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Reseña de Crimen Perfecto (Funouhan) #1 destacada - el palomitron
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BIBLIOTECA: CRIMEN PERFECTO #1

La hipnosis siempre ha sido un concepto asociado a cierto misticismo, a cierto halo esotérico en el que aquel que la practica parece vestirse con los hábitos de alguien que practica la magia y que tiene a completa merced al hipnotizado, como si de una víctima se tratase. Esto no es más que un mito, otro de tantos, pues está comprobado que nunca a través de esta práctica se puede hacer que alguien actúe en contra de su voluntad. Poco a poco este fenómeno psicológico se ha ido distanciando de esa anticuada visión para ser meticulosamente estudiado y, de paso, otorgar cierta credibilidad y veracidad a una práctica que, pese a no afectar a todos de la misma manera, sí se ha llegado a considerar beneficiosa para según qué terapias.

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La sugestión es un término intrínseco a la hipnosis que podría definirse como el proceso psicológico que permite la manipulación mental a través de una serie de técnicas. Se trata de la capacidad para orientar o conducir ideas, emociones o conductas humanas, llegando a cambiar la percepción que tenemos de nuestra realidad. Se trata de un “juego” de manipulación, pero que no tiene porqué asociarse únicamente a un cariz peyorativo. De igual forma que los medios de comunicación manipulan y crean consumidores que ansían la satisfacción de necesidades que son impuestas, también es menester mencionar la influencia positiva que estas técnicas ejercen en terapias de cara a la superación de ciertos trastornos psicológicos. La obra de Arata Miyatsuki y Yuka Kanzaki se nutre de esta sugestión para moldear a su protagonista —y asesino—, la adecúa al tono oscuro de su ficción y la moldea como arma invisible. Se sirve de los efectos placebo —cuando algo sin un componente farmacológico tiene un efecto positivo en la salud— y nocebo —cuando piensas que algo te va a hacer daño y realmente te lo hace— para confeccionar un tétrico espectáculo que pone en jaque la moral humana

Tadashi Usobuki es un asesino. La policía sabe que lo es, pero no puede demostrarlo. No deja ni una sola pista, ni un solo rastro. Tampoco hay testigos. Siempre comete el crimen perfecto. Usobuki emplea algo intangible como arma, una cuya munición es variable: a veces es amor, otras son celos, egoísmo o venganza, pero siempre son los sentimientos de terceros. Entre la veintena y la treintena de edad, acostumbra a vestir un elegante traje oscuro que hace juego con su pelo azabache y contrasta con su pálida tez. Tan misterioso como atractivo, el hombre de las pupilas rojas posee un rostro frívolo que denota su carencia absoluta de empatía para con el ser humano. Es despiadado, pero de manera sutil, elegante. Se sumerge en las angustiosas aguas de la ambigua moral humana como quien aguanta la respiración de manera indefinida; sin fatigas, sin magulladuras. No se sabe nada acerca de él, solamente un nombre, un lugar y la eficacia de sus habilidades. En un parque ubicado en las afueras de la ciudad, en una cabina telefónica maltrecha por el uso y el paso del tiempo, muchos dejan sus particulares peticiones en notas. Disfrazado casi de leyenda urbana, es el modo de pactar con el diablo. Y ya se sabe que, si pactas con el Maligno, tienes que estar dispuesto a perderlo todo.

Reseña de Crimen Perfecto (Funouhan) #1 Usobuki 4 - el palomitron

Crimen Perfecto (Funouhan) es un thriller psicológico de corte adulto que se siente increíblemente cómodo en la oscuridad de su tono y lo explícito de su propuesta —aunque es cierto que su arte podría otorgar algo más de crudeza—. Su tono y la impasibilidad de su protagonista llevan a recordar otros títulos como Gift ±, de Yuka Nagate, un excelente thriller al que lamentablemente ECC Ediciones no le ha dado el trato que merece. Si bien ambos protagonistas son personajes atípicos y ciertamente complejos por la imprevisibilidad de sus acciones, en Crimen Perfecto no se sitúa a su protagonista en la delgada línea de la moral humana. Usobuki ni siquiera es un antihéroe, es alguien que se guía por una absoluta amoralidad. Es alguien que se divierte jugando a un juego muy particular con unas reglas marcadas por él mismo, y cuyo objetivo es demostrar la fragilidad del ser humano. Y mientras que en Gift ± —siguiendo con la analogía anterior— la autora no pierde oportunidad en diseccionar importantes esferas de la sociedad como el sistema judicial o sanitario, Crimen Perfecto prescinde por el momento de la crítica hacia colectivos o estamentos. Tiene como foco principal apuntar a la miseria humana desde un punto de vista individual, mostrar la verdadera identidad de aquellos invitados a ese gran baile de máscaras que es la vida humana. La madre que está dispuesta a deshacerse de su hijo de apenas meses por puro egoísmo; el agente de policía que se acoge a sus propios códigos para obtener venganza; la joven que envidia a su hermana por el hecho de llevar la vida que siempre quiso tener, o el padre que pierde el control fruto de las frustraciones y el deseo más carnal. No hay aforo máximo en este baile de estupidez y tristeza humana.

Tadashi Usobuki es el protagonista absoluto de Crimen Perfecto (Funouhan). Es, literalmente, la piedra angular sobre la que gira el trabajo del tándem creativo nipón. Las distintas personalidades de estos primeros compases de la serie pasan de manera fugaz por la vista del lector; son engranajes que conectan muy bien y hacen funcionar cada uno de los casos en los que se ve implicado el “asesino de la sugestión” pero que, en conjunto, no hay una proyección, una conexión más allá de ese juego de moralidad privado. Reseña de Crimen Perfecto (Funouhan) #1 Usobuki 2 - el palomitronErgo, la presencia de personajes secundarios que pueden aportar distintos puntos de vista a la trama y ofrecer un vaivén narrativo brilla por su ausencia —atendiendo, de momento, únicamente a este primer volumen—. La construcción de Usobuki como personaje principal está asociada a cierta mística, a lo sobrenatural. En cierto modo, es como la representación humana de un Shinigami, un Dios de la muerte que susurra a los seres humanos, que los lleva hacia ese funesto fin con las artimañas de quien lleva muchos años en el negocio de la ruina. Y la manera de contactar con él refuerza esa idea, porque el escenario de la cabina del parque es como el de un pequeño templo al que acudir para pedir ayuda a un ente que está por encima de la habilidad humana. 

Porque Crimen Perfecto, como buena ficción que pretende ofrecer el mayor divertimiento y dinamismo en su espectáculo, exagera en buena medida los efectos de la manipulación mental, de esa sugestión que en ocasiones roza lo hiperbólico. No es algo negativo per se, simplemente se deben tomar ciertas consideraciones si se busca una lectura lo más óptima posible. El thriller de Arata Miyatsuki y Yuka Kanzaki cuenta con una estructura narrativa que se apoya en la sucesión de casos autoconclusivos e independientes entre sí, generalmente breves y bien escritos, donde los giros de guion son una constante y algo muy a valorar por su facilidad para dinamizar una lectura que puede caer fácilmente en lo rutinario de su fórmula. En cuanto a una trama sólida, un hilo argumental que se teja entre bambalinas, desgraciadamente —aunque esto ya es una cuestión más a título personal— es algo que no se encuentra en los primeros compases de Crimen Perfecto. Sí, hay un detective empeñado en encontrar algo que pueda encarcelar a Usobuki, pero es algo muy tibio, una relación que carece de la fuerza y el magnetismo que sí desprende el protagonista. Insisto en que se trata de los primeros capítulos de la serie, por lo que es una faceta narrativa que puede cambiar con el devenir de las entregas. Aun así, no es descabellado pensar a estas tempranas alturas en la necesidad de incluir a un personaje lo suficientemente carismático y perspicaz como para rivalizar con Usobuki. Dos mentes que se entiendan, que compitan. Del mismo modo que había entendimiento y necesidad en la relación entre Sherlock y Moriarty.

Reseña de Crimen Perfecto (Funouhan) #1 Usobuki 1 - el palomitron

El recorrido y exposición que hace Crimen Perfecto de la ambigua moral humana están muy bien retratados no únicamente desde la labor de escritura, sino también desde su apartado artístico. Yuka Kanzaki es quien porta la pluma y materializa las increíbles dotes mentales de su asesino protagonista. Los personajes están ilustrados bajo un diseño limpio, de trazo fino y bien definidos. El maquiavélico tono de la obra se ve reflejado en un arte que, pese a alejarse de un estilo más realista e impactante, funciona y ofrece cierta sensación de cohesión; el uso de tramas es abundante, mientras que la sensación de contraste es mayor debido a ese trazo limpio que impera en las páginas y que cambia en los planos donde la fragilidad humana explota, donde una mayor porción de suciedad los emborrona mediante el uso de multitud de líneas de trazo. El arte proporciona un buen nivel de detalle, pero en lo que respecta a escenarios la calidad difiere de la del factor humano. Los ambientes palidecen y no consiguen destacar, en parte también por el predominio del plano medio y primer plano, donde Kanzaki sí logra exprimir el aroma de thriller psicológico de manera notable.      

Crimen Perfecto (Funouhan) es un título muy recomendable para todo aquel que busque una ficción algo atípica y de tintes oscuros. Una serie de suspense con un componente psicológico donde la amoralidad de su protagonista ejerce de luz y guía. A pesar de que el retrato del comportamiento humano que se lleva a cabo es destacable, no hay una mayor profundidad en su mensaje por el momento; del mismo modo que los resultados de las técnicas de sugestión pueden rozan lo excesivo en ocasiones. Aun con todo, sus primeros compases son altamente disfrutables y adictivos. Tal vez solo haya que dejarse llevar por la parte inconsciente de nuestro cerebro, esa que hace creer —hasta cierto punto— que lo que vemos es real. La que permite evadirnos de la realidad y disfrutar

«Pero qué tristes son los humanos…»

Cómo es la edición de Crimen Perfecto #1 


Reseña de Crimen Perfecto (Funouhan) #1 edición - el palomitron

En la última edición del Salón del Cómic de Barcelona Norma Editorial anunció una retahíla de nuevas licencias que poco a poco van irrumpiendo en el mercado. Entre ellas encontramos Crimen Perfecto, con guion de Arata Miyatsuki y dibujo de Yuya Kanzaki. Una obra que actualmente cuenta con nueve tomos recopilatorios en Japón y que comenzó a publicarse en 2013 en la revista Grand Jump. Sin duda una gran apuesta de cara a los amantes de su género que, pese a no contar todavía con una adaptación animada, sí cuenta con una adaptación a imagen real en forma de película estrenada en 2018.

En cuanto a este primer volumen, Crimen Perfecto #1 está compuesto por un total de 192 páginas en blanco y negro, ninguna a color. Presenta una edición rústica con sobrecubierta, formato B6 y una dimensión de 13 x 18,2 cm. En cuanto al diseño de la cubierta, ésta respeta al máximo la original japonesa, cambiando únicamente la ubicación de la numeración y el nombre de los autores. Logra un gran impacto visual por la composición y sus colores; unas tonalidades de negro y rojo que conjugan a la perfección y transmiten ese halo de misterio que rodea a su protagonista. Crimen Perfecto #1 se puso a la venta el pasado 21 de junio a un precio de 8,50€. Este primer tomo consta de un total de seis capítulos que permiten un primer acercamiento a la propuesta del dúo creativo nipón, a su narrativa y las peculiaridades de un asesino que únicamente se sirve del poder de la mente. En cuanto a errores de edición, cabría mencionar la presencia de algo de moiré en alguna que otra viñeta, pero en cualquier caso nada alarmante. Respecto al entintado, sangrado y viñetas, todo goza de una perfecta armonía a nivel general. Por último, la obra está perfectamente traducida a nuestro idioma cortesía de Emilio Ros (DARUMA Serveis Lingüístics).

Edu Allepuz 

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Intento de muchas cosas y una de las piezas que hacen funcionar la sección manganime. Ávido lector de manga, enamorado de la tinta y de la tragedia de Sui Ishida. Firme defensor de la industria como arte y la abolición de estúpidas etiquetas.