LA BELLA Y LA BESTIA
Lo peor que le puede pasar a una adaptación de un clásico de Disney es que pierda cierta magia por el camino. Y que la dirija Bill Condon (La saga Crepúsculo: Amanecer – Parte 2) (¿quién fue el genio que dejó que cayera en sus manos?). La Bella y la Bestia ha sufrido esta mala suerte unida al elevado hype que a través de teasers, trailers y adelantos de escenas se ha ido creando en la población, que habrá visto unas veinte veces el clásico de dibujos animados de Disney, una obra maestra que obtuvo hasta 3 nominaciones a los Oscars en 1992 y que llegó a ser la primera película animada que lograba colarse en la categoría a Mejor película. La expectación con su versión de 2017 no podía ser menos…
Bill Condon ha sido fiel al clásico de Disney, a pesar de haber incluido algunas novedades en la historia tratando de aportar nuevas motivaciones en los personajes, como ocurre en el caso de qué fue de la madre de Bella o el pasado de la Bestia. Estos hilos argumentales no enriquecen demasiado la historia, alargándola incluso demasiado (129 minutos frente a los 85 minutos de la de animación), aunque no llegan a entorpecerla. El fallo es, posiblemente, y aunque suene extraño, el haber querido ser demasiado fiel, no a la historia en sí, sino a todas las escenas de la película de 1991.
La Bella y la Bestia hace una entrada muy prometedora al narrar la maldición que cayó sobre el castillo acompañada de la música de fondo de este clásico y con la que muchos se emocionarán y regresarán a su niñez. En cuanto llega la escena musical de la aldea (Bonjour, bonjour…), esta se nos queda pequeña, y parece que el director contaba con un espacio limitado a la hora de rodar sin poder evitar esa sensación claustrofóbica que transmite uno de los openings más brillantes que nos brindó el cine en ese año 1991… Una pena no haberle dado la importancia y por lo tanto grandeza que merecía.
“¡Qué festín, qué festín! Un banquete de postín…” ¿Lo recordáis? Una de las escenas musicales más coloridas e imaginativas que la película de animación nos regaló y que todos conservamos en nuestra retina. Pues bien, la animación puede hacer maravillas y llevarnos a un mundo de imaginación sin límites. Bill Condon probablemente no fue consciente de que hay cosas que deberían permanecer en el mundo de la animación a no ser que se reproduzca de una manera impecable y que no caiga en algo creepy como sucede aquí…
La voz de Emma Watson (Regresión) es de lo mejor de la película, pero no puede decirse lo mismo de su actuación. La joven actriz está sobreactuada (atentos al momento de sorpresa al ver la biblioteca de la Bestia) y su actuación incluso podría tacharse de cursi. La duda reside en si se debe a que este papel simplemente no era para Emma Watson o si Bill Condon le ha dado las directrices equivocadas a la hora de dirigirla. Lo que sucede con este personaje es que uno no para de imaginarse la misma escena, pero con la Bella de 1991…
No sucede lo mismo con el personaje de Gastón, interpretado por Luke Evans (High Rise), que es, sin duda, lo mejor de la película. Evans parece haber nacido para ser Gastón y, aunque habría podido ser muy fácil caer en la exageración por el tipo de personaje, no cae en esta tentación. Josh Gad acompaña a Luke Evans como LeFou, el fiel compañero, enriqueciendo el personaje de Gastón y brindando una buena interpretación sin llegar a ser ridículo y dando un toque de humor a las escenas protagonizadas por ambos. Puede decirse que son parte de la salvación de esta versión. De hecho, la escena musical en la taberna es la que tiene más fuerza y e incluso puede verse algo de alma.
La transformación del final es uno de los momentos más temidos y que también podría haber quedado en una auténtica decepción. Tranquilos, no lo es: se recrea con gran solvencia y logra emocionar y hacer que el espectador esboce una sonrisa. Es cierto que ver cómo una vela se convierte en Ewan McGregor (Un traidor como los nuestros), un piano en Stanley Tucci (Transformers: La era de la extinción), una tetera en Emma Thompson (Bridget Jones’ Baby) o un reloj en el gran Ian McKellen (X-Men: días del futuro pasado) siempre son planos de gran ayuda para que algo funcione.
La Bella y la Bestia no es la peor adaptación ni tampoco la mejor, y se queda en tierra de nadie. La recreación de los detalles de la película de 1991 (vestuario, caracterización, planos, etc.) para hacer viajar al espectador a esas sensaciones es un gran esfuerzo, pero se queda en un esfuerzo sin alma. Bill Condon acaba ofreciéndonos una versión de La Bella y la Bestia demasiado correcta y que a más de uno decepcionará y dejará frío. Hay versiones que deberían dejarse tal y como están. Y este es el caso de La Bella y la Bestia.
¿Un festín? No, queridos, esta vez no.
LO MEJOR:
- Las canciones.
- Luke Evans dando vida a Gastón y la voz de Ewan McGregor.
- La transformación.
LO PEOR:
- Sus buenas intenciones carentes de alma y magia.
- Emma Watson y su cursilería.
- El tan esperado «Qué festín…».
Gabriela Rubio
Madre mía pero si la transformación era mucho más emotiva y brillante en la animada que en esta!!! Aquí quedo corta y simple en comparación