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LA BATALLA DE LAS SERIES: HIJOS DE LA ANARQUÍA

La forma de consumir televisión ha cambiado. Vivimos la época de oro de las plataformas de streaming, y cada vez es más complicado no rendirse al maratón. Pero hubo un tiempo, no hace tanto, en que los capítulos nos llegaban dosificados y teníamos que convivir con el hype y la incertidumbre semana tras semana. Estamos hablando de la década de los 2000, en la que se iniciaron y concentran la gran mayoría de joyas que merecidamente copan las listas de mejores series de la historia.

Breaking Bad, Los Soprano, Perdidos o Mad Men, imprescindibles para entender el boom seriéfilo, ya han pasado por nuestra batalla de las series. Ahora le toca el turno a Hijos de la Anarquía (Sons of Anarchy o simplemente SOA), esa gran serie que, incluso si no nos gustaban lo más mínimo las motos, se ganó un puesto de honor vitalicio en nuestro Olimpo televisivo. ¿Qué cómo lo consiguió? Os lo explicamos a continuación, en diez nada desdeñables pasos.

(¡SPOILERS!) *Este artículo ha sido escrito pensando en el público que ha visto la serie completa.

1. SER O NO SER…JAX TELLER

Nos vais a permitir que para llegar al principio, empecemos por el final. ¿Recordáis la frase que nos lanzó Kurt Sutter, padre de Hijos de la Anarquía, justo antes de que la serie se fuera a fundido en negro para siempre? «Duda que sean fuego las estrellasduda que el sol se mueva, duda que la verdad sea mentira, pero no dudes jamás que te amo». Exacto, Shakespeare. Más concretamente, Hamlet. Desde el principio Sutter presentó su obra cumbre como una adaptación libre de la tragedia del príncipe de Dinamarca, y en ningún momento faltó a esta promesa.

Cambiando la corte por un club de moteros, la premisa de la serie sitúa en el centro de la acción a nuestro Hamlet particular, Jackson (mejor conocido como Jax) Teller. No es hijo de un rey, pero sí del presidente de los Hijos de la Anarquía, en cuya muerte pudo haber responsabilidades e intereses por parte de quién ahora ocupa el “trono”, Clay Morrow, actual pareja de su madre. Esto deja a Jax con una gran carga sobre los hombros: saberse el líder natural de los Hijos y el único que puede mantener vivo el legado de su difunto padre intentando preservar al club del lado de la ley. Claro está que las circunstancias no lo van a favorecer, consiguiendo que en lugar de ser el joven que se cuestionaba cosas, evolucione hacia rutas en las que él se convierte en el cuestionable. Esa dinámica héroe/antihéroe es la constante de Jax a lo largo de la serie, una brújula que nunca termina de encontrar un rumbo inequívoco.

La evolución de Jax Teller es una de las más redondas del panorama seriéfilo, y Charlie Hunnam ayudó muchísimo a ello. De base nos encontramos con un personaje muy bien escrito, pero es que además, temporada tras temporada, vimos a Hunnam crecer con Jax; madurar como actor y protagonizar una metamorfosis no solo psíquica sino también física. Acaso sea todo este cóctel de decisiones acertadas el que nos hizo sentir a Jax tan cercano, que de verdad nos importase lo que le ocurría entre todo el maremágnum de mentiras, traiciones, venganzas y derramamiento de sangre que orbitaban a su alrededor tal y como le sucedía a Hamlet.

2. JUGANDO CON MONSTRUOS

Hijos de la Anarquía llevó el rugido de las Harley-Davidson a la pequeña pantalla, y eso es algo que nunca podremos olvidar ni sustituir. La serie supo cómo atrapar en sus redes a espectadores tanto expertos como profanos en el mundo de los clubs de moteros, tarea nada fácil. Acaso su reconocimiento reside en mostrarse tal y como es desde el minuto uno: visceral, imperfecta y excesiva. Y es que cuando decidimos acompañar a Jax en su viaje, ya sabíamos que no sería bonito.

Motos, sangre y negocios ilegales. Los tres ingredientes imprescindibles de Hijos de la Anarquía no dejaron temporada ni capitulo sin salpicar. Kurt Sutter nos presentó un juego con unas reglas y unas condiciones muy claras: había que tener estómago, ya no hablamos para lo gráfico y sin filtros de su creación, sino para el impacto emocional de una serie que se acaba viviendo con la intensidad de muy pocas. Como decíamos, a lo largo de siete temporadas Jax hace funambulismo sobre la delgada línea entre lo ilícito y lo supuestamente correcto o beneficioso para el club, un infinito terreno lleno de minas y de enemigos. Nunca el peligro ha resultado tan atractivo ni producido tanta adrenalina.

3. RECETA FAMILIAR

El tráfico de armas, las explosiones, los tiroteos, las rencillas con otras bandas…todo ello funciona como infraestructura situacional en la serie, permitiendo que la acción avance y haciendo, en definitiva, de detonador del conflicto. Pero el verdadero engranaje que hace fluir y mantener el tipo a Hijos de la Anarquía durante siete temporadas incombustibles, es su carácter de drama familiar. Sin esto, la serie no nos hubiera dejado el mismo poso y hubiera pecado de reiterativa.

Si hay un lugar al que poder llamar hogar en Charming ese es el club. Un hogar disfuncional, sí, pero como suele decirse: en todas las casas cuecen habas. Y en SOA se cuecen como en ningún otro sitio. La sede de SAMCRO (Sons of Anarchy Motorcycle Club Redwood Original) es una familia de familias, que acoge y protege a ultranza tanto a los miembros directos del club como a su gente. Hay esposas, hay hijos y hay un sinfín de situaciones nada recomendables que vean o vivan, pero este se convierte en su nuevo refugio, y esta, en su nueva familia. Hijos de la Anarquía nos demostró como ninguna otra que la familia siempre es lo primero, y que tus hermanos no tienen por qué compartir tu sangre.

4. LOS HOMBRES DE MAYHEM

Los Hijos de la Anarquía están inspirados en los Ángeles del Infierno, uno de los más populares clubs de moteros pertenecientes al 1%, es decir, involucrados en actividades criminales. Aparte de esto, otro de los pilares fundamentales del grupo es la lealtad y la hermandad, algo que como acabamos de ver, es crucial en la serie. Porque tan importantes como Jax son aquellos que lo arropan.

Hijos de la Anarquía es una de esas series con “secundarios” de lujo, muchos de los cuales nos acompañan a lo largo de las siete temporadas. Chibs (Tommy Flanagan), Tig (Kim Coates) y Bobby (Mark Boone Junior) como los incondicionales de Jax, son junto con Opie (Ryan Hurst), a quién todavía estamos llorando, quienes más cariño despiertan en el espectador. Juice (Theo Rossi) y Happy (David Labrava, ex miembro de los Ángeles del Infierno) también estuvieron en el club de principio a fin, aunque dando más que hablar. Y por supuesto no podemos olvidar al principal antagonista tras las líneas, Clay, interpretado por el gran Ron Perlman. La serie está plagada de personajazos y no podíamos cerrar este apartado quedándonos únicamente con los chicos de SAMCRO. Sus chanchullos no hubieran sido posibles sin un policía veterano que hiciera la vista gorda como Unser (Dayton Callie), un socio como Nero Padilla (Jimmy Smits), o su contacto con los Mayans, Marcus Álvarez (Emilio Rivera), a quién podemos seguir disfrutando en el spin-off de la serie.

5. DULCES Y RETORCIDAS

“Detrás de cada gran hombre hay una gran mujer”. Por cuestionable que esta famosa frase pueda resultar en los tiempos que corren, es directamente aplicable a la distribución de roles que tienen los personajes de Hijos de la Anarquía desde una perspectiva de género. Partiendo de la base de que esta es una serie ambientada en un motor club, el desequilibrio en la proporción de personajes femeninos caía de cajón. Y sí, en esencia las mujeres a las que tenemos acceso son “mujeres o novias de”, “madres de” o “chicas que ofrecen servicios a”.

Sin embargo, detrás de esa concepción y tratamiento machista de su realidad, son ellas, cuanto más escasas más preciadas, las figuras que mueven la verdadera trama bajo una posición engañosamente secundaria. La serie está plagada de buenos e interesantes personajes masculinos, pero en el fondo no le llegan a la complejidad de Gemma, Tara o Wendy. Gemma, interpretada por una arrolladora Katey Sagal (por cierto, esposa de Kurt Sutter), es uno de los mejores personajes femeninos de la historia de la televisión. Y lo decimos sin que nos tiemble la voz: la matriarca de la familia y también del club debería estar en todos los tops habidos y por haber. Al más puro estilo Cersei Lannister, la madre de Jax puede ser el peor bicho de todos, pero también es ante todo una leona dispuesta a lo que sea por su cachorro y su manada. En contraposición encontramos a Tara (Maggie Siff), cirujana neonatal e interés amoroso principal del protagonista, que acabó involucionando hacia la senda que tanto rechazaba al inicio; con ella conocimos de primera mano los sacrificios y consecuencias de entrar en el salvaje oeste de los moteros. Y por último tenemos a Wendy (Drea de Matteo), la anterior mujer en la vida de Jax y madre de su primer hijo, Abel. Al principio de la serie representa la cara más triste e ingrata de la drogadicción, pero su importancia y evolución están reservadas a las últimas temporadas, corriendo en paralelo con el crecimiento de su hijo.

Sin estas mujeres de armas tomar y sus interacciones, Kurt Sutter no podría haber hablado de la cara más cruel e irracional de la envidia y la competitividad, pero tampoco de la sororidad y lo más importante de todo, del verdadero motor que hace mover el mundo: el amor.

6. LA CRIBA

Que no os engañe Juego de Tronos, pues no es la única que destaca en giros impactantes y en barrer sin previo aviso ni piedad a cualquier personaje por muy protagonista que sea. Kurt Sutter ya nos avisó de que Hijos de la Anarquía bebía de Hamlet, y efectivamente, al final del camino prácticamente no llega vivo ni el apuntador.

¿Quiere decir esto que estábamos preparados? En absoluto. La implicación del espectador con la serie es tan brutal que cada plotwist, que dicho sea de paso no te hubieras visto venir ni en un millón de años, te deja arrasado y doblemente enganchado a la pantalla para saber cómo continuará. Lo más especial de todo es que no te quedas a esperar pasivamente para ver cuál será la próxima sorpresa, porque para entonces ya estás tan apegado a los personajes que lo único que puedes hacer es dejarte arrastrar por las consecuencias de sus pérdidas. SOA no es dura, es durísima, pero no hay nada gratuito en el impacto que refleja. No le hace falta porque desgraciadamente existen las muertes de inocentes, la brutalidad policial, la violación, el maltrato, los intentos de suicidio, las masacres en escuelas y otros lugares colectivos, las auto-lesiones en la infancia. Gracias, Hijos de la Anarquía, por no dejar que cerremos los ojos al mundo que nos rodea.

7. SONGS OF ANARCHY 

Si hay un rasgo que hace irrefutable reconocer a Hijos de la Anarquía como una de las grandes, es su banda sonora. Empezando por This is life, una de esas cabeceras que no te saltas nunca, interpretada por Curtis Stigers y The Forest Rangers, banda de rock de raíces que fue elegida por Bob Thiele Jr. (director musical de SOA) como grupo oficial de la serie. A lo largo de siete años nos regalaron un magistral repertorio compuesto por temazos de la historia de la música versionados, así como por canciones originales. Las colaboraciones de artistas invitados se cuentan por decenas, al igual que las participaciones vocales de los propios miembros del reparto.

Hijos de la Anarquía nos deleitó el oído a golpe de rock, folk y country, pero el colofón solía llegar con esos finales de capítulo en los que la música pasaba a ser la protagonista absoluta. Tal es el vínculo narrativo de los temas musicales con la serie, que hay canciones que ya no podemos escuchar sin rememorar escenas concretas de la misma. Desde la versión de The White Buffalo de House of the Rising Sun, hasta Son of a Preacher Man en la voz de Katey Sagal, pasando por el mítico Hey Hey, My, my. Por no hablar de momentos cargados de tanto significado como el último adiós a uno de nuestros personajes favoritos mientras suena The Lost Boy de Greg Holden, Tara (Maggie Siff) cantando Lullaby for a soldier, o la inolvidable Come join the murder que escuchamos en el desenlace de la serie.

8. FRUTA PARA LOS CUERVOS: EL SIMBOLISMO EN SOA

Vamos a reconocerlo: la acción nos encanta, pero es un aliciente importante encontrar series que tienen o van construyendo su propio imaginario, dejando píldoras de misticismo y significados ocultos que explorar en cada revisionado. Hijos de la Anarquía es una de ellas. No se trata de una simbología especialmente sutil o abundante, pero no por ello es menos efectiva cuando se introduce.

Por un lado la serie empieza y termina con un par de cuervos al borde de una carretera, simbolizando una historia que se repite o se cierra sobre sí misma. La última vez que vemos a estas aves están picoteando un pedazo de pan mojado en vino que previamente estaba comiendo la misteriosa mendiga que aparece a cuentagotas a lo largo de todas las temporadas. Su presencia recurrente es tan premonitoria como la imagen de la parca con la guadaña que, como emblema del club, decora cada una de las espaldas de los miembros de SAMCRO (referida entre ellos de forma nada casual como Sam Crow (cuervo). La tradición judeocristiana está en la vagabunda, en el pan y el vino, en la mesa de reuniones de los Hijos, en el último gesto de Jax (los brazos en cruz), y hasta en el nombre de Abel. Pero volviendo a los cuervos, Gemma, que siempre fue aficionada a los pájaros, va criando diferentes especies hasta llegar a esta. ¿Quería Sutter hacer una metáfora de la evolución del personaje? ¿Tiene un doble sentido la patología de corazón hereditaria de la madre de Jax, denominada por ella misma como “la maldición de la familia”? Cuanto más pensamos en Hijos de la Anarquía, más crece. Hasta en los más pequeños detalles.

9. LAS BUENAS OBRAS DE PAPÁ: CRÓNICA DE UN FINAL ANUNCIADO

Cuanto más querida y larga sea una serie, más difícil es darle un buen final. Ya no solo bueno, satisfactorio para la audiencia. Hijos de la Anarquía no bajó el nivel en todo su recorrido y tuvo una recta final que infló semana a semana las expectativas de los fans. Hay quienes no comulgaron con la pasada de revoluciones de las últimas temporadas, pero todo el caos y la locura sin frenos eran la escalada necesaria para desembocar en Las buenas obras de papá.

En hora y cuarto de duración, el finale cerró todas las tramas al igual que Jax lo dejó todo dispuesto para reunirse con su destino. A medida que se acercaba el desenlace de la serie, cobraba fuerza la certeza de que solo había una forma de que se cerrase el círculo; sabíamos que era imposible tener un final feliz. Así pues, consciente de la sangre que manchaba sus manos y la destrucción que había sembrado a su paso, el Hijo predilecto ajustó hasta la última cuenta pendiente, dejó a SAMCRO en la casilla de salida de una nueva era, borró cualquier legado que atase de por vida a sus vástagos a fin de que no corriesen la misma suerte que él, y se subió a la moto de John Teller. No podría haber sido de otra manera, él mismo nos lo dijo: “al final del día, los malos pierden”.

10. VUELTA A CASA: EL LEGADO DE SOA

Hijos de la Anarquía se ha convertido en una obra de culto seriéfilo y su trascendencia queda sobradamente justificada si atendemos al vacío que nos dejó tras su finalización. Ya por aquel entonces se empezó a rumorear que Kurt Sutter tenía en mente realizar una precuela sobre Los primeros nueve, es decir, sobre la SAMCRO original presidida por el mítico John Teller. Ello nos permitiría además de conocer al padre de Jax, ahondar en el pasado de personajes como Gemma, Clay o Piney, y ser testigos de la creación del club y sus primeros pasos. Si bien han pasado cinco años sin que este spin-off se haga realidad, Sutter sigue planteándoselo como un proyecto futuro y mientras tanto nos ha devuelto a la carretera con Mayans M.C.

Los Mayans eran aquella otra banda de moteros que se las veían y se las deseaban con los Hijos de la Anarquía, aunque de vez en cuando llegaban a puntos de entendimiento. Su serie spin-off va camino de su tercera temporada con Elgin James (co-creador) ahora como nuevo showrunner. Conserva intacto el espíritu de Hijos de la Anarquía, repitiendo en acción, trapos sucios, violencia, y la familia como eje principal. No obstante, el origen latinoamericano de la banda y sus protagonistas, permite que sea una serie con nuevos enfoques y tramas igualmente novedosas (la situación en la frontera de los EEUU con México por ejemplo), que le confieren una identidad propia al margen de su predecesora, al tiempo que no se olvida de seguir apelando a la nostalgia de los fans mediante crossovers y cameos de personajes originales de SOA.

Podríamos seguir todo el día agregando a esta lista motivos para adorar Hijos de la Anarquía, pero creemos que la idea ha quedado clara. Ya os la recomendamos en su momento como una perfecta candidata para pasar un verano en serie, y como para eso aún falta mucho, sugerimos adelantar el plan de reencuentro para aligerar las largas horas de cuarentena (podéis encontrar la serie completa en Netflix). Jax nos está invitando a volver a subir en su moto, ¿le vais a decir que no?

Aitziber Polo


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Criminóloga con sueños de directora. Pisé el cine por primera vez a los dos años. Con siete vi cómo un cocodrilo gigante se zampaba una vaca entera de un bocado en Mandíbulas, y empecé a leer a Stephen King (y así me he quedado). Mi película perfecta tendría guión de los Coen, banda sonora de Zimmer + Horner y plotwist made in Shyamalan.