RACHEL McADAMS. CÓMO CRECER EN HOLLYWOOD
2015 parecía ser (al fin) el año de consolidación de la canadiense Rachel McAdams. Han pasado ya once años desde que Chicas malas y El diario de Noa se convirtieran en auténticos fenómenos de masas (aunque en nuestro país ninguna de las dos fue un gran éxito de taquilla, el boca oreja las ha convertido en fenómenos populares también dentro en nuestras fronteras) y en referentes absolutos de las comedias teen y los dramas románticos a nivel mundial. Así empezaba, o casi (puesto que ya había salido en algún que otro telefilme y en la serie Slings and arrows) una carrera que prometía mucho.
El papel de McAdams en ambas películas era principal (antagonista en la primera, protagonista en la segunda), por lo que el público se había quedado con su cara. Un año después firmaba (y ya se embolsaba un millón de dólares) para que Wes Craven la convirtiese en la heroína de un Vuelo nocturno, que también fue un éxito. Ese mismo año lograba captar toda la atención de La joya de la familia, aquella comedia navideña bastante olvidable protagonizada por Sarah Jessica Parker y se convertía en el objetivo de Owen Wilson en De boda en boda, su mayor taquillazo hasta la fecha. Cinco éxitos consecutivos para una actriz que siempre ha dicho que no le interesa ser una estrella de cine. Pero ¿a quién no le interesa ser archimillonario? ¿Es Rachel McAdams de esa gente que confiesa que su peor defecto es ser perfeccionista? ¿Acaso es una mentirosa? No pasa nada. Nuestros frágiles corazones lo superarían, al igual que nuestras carteras le han perdonado el dinero de algunas entradas de cine que nos ha obligado a pagar. Pero a lo mejor ella tenía razón y ser una estrella no era su objetivo, o a lo mejor simplemente era una vaga.
Pocos de los que están en la cresta de la ola deciden retirarse por un tiempo, y Rachel se tomó un par de añitos sabáticos para vivir la vida junto a Ryan Gosling (con quien inició una relación amorosa tras odiarse a muerte en el rodaje de El diario de Noa) y dejar que su peluquera la saboteara poniendo unas imposibles mechas rosas solo aptas para galas de premios como los Teen Choice. No obstante, y aunque ella se tomase unas ¿merecidas? (por supuesto que no) vacaciones, su agente siguió trabajando y le consiguió audiciones para los papeles que finalmente obtuvieron Eva Green en Casino Royale y Anne Hathaway en El diablo viste de Prada. En 2007 volvía a escena en un pequeño drama marital que no satisfizo ni vio nadie, El juego del matrimonio (aquí su peluquera volvió a jugársela vilmente con una peluca platino). Y luego se aventuró en una road movie sobre tres excombatientes de Irak (Tipos con suerte); Más allá del tiempo, otra cinta romántica más en la estela de El efecto mariposa que El diario de Noa, o el interés romántico de Sherlock Holmes en la película de Guy Ritchie. El caso es que Rachel McAdams, a pesar de haber intentado asomar la patita por todos los géneros, solo suele lograr el éxito en el cine romántico, donde su encasillamiento es hasta doloroso.
Volviendo a 2015, este año iba a ser su año principalmente por su papel protagonista en la segunda temporada de True Detective, además de formar parte de películas que hace meses parecían tener opciones de Oscar, como Southpaw, Aloha, o cine independiente de prestigio de la mano de Wim Wenders (Todo saldrá bien). Pero al final las tres resultaron ser enormes fracasos: Southpaw salvó los muebles en taquilla, pero las críticas la devoraron por su horrendo guion, Aloha fue catastrófica en todos los sentidos y Todo saldrá bien fue el enésimo drama de sobremesa televisiva que ya nadie recuerda. Y McAdams tuvo un papel secundario en todas ellas. Pero no debemos desesperar, queda un as bajo la manga: Spotlight, una película coral que ha sido alabada allá donde se ha proyectado y con serias aspiraciones en la temporada de premios.
RACHEL McADAMS y HBO
La primera temporada de True Detective fue un auténtico fenómeno de masas y las expectativas con la segunda estaban por las nubes. Tras un largo proceso de selección de casting (¿qué pasó con el inicialmente previsto David Schwimmer?), se desvelaron los nombres de los nuevos protagonistas y tampoco hubo demasiadas quejas. Todos sabemos que Colin Farrell o Vince Vaughn son actores algo limitados, pero también lo era Matthew McConaughey hasta su resurrección, así que había esperanzas.
Y se estrenó la nueva temporada. Y como no podía ser de otra forma, las reacciones eran encontradas. Todos estuvimos de acuerdo en que la intro con ese tema de Leonard Cohen era maravillosa, pero ¿y el resto?: ‘Todos están muy deprimidos todo el rato’, ‘Vamos por el cuarto capítulo y aún no ha pasado nada’, ‘Vince Vaughn… ¿EN SERIO?’, ‘Yo me bajo aquí’ ‘No sé si empezar a verla, ¿es tan mala como todo el mundo dice?’ han sido algunos de los comentarios más leídos durante las últimas semanas. Rajar de True Detective se ha convertido en deporte nacional. Y de forma algo injusta, por qué no decirlo. ¿O es que acaso no nos sentimos contra las cuerdas en algún momento de esa desasosegante ciudad fantasma que es Vinci?
McAdams acabó resultado ser la mejor parada de la producción. Según diferentes análisis de la parrilla televisiva, tanto su interpretación como su personaje han sido los mejor valorados por el público potencial de la serie. Y toda la razón: es la mejor actriz del reparto (tampoco tiene demasiada competencia), pero es que un casting tan, pero tan lleno de hombres necesitaba de un personaje femenino para respirar un poco.
RACHEL McADAMS Y SUS PELÍCULAS
A continuación agrupamos toda su filmografía en 9 subcategorías que recogen la esencia de su cine:
‘Ya te plancho yo la camisa, cariño’: si por algo se caracteriza la carrera de McAdams es por estar plagada de títulos donde es la chica de la película. Por todos es sabido que en Hollywood reina la misoginia y el machismo, y el 90 % de cintas comerciales que salen de ahí tratan a la mujer como un apoyo para el hombre, la que le susurra al oído que todo irá bien, o la que se convierte en un objeto bonito por el cual él debe luchar. Probablemente ella no tenga la culpa, pero es hora de que alguien le aconseje que se aleje de este cine, porque no la está beneficiando en absoluto. Se ha convertido ya en algo recurrente vender películas con ella siendo rodeada con los brazos por el hombre de turno y, aunque todas resultan ser taquillazos, solo ayudan a encasillarla y cavar su propia tumba cinematográfica. Y es que esos papeles irán desapareciendo a medida que pasen los años y vaya envejeciendo. Si en Southpaw su personaje apenas era una excusa para hacer avanzar al de Jake Gyllenhaal, en Todos los días de mi vida era una esposa amnésica por un accidente de coche que había olvidado al amor de su vida y este pasaba las dos horas de cinta intentando ayudarla a recordar. En De boda en boda también contó con un papel que no existiría si no fuese por el personaje de Owen Wilson, y en Sherlock Holmes se convirtió en la mítica Irene Adler, hasta que en la secuela consideraron que dos mujeres (también andaba por ahí Noomi Rapace) eran demasiado foco de atención y el personaje de Adler fue relegado a un piojoso cameo. También ha participado en dos películas sobre viajes en el tiempo: en Una cuestión de tiempo la pobre debe encarar un personaje lleno, llenísimo de tópicos pero de buen corazón (parece salida de Tomates verdes fritos) donde el protagonismo principal de la trama es la relación padre-hijo y ella acaba en la recámara y en Más allá del tiempo es la mujer de un viajero en el tiempo y, aunque es ella quien en determinado punto de la película parece ser la protagonista, su señor Eric Bana es el amo y dueño de la función.
El zorrerío: aunque solo ha interpretado a la mala de la película un par de veces, McAdams ha demostrado que es ahí donde tiene mayor potencial. No es ninguna novedad que los antagonistas suelen ser mucho más interesantes que los protagonistas porque se nos da menos información sobre ellos, no son Teresa de Calcuta y sus personajes no suelen estar tan cortados por el mismo patrón, a menos que hablemos de una película de Steven Seagal. En un principio, la canadiense se presentó al casting de Chicas malas para interpretar a Cady Heron, el rol que finalmente recayó en Lindsay Lohan. Y ¡gracias director/a de casting! Gracias porque es imposible imaginar a otra Regina George, uno de los personajes más icónicos (si no el que más) de su carrera.
(¿A qué espera Hollywood para rodar la comedia icónica de instituto de esta década con Emma Roberts repitiendo el mismo papel de Scream queens y American Horror Story: Coven?) En los 80 fue Escuela de jóvenes asesinos; en los 90, Fuera de onda y, en los 00, Chicas malas.)
Por otro lado, en 2012 McAdams coprotagonizó la película más atípica y bizarra de su filmografía: Passion, del célebre Brian De Palma, es el remake de la francesa Crime d’amour, un thriller erótico donde McAdams interpretó a una manipuladora y despiadada ejecutiva que pone patas arriba la vida de una pánfila Noomi Rapace que solo quiere medrar en el trabajo. Passion recoge lo mejor y lo peor de un De Palma trasnochado y, teniendo en cuenta lo bien que se le da a Rachel McAdams el papel de zorra inmunda, probablemente estemos ante su mejor interpretación (es imperdonable que tenga una filmografía plagada de arcoíris y unicornios).
‘¿Yo salí en aquella película?’: en esta subcategoría se agrupan aquellas cintas que pasaron desapercibidas allá donde se estrenaron. La vuelta de McAdams al cine tras su descanso de dos años se produjo con un drama sobre infidelidades, El juego del matrimonio, protagonizado también por Pierce Brosnam, Patricia Clarkson y Chris Cooper. Y supongo que esta fue la manera de intentar vender entradas, porque más allá de las buenas interpretaciones, la cinta es un drama criminal que no aporta nada y se ve tan rápido como se olvida. Poco después llegó Tipos con suerte, una simpática road movie sobre tres soldados que lucharon en Irak y que tiene algún punto en común con Regreso al infierno, aquella película que tan pocos vimos y trataba sobre las secuelas físicas (allí Jessica Biel era manca, aquí Rachel McAdams es coja) y psicológicas de un grupo de soldados tras su vuelta a los Estados Unidos. Aunque esta última trataba el tema de un modo mucho más melodramático y telefílmico, Tipos con suerte es tan poco artificiosa y falta de pretensiones que se ve de buena gana. Las entradas vendidas por El juego del matrimonio y Tipos con suerte (esta no llegó a cines españoles, pero sí se distribuyó en DVD) no dieron ni para pipas y rápidamente McAdams y su agente volvieron al cine más comercial. No fue hasta 2015 con Todo saldrá bien cuando la actriz volvió al cine pequeño e intimista de la mano del prestigioso Wim Wenders, en un pequeño papel en este drama ¡¡en 3D!! protagonizado por el limitadísimo James Franco que, con razón, no gustó a nadie.
Un paseo para cobrar: Rachel McAdams forma parte de ese selecto grupo de actores que han cobrado por pasear en aquel circo de Terrence Malick de nombre To the wonder. Como si un anuncio de colonia (o peor aún, aquel de Herbal Essence con banda sonora de La oreja de Van Gogh) se tratase, McAdams pasa sus 15 minutos de película luciendo al viento su gran melena rubia y abrazando a Ben Affleck. Y os prometo que, objetivamente, esos 15 minutos son lo mejor de la cinta. Porque todo lo demás sobra. No puede ser casualidad que el único extra del DVD editado en España sea una pequeña entrevista a tan gloriosa muestra de ser humano (por otro lado, teniendo en cuenta lo horrible que estuvieron todos los demás en esa película, tiene sentido).
El cine de género: en 2005 se puso a las órdenes del eterno Wes Craven en Vuelo nocturno, una cinta en la que Cillian Murphy (actualmente luchando con Eddie Redmayne por retomar su título de «Cara Más Grimosa de Hollywood»), más psicópata que nunca, se las hace pasar canutas a una McAdams que solo quiere volver a casa y abrazar a su padre. Aunque Vuelo nocturno fue vendida como una película de terror, o mejor dicho, de terror mainstream (ese en el que la sangre brilla por su ausencia para que los niños de 12 años no tengan problema a la hora de comprar la entrada), aunque en realidad se trataba de una cinta de suspense de lo más digna. La única vez que McAdams volvió a acercarse de nuevo al cine de género fue en la ya comentada Passion. Y que vuelva.
La trilogía periodística: en 2009 participó en el remake estadounidense de la aclamadísima miniserie británica State of play, y aunque los resultados de taquilla no fueron para tirar cohetes (ya se sabe que el cine periodístico y/o adulto no tiene gran tirón en los patios de butacas), McAdams participó por primera vez en ese cine de prestigio que gusta a crítica y público por partes iguales.
En El hombre más buscado fue coprotagonista junto a uno de sus actores favoritos, el malogrado Philip Seymour Hoffman. McAdams demostró aquí una vez más que no empequeñece ni siquiera cuando comparte plano con los más grandes actores. Demostró también ser la única persona viva que va en bici y respeta los semáforos en rojo. La cinta, basada en una novela de John le Carré, tuvo buenas críticas pero no estuvo en la carrera por los premios más importantes. Aun así, merece ser recordada por unas actuaciones impecables, una atmósfera opresora y un clímax final que debería estudiarse en las escuelas de cine.
El fin de su trilogía periodística se producirá con Spotlight, que trata sobre un equipo de reporteros que destapó los escándalos de pederastia cometidos durante varias décadas por curas de Massachusetts, y donde Michael Keaton espera poder reciclar el discurso de Óscar que tan poco disimuladamente se guardó en el bolsillo en la pasada edición de los premios, en su derrota contra Eddie Redmayne.
Nicholas Sparks, el nuevo subgénero cinematográfico: únicamente dos películas basadas en novelas de Nicholas Sparks se estrenaron antes que El diario de Noa (pero fue esta última la precursora de ese viejo nuevo subgénero). Y es que el enorme e inesperado éxito de la cinta dirigida por Nick Cassavetes (hijo de la secundaria de lujo de la película, Gena Rowland) abrió la veda a un nuevo filón de películas llenas de clichés, parejas guapísimas y argumentos manidos. Evidentemente, en este nuevo subgénero solo se incluyen los filmes basados en esas hojas perfumadas que firma Sparks. La magia que se logró con El diario de Noa (porque es una gran película, pese a quien le pese), no se volvió a repetir jamás en sus posteriores adaptaciones.
La película anual de Woody Allen: en 2011 Rachel McAdams formó parte de la película más prestigiosa de Woody Allen de los últimos años y además, la más taquillera, Midnight in Paris, que acabó su carrera comercial con más de 150 millones de dólares. Pasar por el cine de Allen es casi un imperativo para cualquier actor que se precie; y es que, con su frenético ritmo de rodaje (una película por año), quedan pocos en Hollywood que no hayan estado bajo su dirección. El papel de McAdams en la cinta es probablemente el menos agradecido (el director no se molestó en darle a su personaje un mínimo de simpatía), pero aun así, consigue una de las mejores interpretaciones. Inez (así se llama en la cinta) no soporta a Owen Wilson, su prometido, lo cual es totalmente comprensible (porque recordemos que se trata de Owen Wilson). ¿Quién en su sano juicio podría soportar a Owen Wilson? Solo hubiese sido peor si se tratase de su hermano, el ahora vagabundo Luke Wilson. Los grandes rasgos que saca uno de Inez en Midnight in Paris es que le gusta quejarse, ir a comprar antigüedades con su madre y escuchar a un amigo pedante. Vamos, que es un coñazo. Y a raíz de tan agorero personaje, es imperativo que alguien escriba un artículo (¿qué artículo? ¡Una Biblia!) sobre la figura de la mujer en el cine de Woody Allen. Con razón su matrimonio con Mia Farrow ha convertido a la protagonista de La semilla del diablo en la vieja de los gatos.
Las comedias de domingo por la tarde: la incursión de McAdams en la comedia pocas veces se ha saldado con buenos resultados. Ahí estuvieron Chicas malas y Midnight in Paris, que además de gustar a crítica y público, hicieron dinero. El resto de comedias no románticas en las que ha participado no han tenido ningún tipo de trascendencia en la memoria colectiva y probablemente su único interés haya sido el monetario.
En 2002, cuando todavía no era nadie, protagonizó My name is Tanino y Este cuerpo no es el mío, una comedia que tenía a Rob Schneider en el papel principal y que, a pesar de contar con algún gag ingenioso, era la misma basura de siempre. Tres años después, tras el filón de Noa y cuando Lindsay Lohan ya estaba de cocaína hasta las cejas, llegó La joya de la familia, cine navideño con un singular reparto donde McAdams nos interpretó a todos: odiaba a Sarah Jessica Parker.
La canadiense contó en 2010 con su mayor vehículo de lucimiento en Morning glory, una comedia sobre los morning shows televisivos secundada por Harrison Ford y Diane Keaton. Pero la película resultó un pastiche, blando y carente de interés, y además Keaton repetía su papel de señora insufrible que tan bien lleva interpretando desde 2003. Cinco años más tarde volvería a la comedia en Aloha, ese titánico desastre en el que las risas fueron más bien involuntarias (por el amor de Dios, ¿quién dirigió a Emma Stone en esta cinta?) y con un misil nuclear como telón de fondo (¡¡!!). McAdams intenta aquí salvar los muebles, pero tener un personaje tan poco interesante (la ex comprensiva del protagonista) no ayudó. Pero no pasa nada: todos los platos rotos los acabó pagando Cameron Crowe.
El futuro de McAdams, como el de medio Hollywood, está ligado a Marvel, pues será una de las cabezas de cartel de la esperada Doctor Extraño. Solo nos queda esperar que ese próximo taquillazo amplíe los horizontes de una carrera que podría dar muchísimo más de sí si arriesgase un poco más en la elección de sus roles. Rachel, recuerda que con tu talento es imposible no lucirse en un buen guion de cine independiente, de esos que no están tan atados a las exigencias de los grandes estudios. Puedes jugar en la liga de las grandes actrices. Te queremos.