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2017 CINE ENTREVISTAS REDACTORES

JAUME BALAGUERÓ: «AL FINAL LAS MUSAS NO SON TAN MALAS; HACEN LO QUE TIENEN QUE HACER: INSPIRAR»

Equipo de la película Musa

Su primer corto (Alicia, en 1994) le hizo ganar el Premio a Mejor cortometraje en Sitges. Más tarde nos hizo ser Frágiles, tener miedo a la oscuridad y supuso un cambio en el cine de terror español, dándonos una nueva forma de ver y temer a los virus, o quizá a los zombis, en un formato de reportaje televisivo haciendo resurgir el found footage en un edificio de La Rambla en Barcelona. Luego nos hizo mirar debajo de la cama antes de irnos a dormir; sí, hemos tenido la suerte de estar con él, con Jaume Balagueró (Lérida, 1968) y conversar sobre su última película, Musa, cuyo estreno mundial vivimos en el 50 aniversario de Sitges. 

Franka Potente y José Carlos Somoza

Otra vuelta de tuerca a lo que nos tienes acostumbrados a ver. Llevabas muchos años pensando en este proyecto, ¿por qué te atreviste a hacerlo?

 

J. B.: Por el reto, porque era difícil. Me fascinó la intriga de la novela y ese mundo que creaba con esas musas que eran malas y brujas, y luego esa trama, casi política interior de odio de ellas, e ir descubriendo quién es realmente quién y todo lo que pasa luego con ese drama. La historia es la misma en la película que en la novela, pero curiosamente no arranca el libro con la presentación de Beatriz, la estudiante novia del protagonista, sino que hace referencia de vez en cuando a aquello que pasó, y pensé que la trama era esa. Me volvía loco al leer: “La dama que se encuentra en tu corazón”. Esto ya no es thriller; esto es poesía. Es muy difícil, pero quiero hacerlo. Quería focalizar toda esa trama de la novela.

¿Era la primera novela que leías de Somoza?

 

J. B.: Sí, pero luego he leído más.

¿Tenías clara ya la atmósfera que le querías dar a la película? Porque es verdad que hay momentos en los que no sabes si quien aparece es un fantasma o alguien real.

J. B.: Es que a mí me gusta mucho la cosa fantasmagórica norteamericana, de los inocentes; esa atmósfera de cine de romanticismo fúnebre y las historias clásicas de fantasmas. Rodar en Irlanda y en Bélgica con esa atmósfera húmeda nos ayudaba mucho.

¿En ningún momento pensaste en rodar en España?

J. B.: Se creó enseguida una coproducción con Irlanda; en concreto, en Dublín grabamos en el Trinity College. 

A la hora de escoger a las musas, ¿cómo fue el casting?

J. B.: Fue un casting muy específico buscando cada personaje, cada musa. Niñas vimos muchas, y de repente vimos a Eve Maher y nos alucinó, porque era una niña antigua. Y así íbamos buscando a cada una. Teníamos que escoger a las que mejor iban a funcionar. Para las españolas, Leonor Watling y Manuela Vellés: enseguida supe que eran ellas.

Leonor Watling, Jaume Balagueró y Manuela Vellés

Pero ¿había más candidatas, además de ellas?

J. B.: Había un condicionante muy claro, que era el inglés. Leonor habla inglés de forma nativa (es de madre inglesa) y Manuela lo habla muy bien también. Manuela tiene esa cosa de dulzura; tenía que ser una cara, una mirada que enamorase enseguida. Tenía que ser luz y la posibilidad de transformarse de esa forma más brutal.

En el momento en el que le preguntan al personaje de Samuel: «¿Me puedes decir que me vas a querer para siempre?» parece que le cuesta responder… ¿Es miedo? ¿No la ama cien por cien?

J. B.: Así es como funcionan las cosas realmente. Los hombres tienen miedo, y las mujeres no. A partir de un momento las cosas cambian, pero normalmente los hombres son así, es una cosa natural y muy habitual; no debería ser, pero es así. Samuel está enamorado, pero quiere mantener su terreno y su espacio, porque los hombres son más egoístas y precavidos. Es una cosa muy masculina lo de mantener su territorio. Esto contado así parece malo, pero eso es así, y yo soy un hombre y lo digo.

¿Cómo fue grabar la brutal escena con Franka Potente?

J. B.: Aunque fue muy complicada, no se tardó mucho. Yo al principio la pensé mucho más gore de lo que salió, pero tampoco era tan interesante ver cómo se arrancaba trozos de piel, pues corríamos el peligro de que fuera tan grotesca la escena que no fuera creíble. Así que lo más interesante fue focalizar en la emoción. Lo que realmente perturbaba era el dolor que emerge de alguien que no puede parar de comerse a sí mismo, y Franka demuestra muy bien eso.

¿Quisiste contactar con ella por algún motivo? Por ejemplo, por su papel de Anita Gregory en Expediente Warren: El caso Enfield.

J. B.: No, ni siquiera la he visto. Fue una propuesta de casting y me gustó mucho, porque es una mujer muy fuerte y muy física, y su personaje tenía de eso, seguridad y cierta arrogancia que comparten ambas.

Manuela Vellés, Jaume Balagueró y Franka Potente

¿Cuáles son tus musas a la hora de escribir y dirigir?

J. B.: Muchas cosas que te pasan son las cosas que te inspiran. En realidad, ahora que me preguntas esto, te diré que al final las musas no son malas, es decir, sí lo son, pero hay una lectura en la película que dice que no son realmente malas, sino musas; al final lo que han hecho ha sido inspirarle a él una historia, que es la que acaba escribiendo. Hacen lo que tienen que hacer, inspirar, y eso me parece muy interesante: venimos, te inspiramos y nos vamos.

Como fan del terror, ¿cómo vives el festival pasados los años, desde el otro lado y no como espectador?

 J. B.: Lo echo mucho de menos. Yo venía y veía mis pelis con mucha emoción. Tengo ganas de ver muchas pelis, pero no me da tiempo.

Una agradable, corta pero intensa conversación con uno de los grandes por referencia en nuestro cine de género, que en este último trabajo deja su lado más terrorífico para mostrarnos su lado más romántico. Porque si algo nos quedó claro es que Jaume Balagueró, aparte de talentoso, es un hombre con mucha sensibilidad y romanticismo.

María Páez

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Periodista que considera que para ser una verdadera cinéfila tienes que ser una 007, con licencia para devorar todo el cine. Eso sí, prefiero quedarme atrapada en una cueva con Michael Myers, el payaso de It, Chucky, y la niña de El exorcista que en un palacio con princesas de cuento.