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CRÍTICA: MÍA Y MOI

ANTECEDENTES

Aunque con experiencia en el sector audiovisual, Borja de la Vega entronca la dirección de su primer largometraje con Mía y Moi, una propuesta de personajes heridos encerrados en una casa, como si de un retiro espiritual se tratara. Para ello, se acompaña de actores reconocidos como Bruna Cusí y Eneko Sagardoy, y otros no tan avenidos en la estela cinematográfica, pero sí con cierta trayectoria como Ricardo Gómez y Joe Manjón. Cuatro actores en esta mirada, de silencios que hablan, que tuvo su premiere en el pasado Festival de cine de autor de Barcelona (D’A).

LA PELÍCULA

Nos introducimos en la oscuridad de una gran casa, casi abandonada. En sus recuerdos, en sus vivencias, y en la mirada de dos hermanos heridos. Un reencuentro, el de Mía y Moi, para firmar un ejercicio de reflexión acerca del dolor, y de las secuelas del pasado. Una mirada al duelo, pero también el deseo de reconstruir toda una vida juntos. Una vida marcada por el dolor y al mismo tiempo por una complicidad clave y salvadora. Así se fragua la idea y el desarrollo de esta propuesta, mirada con detalle y empapada de los silencios más expresivos. Es una película de observación y de dejar respirar a esos personajes para que nos dejen entrever esa herida, que nos lleva a caminos de plena actualidad social.

En ese sentido, Borja de la Vega da entidad y fortaleza a los encuadres que dibuja, a las líneas fotográficas, y al acercamiento a esta idea de encerramiento emocional. Encerramiento cuyo clímax de absoluta tensión acaba estallando por la llegada de un personaje que remueve los cimientos de un pasado doloroso. Y es aquí cuando la película comienza a dibujar unos trazos gruesos acusados y unos desvíos argumentales y narrativos tan exagerados como innecesarios para el devenir de la narración. Una narración que bajo un arranque certero acaba cediendo sus honores al folletín más incomprensiblemente fraguado.

Es una pena que un ejercicio tan firme en sus ideas y en su construcción atmosférica, sin olvidarnos de los firmes aportes interpretativos de Bruna Cusí, Joe Manjón y especialmente de un estupendo y humano Eneko Sagardoy, acabe cediendo sus fortalezas al melodramatismo y a la exageración más culebronesca. Tampoco se entiende la elección de Ricardo Gómez para un personaje tan complejo como complicado, que por desgracia no sabe fortalecer, sino llevar a los límites de lo inverosímil. Por suerte, la película cierra con una secuencia de enorme poder emocional y conceptual, y al final prevalece la idea de un ejercicio que, con sus errores, tiene mirada y talento.

ELLOS Y ELLA

Si Eneko Sagardoy defiende el trabajo interpretativo más humano y potente de la película y Joe Manjón y Bruna Cusí defienden de forma correcta sus opciones, en el otro lado de la balanza, atisbamos el irregular trabajo de un Ricardo Gómez absolutamente equívoco para su complicado personaje.

LA SORPRESA

Siempre es una sorpresa grata deleitarse con miradas que dan espacio a las vivencias de personajes que necesitan respirar y expresarse libremente.

LA SECUENCIA/EL MOMENTO

Sin duda, la secuencia final, en ese apelativo de auxilio que emite Mía, comprende un cierre portentoso a esta irregular propuesta.

TE GUSTARÁ SI…

Si disfrutas de las historias de personajes heridos.

LO MEJOR

  • El talento de Eneko Sagardoy.
  • La conseguida construcción atmosférica.

LO PEOR

  • El errático trabajo de Ricardo Gómez.
  • Unos desvíos argumentales y narrativos que anulan el interés de la propuesta hacia su segundo tramo.

Alberto Tovar

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