ANTECEDENTES
Isidro Marcelino Orbés Casanova, nacido en 1873 en la localidad aragonesa de Jaca, debería ocupar un lugar destacado en la lista de grandes artistas españoles. Sin embargo, está en el de los olvidados. Ahora bien, aunque su nombre nos resulta desconocido, no significa que lo sea. En su tiempo, el mismísimo Buster Keaton describió a Marcelino como “el mejor payaso que he visto sobre un escenario”. Y sí, lo fue. Brilló en los mayores teatros del mundo. Incluso compartió cartel en Londres con Charles Chaplin, quien antes de transformarse en Charlot ya lo admiraba hasta el punto de que fue él el responsable de rescatar su memoria del ostracismo cuando lo mencionó en su autobiografía.
En España, el periodista Mariano García descubrió la figura de este universal acróbata y payaso por casualidad. La investigó a fondo, publicando finalmente sus pesquisas en el libro Marcelino, el mejor payaso del mundo. Es el mismo título elegido por el director Germán Roda (Juego de espías, Desmontando a la muerte, Los años del humo) para reivindicar su historia a través del cine. Se trata de afable docudrama que navega entre la realidad y la ficción. Entre el dolor y la risa. Entre el estrellato y el precipicio.
LA PELÍCULA
Germán Roda vuelve a dar en Marcelino, el mejor payaso del mundo, razones para acreditarlo como maestro del documental. No todos los cineastas saben ofrecer en sus obras una mirada especial como la que aporta Roda al género más realista. Simplemente tirando de archivo y de testimonios, en el cine han visto la luz acontecimientos reales la mar de interesantes, o biografías de personajes increíbles. Películas correctas, didácticas e incluso entretenidas, aunque sin más trascendencia. Luego están las historias que van más allá, porque además de autenticidad, tienen alma. Marcelino, el mejor payaso del mundo entra dentro de esa categoría.
Sobre todo, porque no es solo una crónica sobre la leyenda de un personaje histórico, por muy relevante que este haya sido, sino más bien un reconocimiento a quienes se dedican al mágico (e infravaloradísimo) arte de hacernos reír. Un docudrama tierno, sencillo y sensible. Además de contar y documentar los datos biográficos más relevantes de la vida de Marceline, mérito de un cuidadoso trabajo de investigación, el filme pone en valor la profesión de payaso.
Añadiendo testimonios de algunos profesionales actuales, pero sobre todo con la valiosa participación de Pepe Viyuela, encaja entre los hechos una dramatización muy natural de los acontecimientos que marcaron la vida de Marcelino, tanto encima de un escenario como en su faceta más personal. Creando, en definitiva, una armonía perfecta entre el documental y la ficción.
ELLOS Y ELLAS
En la película Marceline cobra vida gracias a Pepe Viyuela. Un payaso contemporáneo rindiéndole homenaje a un payaso del siglo pasado. Nadie mejor que un clown experimentado como Viyuela para transmitir el ascenso y la derrota de uno de sus colegas más universales, mediante la recreación de sus triunfos en el escenario y escenas ficcionalizadas de su vida privada.
A la vez, el actor regala algunas conmovedoras reflexiones sobre la profesión dignas de ser mencionadas. Un adelanto. “Creo que hay un tipo de humor universal, que es el que recurre a lo básico. El que habla de la torpeza en los movimientos, de la vulnerabilidad del ser humano. En definitiva, lo que representa el payaso. Ese ser incapaz de hacer determinadas cosas y que se equivoca constantemente. Nunca va a dejar de ser un reflejo de lo que somos los seres humanos”.
LA SORPRESA
Que un chaval de los recados en la España rural se convirtiese, en el siglo XX, en una súper estrella de los escenarios en las capitales del mundo es una narrativa con potencial de sobra para ser trasladada al cine. Lo llamativo de Marcelino, el mejor payaso del mundo, es que cuenta una historia real de pe a pa. Si no lo supiéramos, pensaríamos que la biografía del excepcional payaso ha salido de la mente de algún guionista con mucho talento e imaginación.
LA SECUENCIA/ EL MOMENTO
Sobre 1905, Marcelino llega a Nueva York y casi inmediatamente ficha por el Hippodrome. Con su metro sesenta, un traje desgastado y el poder de la mímica, se adueñó del escenario del teatro más grande del mundo. Actuar ante más de 5.000 personas (así por encima, el equivalente por tres al Teatro Real de Madrid), supuso para él el apogeo de sus años de gloria. Nadie le hizo sombra hasta que el cine echó a andar, eclipsando a los hasta entonces reyes del entretenimiento. Algunos, como Charles Chaplin, supieron adaptarse al medio. En cambio, Marcelino se dio cuenta de que la pantalla no era lo suyo. El culmen de la película muestra un maravilloso encuentro ficticio entre ambas estrellas, en el que charlan sobre los viejos y los nuevos tiempos del espectáculo.
TE GUSTARÁ SI…
Te gustan las pequeñas historias de gente excepcional.
LO MEJOR:
- Además de descubrir la figura de Marcelino Orbés, profundiza en la profesión de payaso.
- Pepe Viyuela recreando el ascenso y el fracaso de Marcelino: un mimado homenaje de un payaso contemporáneo a su colega del siglo pasado más universal.
- El tipo de narración, una armonía perfecta entre el documental y la ficción.
LO PEOR:
- Los gags de la primera parte están como un recurso decorativo: amenos, pero poco significativos.
María Robert
