NO RESPIRES
Tras prohibirnos apagar la luz (Nunca apagues la luz), ahora no nos permiten respirar. Y es que la negación atrapa, atrae, pues parece que cuanto más nos prohíben hacer una cosa, más queremos hacerla. Esta vez lo haremos (y muy bien hecho) adentrándonos en esta película. Como vemos en los últimos años, el género de terror está muy castigado por la industria cinematográfica y por un tipo de público que no lo valora. Es un tipo de cine al que solamente unos pocos le damos oportunidades, lo mimamos y lo queremos. Hay muy buenas películas de terror (y no hablamos solamente de clásicos, sino también de una lista de buenas cintas del género actuales). Un ejemplo de ello es el último trabajo de Fede Álvarez, No respires. El uruguayo, una vez más, tras la genialidad demostrada en el aplaudido remake de Posesión infernal en 2013 (la original la rodó Sam Raimi en 1981), nos vuelve a sorprender. Y es que este hombre sirve tanto para no estropear un clásico del cine de terror como para inventarse un argumento nuevo que logre funcionar.
No respires cuenta la historia de tres jóvenes que se dedican a robar casas. Su siguiente víctima parece la perfecta: un hombre ciego con una importante cantidad de dinero escondida en su casa. Y decimos que parece, y solo parece, una víctima perfecta, puesto que el público verá que no será nada fácil para ellos: ¿A quién se pilla antes? ¿A un ladrón o a un ciego? Una vez dentro sabremos al final quién tiene más miedo. Un interesante cambio de roles es lo que se mostrará en este thriller con tono survival.



El conjunto de jóvenes lo lidera Jane Levy, que tras verla trabajar en Posesión infernal como Mia, prueba de nuevo con el cineasta uruguayo (ahora como Rocky). Es una joven valiente y luchadora que necesita ese dinero para poder salir de su casa desestructurada de Detroit y llevarse a su hermana pequeña muy lejos de allí. Con un papel más secundario, le acompaña su novio en la ficción, Daniel Zovatto, el malote del trío, en el papel de Money. A Daniel le recordaremos por su trabajo en la fascinante It Follows como Greg. Dylan Minnette (Pesadillas) será Alex, el que parece a priori el aguafiestas y miedoso del grupo, pero que poco a poco será el que más implicado se vea en esta historia. Además, la propia cámara será como un personaje más que te va mostrando las pistas, pero a la vez te engaña y te asusta en una serie de momentos que harán al espectador saltar de la butaca. El público pasará de un bando de empatía hacia el otro constantemente, y es que todos los personajes te despertarán sentimientos buenos y malos en función de la situación que se presente. Otra de sus fortalezas es que es un largometraje que va dirigido a más gente que el trabajo anterior de Álvarez (solamente apto para goreadictos), ya que en No respires la sangre pasa a un plano secundario para ganar el puesto principal el suspense.
Un par de giros finales más que espectaculares y un comienzo y cierre perfectamente estructurado, redondo y con sorpresas son las grandes bazas de la cinta. Asimismo, la película no sería completa si no fuera por los grandes movimientos de cámara de Álvarez, que, junto al montaje de Eric L. Beason, la fotografía de Pedro Luque y la curiosa y original banda sonora del compositor Roque Baños, que utiliza la propia casa como instrumentos (el crujir de la madera al pisar el suelo, los hierros que rozan…), logran crear un auténtico monstruo, un auténtico horror.
No se le podía haber puesto un mejor título a esta película, ya no solamente por lo que hacen los personajes, sino por las sensaciones del público, que también notará que se asfixia, que no le queda aire. ¿Estás preparado para coger aire durante los próximos 89 minutos?
LO MEJOR:
- El cambio de roles en los personajes.
- Las interpretaciones.
- Su guion y planos con ritmo, suspense y sustos.
- El momento en el que se apagan las luces para todos.
- El público se introduce desde el primer minuto en la historia.
LO PEOR:
- No aplaudirla.
- Que la cataloguen de slasher.
- Necesitas más.
María Páez