curiosidad para meterme en una nueva versión de una historia que creí no podría gustarme más. Mil gracias por la recomendación, a veces algo fantasma pero siempre estoy pendiente de tus nuevas publicaciones, suelen ser mi punto de partida para lo primero que debo ver en mi lista, tengo en muy alta estima tus opiniones y no puedo más que agradecerte por siempre deleitarme con tan increíbles recomendaciones.

    • De verdad que no sé como responder a un comentario así. Llevo ya un rato escribiendo y borrando así que voy a ir por lo simple y sentido y darte unas enormes gracias por todo, leer, comentar y tenerme en tan alta estima. Yo todavía tengo el anime pendiente (llevo un capítulo solo) pero por lo pronto he disfrutado más del manga que de la adaptación. Espero que lo disfrutes también. De nuevo, ¡muchas gracias por el apoyo!

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Escribo más que duermo. Ávido lector de manga y entusiasta de la animación japonesa. Hablo sobre ello en mi tiempo libre.