BIBLIOTECA: CHILDREN OF THE WHALES #1
Children of the Whales se está convirtiendo, poco a poco, en una de las obras más queridas en territorio nipón actualmente. Y es que su autora se ha trabajado a pulso una de las historias más palpitantes y conmovedoras del manga actual. Con unos protagonistas que cautivan a los lectores y una historia apasionante que deja con ganas de más tomo tras tomo.
Escrito e ilustrado por Abi Umeda, este shojo comenzó su publicación en 2013 en las páginas de la Monthly Mystery Bonita con una periodicidad mensual. Actualmente, el manga está próximo a finalizar en territorio nipón y se está abriendo paso hacia nuevos territorios, habiendo sido nominado recientemente al Premio Cultural Osamu Tezuka 2017. El pasado septiembre Viz Media licenció el manga y desde entonces lleva publicados dos tomos en territorio americano, mientras que en España el primer tomo se puso a la venta el mes pasado de la mano de la editorial asturiana Milky Way Ediciones. Este mes se pone a la venta el segundo volumen y la editorial no puede estar más contenta con los resultados obtenidos. Puede que de momento solo hayan publicado un tomo, pero están consiguiendo buenos resultados y una gran aprobación por parte del público. Una vez superada esta primera toma de contacto comenzamos la reseña de Children of the Whales #1. Un análisis donde no destripamos detalles sustanciales de su argumento e intentamos ir más allá de lo que vemos a primera vista.
La historia de Children of the Whales nos traslada a bordo de una gigantesca ballena. Una ballena de arcilla. No se trata de un lugar imaginario ni nada por el estilo, sino del hogar de cientos de personas que han formado ahí su vida y donde ocurren miles de misterios desde tiempos inmemorables. Poco a poco iremos conociendo y aprendiendo mucho más acerca de la cultura de este pintoresco mundo, una cultura que no sólo nos fascinará sino que nos embelesará hasta enamorarnos de esa gran ballena de arcilla. Acompañados por Chakuro y Lykos nos adentramos en una aventura llena de acción, misterio y enemigos un tanto extravagantes; una aventura ambientada en un mundo «imaginario» impecable -donde el dibujo tiene un particular protagonismo- y una narrativa más que exquisita.
Amor, amistad y muerte. Todo sucede a bordo de la gigantesca ballena. En un interminable océano de arena flota a la deriva una isla barco, la Ballena de Arcilla. Muchos de sus habitantes tienen el poder de la psicoquinesis, aunque dicho poder conlleva una muerte prematura. A todos ellos les espera una vida corta y confinada a la isla flotante, pero un día Chakuro encuentra, en un barco fortaleza en ruinas, al primer ser humano que alguien ve en el mundo exterior.
Children of the Whales #1 no sólo nos presenta a los personajes, la atmósfera y los intrincados valores ante los que se rige el mundo que nos plantea Abi Umeda, sino que nos cuenta muchos detalles por el camino que quedan totalmente abiertos y nos presenta una serie de sucesos y situaciones que deseamos seguir avanzando en la historia para saber qué ocurrirá. Pero esta obra no sólo se queda en el plano argumental sino que traspasa una barrera que -particularmente- podría clasificar como filosófica.
La relación de los mangas, o incluso ciertos videojuegos, con la filosofía es un tema tan interesante como problemático. El carácter lúdico de lo primero parece tener poco en común con la gravedad que se le presupone a una actividad dedicada a intentar hacerse cargo de problemas tan inmensos como el de la justicia, la naturaleza del conocimiento o la ética. Y sin embargo, no son pocas las historias que han intentado tener escarceos con los affaires filosóficos. Sobre el éxito de este tipo de intentos la verdad es que ha habido de todo, pero incluso en el mejor de los casos es difícil no notar un roce, una fricción extraña y difícil de explicar que parece existir en el centro de todas estas historias. Para algunos tendrá que ver con la pedantería y la eterna problemática sobre si el ocio debe ser esclavo del divertimento o si, por el contrario, puede aspirar a algo más. Para otros puede tener que ver con el desajuste de introducir y expresar temas a través de un medio que necesariamente no puede hacerse cargo de ellos con el rigor y profundidad que dichos temas demandan. Para mí, sin embargo, lo que sucede es otra cosa muy diferente y tiene que ver con la forma que tenemos de percibir la filosofía.
La filosofía está condenada a ser el paquidermo en la habitación. Quienes la estudian o la practican se convierten casi desde el principio en extraños, en figuras incómodas que parecen estar solo ahí para desagradar y arruinar el ambiente con sus observaciones impertinentes y su voluntad obstinada por querer hacer de todo un problema, algo que hay que resolver. Los ojos del filósofo son, en cierto sentido, los ojos de alguien que ha decidido despegarse de su realidad para mirarla desde una distancia diferente a la del resto de personas. Esa distancia, en la que reside la clave de esa cosa llamada perspectiva y que es lo que permite a cierta gente brillante darse cuenta de cosas que pasan desapercibidas para el resto, es también una renuncia a estar en las cosas, a formar parte de ellas. Por eso, cuando una obra decide introducir esa distancia, esa perspectiva -a menudo reproduciendo ideas sacadas de libros sin hacer nada interesante con ellas, con la única intención de subirse a un pedestal y decir «miradme, soy filosófico»-, se produce esa clase de silencio incómodo típico del momento en el que alguien dice algo ridículo o inapropiado en mitad de una fiesta.
Pero este no es el caso de Abi Umeda, pues la autora consigue introducir temas bastante particulares y arbitrarios de la filosofía en su obra de una manera que -a mi modo de ver- es exquisita y enriquece en todos los sentidos a la historia. Children of the Whales no es un manga de filosofía o sobre la filosofía. Más bien es un manga preñado de filosofía y nutrido por ella. Si analizas una por una todas sus viñetas y consigues respirar el mismo eco que emanan cada una de ellas conseguirás abrir los ojos ante los temas que nos plantea Umeda a través de su obra. Hablamos de la alegoría de la caverna de Platón y la teoría marxista sobre la alienación. Dos conceptos plenamente unidos con la filosofía y que trasladan a la obra a un abismo totalmente dispar.
Cuando pensamos en la caverna de Platón nos viene a la cabeza sus prisioneros, la oscuridad, las sombras y el fuego que hacía posible vislumbrar la salida al exterior y la «salida» a un mundo completamente desconocido. Pero realmente el concepto que nos cautiva de esta interesante, acertada e innegable teoría es el concepto de la verdad. Una verdad que oscila en una escala del 1 al 10 pasando por el infinito dependiendo de los ojos que la miren, dónde estén situados en dicha caverna y qué sombras o reflejos son capaces de llegar a ver. Una realidad que se plantea en el universo expuesto por Umeda constantemente y que nos lleva a pensar que hay habitantes de la Ballena de arcilla que realmente conocen toda la verdad ante la que se exponen, otros que están guiados por las sombras que éstos proyectas, otros que tan sólo ven oscuridad y otros -muy pocos- que desean salir del todo de la caverna y lograr descubrir todo lo que intentan ocultarles los «protectores» de la caverna de arcilla.
Todos estos habitantes viven ante una realidad bastante difusa, y no sólo por las sombras que les proyectan los «protectores» sino por la alienación constante que viven desde que nacen. Tal y como decía Marx, la alienación es la limitación o condicionamiento de la personalidad por factores externos sociales, económicos o culturales. En la Ballena de arcilla existe más de un tipo de alienación y se sustenta en la privación de acciones, pensamientos o incluso emociones. Umeda trata a la perfección tales privaciones haciendo que aspectos como la psicoquinesis o la represión de emociones queden totalmente expuestas en cada una de sus páginas y realmente tengan un significado y trasfondo visible a través de la alienación de muchos de sus personajes. Esperamos que a lo largo de los siguientes tomos esta alienación consiga desaparecer y la represión de emociones derive en una total libertad, una libertad que de una manera u otra se recoja simbólicamente a través de los cuerpos de los personajes que poseen las marcas. Unas marcas que, estamos totalmente seguros, dotarán de carisma y significado a la obra. Sin duda, una obra llena de simbología, significado y mucho trasfondo filosófico y humano.
A nivel artístico Children of the Whales presenta un dibujo magnífico, con diseños muy marcados por sus líneas, atractivos y ante todo con unas escenas muy elaboradas donde los personajes son los protagonistas. Cada una de sus páginas evocan sentimiento hacia lo desconocido y lo insólito, pero a la vez demuestran una fuerza y pasión que hacen disfrutar cada una de sus viñetas. Gozamos de unos primeros planos sensacionales donde no solo podemos apreciar el sumo cuidado que tiene la autora con los rasgos faciales, sino que también podemos percibir el mimo que antepone a todos los elementos de cada escena, pues el detalle es uno de los grandes protagonistas de la obra. Abi Umeda consigue transmitir con su dibujo y hace que tanto el terreno que conocemos como aquel que desconocemos llegue a nuestros ojos. Otro de los puntos fuertes del dibujo se centra principalmente en los personajes. Cada uno de ellos posee una naturaleza propia, pero a su vez comparten una ideología común, una ideología que en muchas ocasiones nos lleva a «las marcas», un elemento que sin duda es clave en la historia y cuyo dibujo consigue transmitir toda la esencia que necesita para hablar por sí mismo. Cada sujeto es único y eso hace que la obra de Umeda brille en cada una de sus páginas, desde la primera hasta la última. Una obra que sin duda consigue aunar al mismo tiempo magia, fantasía, sorpresa, vida y muerte.
Hace unos meses, con motivo del XXIII Salón del Manga de Barcelona, Milky Way Ediciones anunció la licencia de Children of the Whales. Una obra muy demandada por el público y que en su primer mes de publicación ya está cosechando grandes éxitos en nuestro país. Children of the Whales #1 está compuesto por un total de 192 páginas en blanco y negro. Estamos ante una edición tankoubon rústica con sobrecubierta (tapa blanda) y cuya dimensión es de 11,5 x 17 cms.
La calidad de los materiales que conforman este tomo es indiscutible, en la línea de este tipo de obras de la editorial. La portada logra un gran impacto visual tanto por su diseño como por sus tonalidades rosáceas y malvas que aportan dulzura y ternura a partes iguales. Además en esta ocasión hemos tenido la oportunidad de elegir entre dos portadas, la original japonesa y la exclusiva realizada por la editorial. Ambas gozan de un diseño exquisito, pero en nuestro caso hemos analizado el tomo que pertenece a la portada original. Si nos centramos en esta, el diseño de la cubierta respeta al máximo al original japonés, aunque para adaptar el título a nuestro idioma y situarlo de la mejor manera posible la editorial ha apostado por situar el título de forma horizontal mientras que el diseño original japonés cuenta con el título en formato vertical. Un pequeño detalle de adaptación. Children of the Whales #1 salió a la venta el pasado noviembre a un precio de 8,00 €. Este primer tomo consta de un total de cuatro capítulos y un epílogo en los que reside la introducción de una gran historia y una auténtica aventura al traspasar cada uno de los capítulos, pues cada vez que llegas al final de uno de ellos te encuentras con nuevas notas del archivista con magníficas ilustraciones que te hacen conocer mucho más a fondo la cultura creada en la gran ballena e incluso los pensamientos -poco a poco- del archivista. Sin duda, un gran deleite visual y argumental.
Además, como sello exclusivo de la editorial también nos encontraremos dentro de cada tomo un marcapáginas con un diseño basado en la portada, algo que tan sólo conseguirás si haces el pedido de manera directa a Milky Way Ediciones. En cuanto a errores de impresión o diseño la verdad es que no hemos encontrado ninguno. Tanto el entintado, como el sangrado y las viñetas gozan de una perfecta armonía en el tomo y además está perfectamente traducido a nuestro idioma, cortesía de Óscar Tejero.
Marisol Navarro
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