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TRANSFORMERS: LA ERA DE LA EXTINCIÓN

 

TRANSFORMERS: LA ERA DE LA EXTINCIÓN. Crítica. Cine y estrenos en El Palomitrón.

 

Hay que reconocer, le duela a quien le duela, que MICHAEL BAY es uno de los directores que mejor entienden el cine en su concepto de espectáculo puro y duro. Su concepto cinematográfico es básicamente recreativo, y esta es probablemente la única vertiente que consiga (aún está por ver pero la esperanza no se pierde) que el cine tal y como lo entendemos hoy en día sobreviva. TRANFORMERS: LA ERA DE LA EXTINCIÓN es un ejemplo tan claro de cómo una parte del público entiende la industria, puro cine de evasión y entretenimiento, que poco espacio deja para la conciliación con esa otra parte del público que exige al cine una responsabilidad que va más allá de los efímeros, y vacíos, patrones que dan forma a los productos más comerciales de Hollywood.

166 minutazos para que MICHAEL BAY despliegue su sello personal. Y es que prácticamente todos los planos de la cinta llevan su firma. Es indispensable comulgar con el cine de BAY para asomarse a TRANSFORMERS porque en esta cuarta entrega lo mejor y lo peor del director brilla con más fuerza que nunca.  Por un lado vais a disfrutar de lo lindo con una sucesión de planos expectaculares en cascada continua. BAY no se cansa y no para de buscar el más dificícil (o grandiso) todavía. Todo el filme huye de los planos cortos para abrir la lente al máximo e inferir a la película del perseguido carácter mastodóntico. El camino de esta saga ha sido una evolución constante en el estilo del director, que parece que se ha servido de de ésta como banco de pruebas para depurar sus limitaciones y sus carencias en el aspecto técnico. Cada vez mejor dirigidas, cada entrega ha mejorado en la planificación de las secuencias, el montaje y el sentido del espectáculo del director californiano. En LA ERA DE LA EXTINCIÓN os va a costar encontrar algún plano en el que MICHAEL BAY no haga la cabriola obligatoria con la cámara. Dejarla quitecita, usando un plano tradicional, no va con el, y así todo el metraje está salpicado de travellings, contrapicados y acción a cámara lenta (a ver si distinguís una escena a cámara lenta calcadita a otra ya vista en la tercera entrega), amén de esas grúas que usa en muchas escenas que la mayoría de sus colegas liquidarían con un plano fijo. Puro BAY de principio a fin. Esto es lo que hay. Esto es TRANSFORMERS.

 

TRANSFORMERS: LA ERA DE LA EXTINCIÓN. Crítica. Cine y estrenos en El Palomitrón.

 

Por contra, esta obsesión por la pirotecnia visual se olvida de trabajar otros aspectos que si bien no supondrían un problema en una película de 90 ó 100 minutos sí se convierten en uno, y muy gordo, cuando hablamos de una película tan larga. Y es que no nos vamos a poner especialitos con el guion o la profundidad psicológica de los personajes porque tenemos muy claro qué es lo que vamos a ver y porque entendemos que prestar atención a estos aspectos no deja de ser tan descabellado como visionar el cine de BERGMAN pendiente de los efectos visuales. Lo que sí notamos es que la vista se resiente y la cabeza empieza a pesar más de la cuenta cuando atravesamos el umbral de las dos horas y seguimos asistiendo con la misma intensidad a más de lo mismo. Sí se echa en falta algo en esta entrega es un momento de respiro, porque la trama se aleja definitivamente de los humanos para focalizarse en los autobots, dinobots, y toda suerte de engendros mecánicos que se pasean por la pantalla en metamorfosis continua vaciando cargadores a la mínima.

 

TRANSFORMERS: LA ERA DE LA EXTINCIÓN. Crítica. Cine y estrenos en El Palomitrón.

 

Tampoco tiene mucho sentido hablar del trabajo del reparto. La propia película se encarga de dejarlo claro. MARK WAHKBERG, que hizo muy benas migas con BAY en DOLOR Y DINERO, da la sensación de que está por hacerle un favor al director, y NICOLA PELTZ hace lo que se espera de ella: poner caras de no entiendo nada, miradas de anuncios de lencería y mordisquearse de vez en cuando el labio inferior. Otro Book millonario para la tercera chica TRANSFORMERS, que toma el testigo de sus antecesoras con mucha dignidad, una tradición florero que alcanzó su máxima expresión en la segunda entrega de la saga, aquella en la que BAY subía a MEGAN FOX a una moto para filmar planos que cualquier actriz con amor propio se hubiese negado a protagonizar. Sólo STANLEY TUCCI parece un poco más motivado de la cuenta, pero es que da igual. Interesa lo que interesa, así que si los actores se echan a un lado, casi que mejor.

Llama mucho la atención que todo el tramo final de la película se desarrolle en China, algo que confirma que en los próximos años nos vamos a tener que ir acostumbrado a las localizaciones en el gigante oriental, un mercado clave para maximizar las superproducciones (vamos por 222 millones de dólares y subiendo, lo que la ha convertido en la más taqullera de la historia en China por delante ya de AVATAR) cuya influencia es tan fuerte como para cambiar guiones casi sobre la marcha (GUERRA MUNDIAL Z) o rascar minutos en otras producciones así porque si (X MEN:DÍAS DEL FUTURO PASADO). Nueva York ha muerto, viva Hong Kong.

Así, TRANSFORMERS: LA ERA DE LA EXTINCIÓN resulta un ejercicio tan aparatoso, desmedido y atronador que será alabado por su público objetivo y repudiado por completo por sus detractores, que encontrarán en ella una mina para seguir argumentando sus ataques a un estilo de cine que en los años venideros está aún por alcanzar su esplendor.

 

 

LO MEJOR: 

  • Pues eso, los efectos especiales son brutales y el trabajo en sonido realmente impresionante.
  • La espectacularidad de algunos planos, sobre todo los aéreos. Impresionantes las tomas de Death Valley.
  • Los fans de la saga lo van a gozar de lo lindo.

 

LO PEOR:

  • Su duración. Esta vez no sobran 10 minutos, hablamos de media hora.
  • Da la sensación de que la saga no avanza. Muchas tomas y recursos ya los hemos visto y no hay sensación de superación respecto a la última entrega.
  • A los detractores acérrimos de TRANSFORMERS les queda saga para rato.

 

 

Alfonso Caro

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Alfonso Caro Sánchez (Mánager) Enamorado del cine y de la comunicación. Devorador de cine y firme defensor de este como vehículo de transmisión cultural, paraíso para la introspección e instrumento inmejorable para evadirse de la realidad. Poniendo un poco de orden en este tinglado.