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PARDINES, CUANDO ETA EMPEZÓ A MATAR

El 7 de junio de 1968, José Antonio Pardines fue asesinado. Tenía 25 años, estaba a punto de casarse y todos sus planes de futuros se quedaron paralizados en el arcén de una carretera. Su asesino, Txabi Etxebarrieta se convirtió en un héroe entre los suyos, fue el primer asesinato de la banda terrorista ETA. Han pasado 52 años desde entonces, a ETA todo el mundo la conoce pero Pardines se ha quedado desdibujado en el umbral de los recuerdos, convirtiéndose en un número más de una larga lista de victimas de la que él fue, sin quererlo, pionero.

Recuperando archivos para una visión global de la sociedad vasca

El libro Pardines, cuando ETA empezó a matar es un retrato del País Vasco durante última etapa del franquismo. Es una obra densa, árida, no un ensayo ligero sobre disparos, amenazas y manifestaciones de paz. En torno a la figura de la víctima más olvidada del terrorismo etarra, los coordinadores del libro, Gaizka Fernández Soldevilla, historiador y responsable del archivo de la Fundación Centro Memorial de las Víctimas del Terrorismo, Gaizka Fernández Soldevilla y el director de dicha fundación, Florencio Domínguez Iribarren, hacen una radiografía de la situación que se vivía en España y El País Vasco a finales de la década de los sesenta.

La obra utiliza como carta de presentación para el lector una introducción de los años de plomo en Europa. Un recorrido cronológico por el auge del terrorismo en nuestro continente, situándonos en un contexto socio político convulso más halla de las fronteras españolas. Posteriormente los autores se toman su tiempo para disgregar los cambios más significativos dados en aquella época dentro del terroritorio vasco. La apertura que vino con el final de la dictadura, la inmigración de otras partes de España, el desarrollo económico y el comienzo del desarrollo de la lengua vasca, el euskera.

ETA en sus inicios

En este punto empieza la primera de muchas reflexiones que se hacen en Pardines, cuando ETA empezó a matar. Pero es probablemente la más significativa de todas, ya que desmiente la falsa de creencia de que el euskera era una lengua perseguida y castigada durante la dictadura. Si bien expone que al acabar el franquismo el desarrollo del euskera en libros de texto fue muchísimo mayor, lo cierto es que no tuvo un protagonismo clandestino durante los últimos años en los que el caudillo aún mandaba.

Martir y olvidado

El libro presentado por Soldevilla e Iribarren no es un obra de fácil lectura, es denso, con un trabajo exhaustivo de documentación, datos objetivos, gráficos, fotografías. No se trata de un ensayo ligero sobre el primero atentado de ETA, se trata de una recopilación de información que arrojan luz acerca de como era la sociedad vasca en aquella época, acerca de los conflictos que estaban sobre la mesa, de los ideales que perseguía ETA en sus inicios y de como todo aquello exploto en el momento en que Extebarrieta apretó el gatillo. Lo interesante radica en utilizar a Pardines como eje principal de la historia, para aglutinar en torno a su figura diferentes conceptos que crean como resultado final una visión de conjunto del inicio del terrorismo más letal que ha vivido España.

José Antonio Pardines

Un guardia civil de 25 años no suscitó tanta polémica como el asesinato de Melitón Manzanas perteneciente a la Brigada político-social de Gipuzkoa y torturador franquista. Sin embargo, fue el primero de muchos que caerían durante los años de la transición y los primeros de la democracia. La figura de Pardines como símbolo de uno de los principales focos de ETA durante sus años más sangrientos sirve como engranaje del comienzo de una historia que ha mantenido a España en vilo durante 40 lustros.

Profundidad historica

Lugar en el que fue asesinado Pardines

Pese al enorme y excelente trabajo de documentación realizado por los autores, es cierto que quizás la estructura narrativa habría sido más agradecida con un poco más de orden y fluidez. Es complicado llegar a comprender el contexto histórico que se nos intenta narrar debido a la ingente cantidad de datos que quieren plasmarse en tan solo poco más de 300 páginas. La lectura es árida, tediosa en algunas ocasiones, difícil para un lector impaciente.

Como punto fuerte muestra dos visiones, el de las víctimas de ETA y el de los propios miembros de la organización cuando está quedó divida de forma definitiva. Resulta curioso el ensalzamiento de Etxebarrieta como mártir de una revolución en nombre de la liberación del pueblo vasco frente al silencio de la memoria de José Antonio Pardines. El primer peón de una larga partida de ajedrez que a día de hoy perdura en forma de debates sobre el destino de los presos etarras.

Con Pardines, cuando ETA empezó a matar el lector encontrara un análisis contundente de los orígenes de ETA. Podrá comprender como funcionaba la sociedad de la época, que motivaciones empujaron a la organización a tomar las armas y el desarrollo que esta tuvo a partir de aquel atentado. Pero no puede esperar encontrar una lectura fluida y ligera como en el famoso best seller de Fernando Aramburu Patria o en la serie de Mariano Barroso La línea invisible. Esta última servirá como complemento gráfico de todo lo relacionado con el asesinato de Pardines, pero no como resumen de un libro que, contra todo pronóstico, no dejará indiferente  a nadie.

Claudia BM


CREADORES DE SOMBRAS: ETA Y EL NACIONALISMO VASCO EN EL CINE

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