ATERRIZAMOS EN SITGES 2017: EMOCIÓN PURA TRAS DESCUBRIR LA FORMA DEL AGUA
Una vez más, bienvenido a mi casa. Ven libremente, sal con seguridad, deja algo de la felicidad que traes. Mucha razón tenía Bram Stoker en Drácula al pronunciar esta cita, porque es pisar la localidad de Sitges y directamente sentirnos como en casa y aumentar nuestra felicidad.
Con la acreditación a punto, comenzamos el jueves 5 de octubre con fuerza a las 11:30 de la mañana con un panorama bastante despejado para lo que iba a haber tres horas más tarde. Los primero aficionados hacían fila para ir al Auditori a ver la película de inauguración, una de las cintas más esperadas de este año. No iba a ser menos, puesto que además de ser la película que da el pistoletazo de salida de este año, su director es el padrino de esta edición y, para más inri, es la ganadora a Mejor película en el pasado Festival de Venecia: nos preparábamos para ver lo nuevo del director mexicano Guillermo del Toro, La forma del agua, que se llevaba la ovación del público y la crítica.
LA FORMA DEL AGUA
5/5
Él es el único que me ve como un ser completo, como si nada me faltase. Una «princesa» muy corriente bajo la inmejorable interpretación de Sally Hawkins (Maudie) como Eliza nos ha enternecido en esta bonita y «acuática» historia de amor junto al anfibio encarnado por Doug Jones (Nunca digas su nombre). Bajo estas líneas parte la sensible, fantástica y a la par realista historia creada por el gran Guillermo del Toro. Pura estética que nos hace recordar al universo Amélie, de Jean-Pierre Jeunet: su banda sonora de Alexandre Desplat, su estética, su fotografía de Dan Laustsen… Porque la elegancia que ha utilizado desde el minuto cero hasta su final en cada plano, tanto a nivel narrativo como técnico, es fabulosa. La forma del agua es pura crítica que demuestra que un monstruo puede ser menos monstruo que un ser humano. La forma del agua es un poema; es un grito al amor por el cine, un grito al amor por el amor que os ampliaremos próximamente en una crítica más extensa y que el público podrá ver en la gran pantalla gracias a Fox el próximo enero de 2018.
LO MEJOR:
- Su narrativa.
- Meterte en la historia al cien por cien.
- Su estética a todos los niveles.
- El reparto.
LO PEOR:
- Perdérsela.
THE BATTLESHIP ISLAND
2,5/5
De México nos íbamos directos a Corea del Sur con el filme de Ryoo Seung-wan (Veteran) Battleship Island. Una historia muy bien narrada y documentada en los acontecimientos de la Segunda Guerra Mundial en la que los japoneses eran más que crueles explotando a los coreanos en la isla de Hashima. Una película correcta, con buenas interpretaciones muy humanizadas: la de la pequeña Kim Soo-Ahn, que recordamos de Train to Busan junto a su padre en la ficción, el clarinetista encarnado por Jung-min Hwang que vimos en El extraño. Un estilo realista (destacando la tremenda batalla final) y planos brutales dignos de aplaudir, pero que a pesar de todo ello, es narrativamente muy lenta, y llega a tal punto que no sucede mucho más que la situación contada anteriormente durante sus 132 minutos de lucha por la supervivencia a pocos días de estallar la bomba atómica de Nagasaki.
LO MEJOR:
- Muy bien documentada la historia.
- Reparto realista.
LO PEOR:
- Lentitud en su narrativa.
- Echar en falta algo más en su historia.
¿Qué mejor plan podíamos tener después de dos proyecciones de tal calibre? Encontrarnos con el propio Guillermo del Toro, todo un lujo que recordar para el resto de nuestros días. Un maestro del cine que trata de tú a tú, con un fantástico sentido del humor, confesó estar encantado de asistir a Sitges como uno de los protagonistas, en el que nos contó lo que era para él estar aquí: «Para mí que exista un festival como Sitges es vital para el mundo«. Cuando vino en 1993 por primera vez aquí con Cronos, su ópera prima con la que ganó el premio a Mejor guion, se dio cuenta de que iba a ir a un lugar en el que se veía lo fantástico como algo maravilloso que hay que arropar siempre. La percepción del público en cuanto al género en Europa es muy distinta de la que se tiene en América: hay una vocación que en Europa se tiene y en América no. El director afirmó que escribió el papel de la protagonista para la propia actriz específicamente, Sally Hawkins, a la que descubrió en una serie de la BBC, Fingersmith. Vio que era una mujer extraordinaria y que en esta especie de La Bella y la Bestia ella era la indicada para hacer a esa Bella que no fuera una princesa Disney, que hirviera huevos y se masturbara cada mañana como una persona normal, afirmó entre risas Del Toro, y que el monstruo no se convirtiera en un príncipe. «El papel de Sally es el de una de esas princesas que te puedes encontrar en el autobús, y es maravillosa».Contaba también que tardó tres años en diseñar la criatura. Con 6 años, Guillermo veía muchas películas fantásticas en su ciudad, Guadalajara. Un día vio La mujer y el monstruo, de Jack Arnold, y la escena en la que la criatura nada bajo Julia Adams con su traje blanco le pareció puro cine, arte que no podía verbalizar, y pensó «ojalá acaben juntos». Estuvo pensando en esta idea durante décadas, reflexionó en cómo contar esa historia, y así salió La forma del agua. Guillermo estuvo contando cómo se diseñó la criatura técnicamente, un proceso que fue muy costoso: tenía que ser un Dios, un animal y el protagónico masculino. Había que aunar esas tres cosas en una, y es tan difícil que tardaron tres años: «El truco es que te puedas creer el enamoramiento. Es una película enamorada del cine y enamorada del amor», dijo contundente. El cineasta cuenta que ha intentado hacer referencias a películas cutres, las que echan los domingos; si no, hubiese cogido una escena de Cantando bajo la lluvia, pero no. Es la primera película que hace como adulto que habla de amor, política, sexualidad… Que habla de personas invisibles y de un ser despreciado por el antagonista que viene de Sudamérica. Una crítica «muy sutil», dijo muy chistoso. Un cuento para la época actual para que se vea la diferencia entre el amor y el odio, la crispación hacia el otro… La forma del agua es una película que costó 19 millones de dólares con la ambición de parecer que fuera de 60, y así lo ha conseguido.
«La trayectoria es un accidente a cámara lenta», afirmó cuando le hicieron referencia al trabajo de Las montañas de la locura, la novela de Lovecraft que sigue en proceso para poder filmarla. Del Toro habló sobre la ecuación «más dinero, menos libertad», pero a pesar de ello reconoce que desde 1997 ha hecho lo que ha querido: «Si la he cagado, la he cagado yo».
En cuanto al género, el director quiso dejar claro que él no se considera un director de horror: «Realmente a mí lo que me atrae del género es la poesía, los elementos mecánicos de la sangre. El susto me atrae muy poco. Me interesa la mecánica de un cuento de hadas con la estética del horror porque son primos hermanos: del cuento de hadas surge el cuento del horror. Me interesa la pantomima de King Kong, Nosferatu, etc. Como productor sí me divierto, pero como director me aburre soberanamente la mecánica del horror». Del Toro terminó la rueda de prensa con la actualidad, en cuanto al referéndum catalán. Este quiso mantener distancia con respecto al tema y reconoció que le era muy doloroso verlo: «Lo que tengo que decir en cuanto a la relación entre el humano y el humano lo digo en las películas», dijo contundente.
La primera jornada de tarde de este año iba a ser para el cine de El Retiro. Allí íbamos directos a ver algo diferente, más independiente.
THE ENDLESS
5/5
Hacen falta las tres lunas para llegar al descenso. ¿Esto suena a secta, verdad? Justin Benson y Aaron Moorhead nos traían una de esas historias que nos dejan reflexivos, emparanoiados; de estas que nos dan miedo de verdad. Lo interminable: así iba a ser la vida de los dos hermanos protagonistas (Justin y Aaron), que regresan al culto del que huyeron de pequeños para ver a sus antiguos compañeros. Una película que ambos dirigen, escriben e interpretan con una atmósfera con esencia Lovecraft que nos hace recordar en momentos a Coherence o a la propia The invitation, que también pudimos ver en Sitges años atrás. The Endless es un bucle que hará al espectador introducirse en este juego paranoico, «divertido» y escalofriante durante y después de verla en la pantalla. Intriga desde el primer minuto con referencias directas a otra de sus películas en una de sus escenas (Resolution). Nos subimos al carro de ser fans de estos dos grandes y jóvenes cineastas que en este bucle inmenso nos han dejado prendados.
LO MEJOR:
- El bucle escalofriante.
- Dirección, reparto.
LO PEOR:
- Emparanoiarse demasiado con la historia.
- Que no sea valorada por el público adicto a lo comercial.
Hablando de bucles nos quedábamos el resto de lo que quedaba (ya de noche) de las 24 horas de este primer día en El Retiro. Ahora seguimos con el tema de las sectas, pero con un punto más alto de psicopatía.
JACKALS
3/5
«Esta película está basada en hechos reales», nos anuncia un rótulo. Eso siempre nos gusta, y todavía más si a eso le juntamos su comienzo: la cámara enfocando subjetivamente es el propio psicópata enmascarado que aparece matando a su familia. Jackals en un gran rótulo rojo y una música estridente. Empieza fuerte la película de Kevin Greutert, ¿verdad? Lo que no preveíamos es que a medida que iba pasando la historia se iba a ir desinflando, puesto que la misma historia (de la que destacamos el personaje interpretado por Nick Roux) se hubiese podido contar en menos tiempo. Un juego contrarreloj de una familia desesperada que nos deja intrigados y nerviosos en un principio, pero poco a poco vamos perdiendo el interés en esta casa rodeada de psicópatas de un culto, el conocido como «home invasion» (que recuerda a la saga de La purga). Otra cosa no, pero debemos reconocer que su atmósfera es muy acertada, hasta el punto de generarnos «miedo» a la salida del cine para ir a casa.
LO MEJOR:
- El mal rollo que genera la historia.
- Buen comienzo.
LO PEOR:
- Es una historia que se desinfla.
- Pensar que puede suceder.
Finalizábamos la noche con el primer filme del maratón con Tokyo Vampire.
TOKYO VAMPIRE HOTEL
3/5
Largometraje proyectado de madrugada y de nacionalidad japonesa, ¿qué esperábamos? Pues mucha sangre y surrealismo. Efectivamente, eso nos daba Tokyo Vampire Hotel, la locura del director japonés Sion Sono (El club del suicidio). Una historia basada en su serie de televisión para Amazon bajo el mismo título pero rodada en 142 minutos. Tokyo Vampire Hotel comienza con el cumpleaños de Manami; pero lo que iba a ser una gran celebración termina con una fiesta de la sangre en la que ella es la única superviviente y se ve perseguida por dos clanes. Locura, sangre, sexo… ¿Hemos dicho sangre? Son los ingredientes de esta interminable y a la vez dinámica película que deja descuadrado al que la ve. Una vez pasada media película, su música y su estética te hacen replantearte tu propia cordura (aspecto positivo y negativo a la vez), porque la ligereza y la máxima acción como puntos fuertes de la cinta nos hipnotizan en cada plano. La lucha de fuerzas, el amor, la simbología sexual, el enfrentamiento entre el humano y el vampiro (fuente de alimentación para los segundos), el rechazo, o la soledad son algunos de los temas centrales de esta loca historia, localizada en la propia Transilvania (Rumanía), llena de originalidad en la temática de los filmes de vampiros.
LO MEJOR:
- Historia original, loca y surrealista.
- Dinamismo, acción y sangre.
LO PEOR:
- Demasiado surrealismo.
Un primer día cargadito de emociones en nuestra primera noche sitgeriana, llena de sueños (no sabemos si buenos o malos, en función de la imprudencia con la que nos enfrentemos a estos).
María Páez