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DESMONTANDO 8 MITOS SOBRE EUROVISIÓN

Como cada año, cuando se acerca la fecha de una nueva edición, los eurofans tienen que enfrentarse al dilema de desmontar los mitos sobre Eurovisión que se propagan por las redes, escuchan en sus puestos de trabajo o en reuniones con amigos, o bien dejar que la gente siga viviendo en la ignorancia. Eurovisión es algo que a pocos les importa pero de lo que todo el mundo habla. Ergo lo que se dice muchas veces es sin fundamento.

Para ahorrarles el trabajo tanto a los que recurren a tópicos fácilmente desmontables como a quienes siempre tienen que estar corrigiéndolos, os hemos preparado un fact checking, pero de los que molan. 

1. Solo se puede ganar cantando en inglés

Salvador Sobral - El Palomitrón

La victoria de Salvador Sobral en 2017 nos trajo varias cosas buenas y una muy mala. Entre lo positivo: demostró que se puede ganar el festival cantando en un idioma distinto al inglés (en este caso portugués) y en cualquier estilo, siempre que el tema sea bueno. Lo malo: que Sobral se creyó que estaba salvando Eurovisión de los supuestos males de la música comercial y no ha parado de hacer declaraciones de absoluto desprecio por el resto de candidaturas de su edición y la posterior de 2018. Debe ser que la música nace y muere con él. 

Sobral no ha sido el único en ganar Eurovisión en el siglo XXI pasando de lo anglo: la serbia Marija Šerifović logró la misma gesta diez años antes con el tema Molitva. Además, la ganadora de 2016 Jamala (Ucrania) introdujo estrofas en tártaro en su tema 1944. Italia es otro país que obtiene fantásticos registros en su lengua: abonados al Top 10, fueron los ganadores del televoto en 2015 con el cuarteto lírico Il Volo:

2. Las puestas en escena tienen que ser rocambolescas

Cierto es que la culpa de este mito la tienen algunas actuaciones que ganaron a principios de los 2000 y en las que los juegos con el vestuario llamaron mucho la atención, como Letonia en 2002 y Turquía en 2003:

Pasada la fiebre momentánea, hemos visto todo tipo de puestas de escena ganadoras: desde la impecable Euphoria de Loreen (Suecia, 2012) hasta la sobriedad de los antes mencionados Šerifović y Sobral o la alemana Lena, que ganó en 2010 cantando Satellite con un sencillo vestido negro y sin apenas moverse del diámetro de una baldosa: 

3. «Esa canción no es eurovisiva»

Lordi - El Palomitrón

Lo de las canciones poco eurovisivas ya aburre hasta a las ovejas. Si repasamos la lista de ganadores de Eurovisión en el siglo XXI encontramos a los heavies de Lordi (Finlandia, 2006), la balada clásica de Sobral Amar pelos dois (Portugal, 2017), el dance de Loreen (Suecia, 2012), la balada épica de Conchita Wurst (Austria, 2014) o la canción sin estribillo de Jamala (Ucrania, 2016). Y si ampliamos la búsqueda, veremos propuestas como el delicioso tema folk Calm After The Storm de The Common Linnets (Holanda, 2014) que se quedaron a un paso de la victoria:

Lírico, country, pop y rock son otros estilos que han obtenido muy buenos resultados en el festival. ¿Lo que no funciona? Ir un con un tema pop-rock canallita con unos vaqueros y unas Converse desgastadas como si estuvieras en la sala Búho Real ante 17 personas. Afortunadamente, a ningún participante se le pasa por la cabeza semejante despropósito.

4. España no gana por cuestiones políticas

Pastora Soler - El Palomitrón

En primer lugar, España no es la República Popular Democrática de Corea. Somos una de las principales potencias de la Unión Europea con un sistema político alineado al de la mayoría de países participantes y no vivimos un bloqueo económico por parte de Estados Unidos para que caiga nuestro gobierno y puedan privatizarse nuestros recursos petrolíferos. Al margen de las teorías conspiratorias, nadie en su sano juicio puede creer que podemos ganar Eurovisión con propuestas como esta:

Europa no ha tenido reparos en darnos buenas posiciones (5º, 6º, 7º y 10º en 2001, 2002, 2003 y 2012/14, respectivamente) cuando hemos llevado buenos temas e interpretaciones. El país con más victorias (7 en total) en Eurovisión es Irlanda, que tiene menos vecinos que nosotros y, como ya comentamos en nuestro artículo sobre Eurovisión y política, «en las últimas 19 ediciones se han producido victorias de países bálticos (Estonia y Letonia), escandinavos (Suecia, Noruega, Finlandia y Dinamarca), centroeuropeos (Austria y Alemania), mediterráneos (Grecia, Turquía e Israel), repúblicas ex soviéticas (Rusia, Ucrania y Azerbaiyán) y ex yugoslavas (Serbia) e incluso el país con menos vecinos del continente junto a Irlanda: Portugal». 

5. Los artistas LGBT parten con ventaja

Conchita Wurst - El Palomitrón

No se ha pronunciado mentira más maravillosa sobre Eurovisión que la que defendían los que pensaban que Conchita Wurst ganó en 2014 por «ser una mujer con barba». ¿No justifica esa sola afirmación la existencia del festival? ¿En qué otro contexto social o artístico de gran alcance y dentro de los márgenes de lo comercial te puede beneficiar ser una persona LGBT? Ojalá fuera cierto, pero la realidad es que Conchita nunca fue favorita en las apuestas hasta que se plantó en el escenario de Copenhague para regalarnos esta incontestable interpretación de Rise like a Phoenix en las semifinales:

A partir de ahí, la popularidad de la cantante subió como la espuma y nadie le pudo apear de un merecidísimo triunfo. Rise like a phoenix es contemporánea del Skyfall de Adele, que ese mismo año lo petaba y se acabó llevando el Oscar a Mejor canción original. Era el año de las baladas épicas y la Wurst acertó con el tema, la puesta en escena y la interpretación. Aparte de Conchita, ¿cuántos ganadores LGBT tiene Eurovisión y cuántos son cisheteros? Pues eso.

El público LGBT ha contribuido mucho para que Eurovisión sea hoy el evento no deportivo más seguido de todo el planeta, y acudir al festival con un discurso abiertamente homófobo te penalizaría, pero con respetar la Declaración Universal de los Derechos Humanos es suficiente. Pueden dar fe la inmensa mayoría de ganadores y ganadoras, cisteheros e igualmente aupados por los votantes europeos. 

6. Es un espectáculo freak

Es cierto que Eurovisión vivió un momento de invasión freak a principios del milenio y cada año había al menos un país que mandaba una propuesta dispuesta a dinamitar el festival desde dentro. España no se quedó atrás, aunque llegó tarde como siempre a Eurovisión, y mandó en 2010 a Rodolfo Chikilicuatre en lugar del ya clásico contemporáneo La revolución sexual de La casa azul. Si nos va mal es porque nos lo hemos buscado.

Más allá de esas propuestas, anecdóticas en cantidad pero que hicieron mucho ruido, mucha gente aprovecha para sacar su etnocentrismo y homofobia a pasear para criticar al festival. El folklore de los países bálticos, del este o de cualquier latitud alejada a la tuya o una mujer con barba no son frikadas. Si Conchita Wurst te parece una freak, eres homófobo. 

Una vez dicho esto, ¿quién no agradece en un espectáculo de 3 horas que alguna de las candidaturas presente algo así de excesivo? 

Esto no es freak, es barroquismo, y lleva inventado desde hace casi 500 años.

7. Las canciones no trascienden al festival

Falso. Está claro que no todas las participantes y ni siquiera todas las ganadoras pueden tener repercusión mundial. Pero la lista de temas participantes en Eurovisión que han tenido largo recorrido comercial es larga. 

Si pensamos a nivel global, temas como Fuego (Chipre, 2018), Euphoria (Suecia, 2012), Heroes (Suecia, 2015), Amar pelos dois (Portugal, 2017), Hard rock hallelujah (Finlandia, 2006), Fly on the Wings of Love (Dinamarca, 2000), Diva (Israel, 1998) y muchos más de los 60 y 70 han sido grandes éxitos tras el festival.

Y mirando para dentro, temas como Estando contigo (1961), Yo soy aquel (1966), Vivo cantando (1969), Eres tú (1973), ¿Quién maneja mi barca? (1983), Bandido (1990), Bailar pegados (1991), Dile que la quiero (2001), Dime (2003) o Quédate conmigo (2012) son altamente reconocidos en el imaginario colectivo español. 

8. ¡Australia no está en Europa! ¡Ya participa cualquiera!

UER - El Palomitrón

Gracias por la lección de geografía, José Miguel. Pero la realidad es que Australia está totalmente legitimida para participar en Eurovisión. Sabemos perfectamente que Oceanía no queda muy cerca de París, aunque seguro que más de un rico australiano ha querido desgravarse unos impuestillos donando dinero para la reconstrucción de Notre Dame. Es lo que tiene la globalización.

Volviendo a la composición de participantes del festival, Australia acude desde 2015 por ser país asociado de la Unión Europea de Radiodifusión (UER), el organismo que celebra cada año el certamen. La UER es un organismo que engloba a televisiones, radios y otros medios multimedia cuya función consiste en difundir contenidos de servicio público. Sus miembros pueden ser activos, asociados o autorizados, y dentro del segundo grupo encontramos a medios de Australia, Brasil, Canadá, China, Japón o Estados Unidos, así que podría darse el caso de que participasen en un futuro. Entre los miembros activos, además de la mayoría de estados europeos, se encuentran Marruecos, Libia, Líbano o Jordania, a los que esperamos con las puertas abiertas para cuando quieran enviar sus candidaturas y enriquecer culturalmente al festival. 

Fon López

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He crecido viendo a Pamela Anderson correr a cámara lenta por la arena de California, a una Carmen Maura transexual pidiendo que le rieguen en mitad de la calle, a Raquel Meroño haciendo de adolescente con 30 años, a Divine comiendo excrementos y a las gemelas Olsen como icono de adorabilidad. Mezcla este combo de referencias culturales en una coctelera y te harás una idea de por qué estoy aquí. O todo lo contrario.