RYAN MURPHY Y SU PILOTO AUTOMÁTICO
Sin contar a SHONDA RHIMES, la reina del culebrón sofisticado que acapara toda la competida noche de los jueves en ABC, no hay creador más prolífico y exitoso en televisión que RYAN MURPHY. Curiosamente, ambos comparten similitudes en sus producciones: enredos, muchos excesos y unas protagonistas femeninas empoderadas o endiosadas, según el caso. Que los dos pertenezcan a colectivos minoritarios y, por ende, socialmente discriminados (ella es afroamericana y él homosexual) no es casual. Su forma de ejercer el activismo es dando poder a personajes que en la vida real lo tendrían bastante complicado para estar arriba. La normalización a través de la visibilidad, nada nuevo en la lucha social pero cuya efectividad está más que demostrada.
Lo que diferencia definitivamente a Rhimes de Murphy es la forma de representar a sus protagonistas: mientras ella da vida a profesionales de prestigio y los desenvuelve en tramas realistas (que no verosímiles), él crea atmósferas imposibles para personajes muy poderosos (aunque frágiles) que traspasan continuamente los límites de la racionalidad. Esto, que es precisamente lo que hace grande a Murphy, es lo que a su vez le impide ser un artista redondo. Eso y la acumulación de proyectos.
El primer Murphy
El showrunner ya apuntaba maneras en POPULAR, creada a cuatro manos junto a GINA MATTHEWS, una comedia adolescente ambientada en un instituto de secundaria. Constituyéndose como un germen de lo que posteriormente vimos en GLEE, ya se apreciaba una preocupación por evolucionar a personajes tradicionalmente estereotipados: las animadoras, el capitán del equipo o los empollones. Hablamos de 1999, cuando todavía la homosexualidad era anecdótica en televisión.
NIP/TUCK, su primera colaboración con FX, pecaba de los defectos que encontramos en sus producciones actuales. Mary Mcnamara, de Los Angeles Times, se refería así a la ganadora del Globo de Oro a Mejor Drama: «Donde antes NIP/TUCK crujía, ahora se queja y suspira; donde una vez te sacudía, ahora se porta bien» (cita extraída de Filmaffinity). La periodista escribía esto tras el inicio de la sexta y última temporada de la serie sobre cirujanos plásticos, que sufrió bastantes altibajos a partir de la tercera.
El éxito, el reconocimiento y el pluriempleo
GLEE y AMERICAN HORROR STORY son dos evoluciones obvias de los anteriores trabajos. Es muy probable que el argumento de la comedia musical tenga mucho que ver con que Murphy estudiase en un colegio católico. La rebelión de los inadaptados, almibarada con éxitos del pop, introdujo a personajes homosexuales, bisexuales y transexuales tanto en el alumnado como en los trabajadores del instituto. El problema es que le sobraban toneladas de azúcar y que, una vez estrenada FAKING IT (MTV), hemos comprobado que se podía contar lo mismo sin resultar tan cargante.
La antología de terror ha supuesto el mayor éxito para el creador hasta la fecha. MURDER HOUSE, la primera historia de AMERICAN HORROR STORY, sorprendió por excesiva, sórdida y arriesgada, pero ya nos exigía determinados actos de fe y, más que suspender la incredulidad, sedarla con litros de absenta. Por aquel entonces su obsesión con el ojo de pez aún nos hacía gracia.
Posiblemente ASYLUM es su obra maestra, la historia más redonda, adulta y coherente que haya desarrollado Murphy hasta la fecha y la que más unanimidad haya alcanzado entre crítica y público. A partir de entonces solo los devotos le han acompañado sin rechistar. COVEN, de nuevo embrionaria de otra obra posterior (SCREAM QUEENS), encandiló exclusivamente a la sección más petarda y mamarracha de sus fans (si es que existe otra más sensata, lo cual no acabamos de tener claro) con esa especie de reality ficcionado en el que solo podía quedar una de todas las aspirantes a Suprema. Todavía se podían encontrar personajazos y frases para la historia («¡Balenciaga!«).
Las dos últimas temporadas, FREAK SHOW y HOTEL, han terminado por agotar a parte del público. La sensación de que no te estén contando nada nuevo, de que se le haya ido demasiado la mano con unas historias muy descontroladas, presentando algunos personajes directamente ridículos (el de SARAH PAULSON en el Hotel Cortez, por elegir uno) y muchos capítulos de relleno aumenta cada año. La sustitución de la gran JESSICA LANGE por la inexpresiva LADY GAGA, que no hacía más que interpretarse (muy sobriamente) a sí misma, ha sido el detalle definitivo para que una serie que trascendía se haya convertido en un producto cualquiera.
El desarrollo en paralelo de varios proyectos no le ha beneficiado. En 2012 tuvo hasta tres series en antena tras el estreno de la fallida THE NEW NORMAL en la NBC. Por primera vez Murphy dejaba de ser pionero para estrenar un producto a rebufo del éxito ajeno (MODERN FAMILY), y ya sabemos cómo suelen funcionar estas cosas (no pasó de la primera temporada). En 2014 rodó para HBO la decente THE NORMAL HEART, tv movie sobre la expansión del VIH en San Francisco en la década de los 80. Quizá por la temática y la cadena se esperaba un poco más de este telefilm, que pecaba de tirar de algunos de los defectos propios del género a pesar de contar con buenas interpretaciones.
Esta temporada vuelve a tener tres series en emisión (o con temporadas finalizadas): AMERICAN CRIME STORY (que llegará en febrero), AMERICAN HORROR STORY: HOTEL y SCREAM QUEENS, estas dos últimas ya renovadas para el próximo otoño. La serie sobre la sangrienta hermandad universitaria, que entusiasmó con su divertido primer capítulo, sufrió el mismo problema que la antología de terror: un inicio en alto, la sensación de que pone el piloto automático en los episodios centrales y algunos personajes muy planos (la pareja Grace y Pete). Quizá si Murphy y su mano derecha BRAD FALCHUK concentrasen sus esfuerzos en una sola producción al año podrían volver a crear algo a la altura de ASYLUM… O a lo mejor su nivel de disparates ya es incontrolable, quién sabe. De momento, parece difícil que vayan a centrarse en un único proyecto, pues además de las tres series, se encuentra desarrollando la película ONE HIT WONDERS sobre tres estrellas del pop en decadencia. Más Murphy que nunca.
Fon López