FEUD: BATALLA DE EGOS, CIRCO DE EGOS

La televisión, en concreto la antología American Horror Story, le ha dado una segunda vida artística a Jessica Lange y, después de Feud, probablemente hará lo mismo con Susan Sarandon. Ambas actrices están parcialmente familiarizadas con el contexto que rodeaba a Davis y Crawford en los años 60: por un lado, han vivido una etapa cinematográfica envidiable que les ha proporcionado sendos Oscar; por otro, han visto como sus carreras se han estancado y han tenido que reinventarse a sí mismas.
Feud arranca con unos estupendos títulos de crédito minimalistas que recrean con exactitud los momentos clave de la película original ¿Alguna (pedante) pega? En ¿Qué fue de Baby Jane?, y debido a su gigantesco ego, ambas actrices acordaron que sus nombres aparecerían a la vez en pantalla, en igualdad de condiciones. Aquí Jessica Lange aparece primero.

A priori, parecía complicado que nos creyésemos a alguien tan reconocido mundialmente como Susan Sarandon interpretando a otra estrella sin parecer Susan Sarandon interpretando a una estrella. Pero en Feud aprueba con sobresaliente la dificilísima tarea de encarnar a una de las mejores actrices de todos los tiempos, inseparable del cigarro y copa de whisky, con su característica dicción casi musical y unos estudiadísimos gestos que funden a la actriz con el personaje. Además, y en algún plano aislado, el parecido físico entre ambas resulta escalofriante. Por su parte, Jessica Lange también aprueba con nota dando piel a la implacable Joan Crawford. Es sobre todo en sus momentos más pausados cuando la actriz sabe darle al personaje los matices que no la convierten en una caricatura (atención a esa conversación con Hedda Hopper o a su primera secuencia con Bette Davis). No obstante, y debido a su excéntrica personalidad, es a Bette Davis a quien queremos más minutos en pantalla (y que, al menos por ahora, tiene menos protagonismo que su partenaire).

En Hitchcock, aquella película de 2013 sobre el rodaje de Psicosis, el departamento de maquillaje se encargó de desgraciar la actuación de Anthony Hopkins con una caracterización dantesca. En Feud, sin embargo, no han utilizado aparatosas prótesis faciales y han preferido confiar en sus actrices, lo cual ha sido un enorme acierto: si bien es verdad que el parecido entre Jessica Lange y Joan Crawford es mínimo, hay planos aislados en los que uno no sabe si está Susan Sarandon en pantalla o han revivido (y rejuvenecido) a Bette Davis. En cualquier caso, la interpretación de ambas está impregnada de la esencia de las protagonistas de ¿Qué fue de Baby Jane?
Por otro lado, la esplendorosa ambientación nos transporta a los pulcros años 60 a través de unos decorados cuidadísimos (la mansión de Crawford está recreada al milímetro, el set de rodaje es exactamente igual) y un vestuario clásico que nos hace recordar por qué las estrellas de entonces eran tan glamourosas.
El plantel de secundarios está de comparsa, pero cumple muy bien. Alfred Molina y Stanley Tucci, como el director Robert Aldrich y el jefazo de la Warner Jack Warner respectivamente, casi nos hacen olvidar que no son las estrellas de la función en ese despacho en el que discuten sobre si reunir a estas dos viejas glorias de la pantalla es buena idea o no. Catherine Zeta Jones o Kathy Bates están más que correctas, pero sus personajes no parece que vayan a tener mayor relevancia que soltar alguna anécdota jugosa en alguna de sus entrevistas. Es Judy Davis (inolvidable en Maridos y mujeres) como la María Patiño de Hollywood, Hedda Hopper (también interpretada por Tilda Swinton en ¡Ave, César!) quien saca oro de su carroñero personaje con varias secuencias que parecen hechas más para su lucimiento que para el de las verdaderas protagonistas.
Nuestras impresiones tras los dos primeros episodios han sido muy positivas: no estamos ante una serie que necesite cliffhangers al final de los episodios para enganchar, y tampoco necesitamos grandes enredos en la trama. Feud tiene todavía muchos cartuchos que gastar (auguramos que la ceremonia de los Oscar será, o debería ser, dinamita) y estamos seguros de que no dejaremos de vibrar cada vez que esas dos grandes interpretando a esas dos gigantes se den replica en el mismo plano. Por ahora parece garantizado que esta historia sobre dos poderosas mujeres enfrentadas será uno de los acontecimientos del año. Y, si bien es verdad que Ryan Murphy es famoso por fusilar varias de sus series en la recta final, la historia de Davis y Crawford tiene chicha suficiente como para mantener el interés a lo largo sus ocho capítulos.
Por razones obvias no hay posibilidad de renovar por una segunda temporada que mantenga el hilo argumental (y Murphy ya debería haber aprendido la lección tras la nefasta continuación de Scream Queens), pero ya antes de saber si el público responderá favorablemente a este ejercicio de onanismo mitómano se ha confirmado que Feud se convertirá también en antología y ya ha sido renovada por una continuación que contará la historia de Lady Di y el príncipe Carlos. Desde aquí recordamos a Ryan Murphy que Bette Davis podría tener también otra temporada en forma de precuela: en La solterona (1939), la famosa actriz coincidió con “el peor ser humano que he conocido en mi vida”, Miriam Hopkins, mientras que fuera de cámara se llevaba a su marido al catre.
P. D. Ojalá a algún productor avispado se le ocurra incluir a Faye Dunaway, quien interpretó a Joan Crawford en la imborrable Queridísima mamá en algún cameo loco, sobre todo ahora que está más de moda que nunca tras su accidentada lectura en la última ceremonia de los Oscars 2017.
La miniserie llega de forma oficial a HBO España el lunes 6 de marzo, apenas un día después de su estreno norteamericano en la cadena por cable FX.
Jose Cruz