EL VICIO DEL PODER
LOS ANTECEDENTES
La gran apuesta es una de esas películas que irrumpen con fuerza en la carrera hacia los Oscars pocos meses antes de la gala, dominan la conversación durante unas cuantas semanas y por ello reciben muchas nominaciones a los premios de la academia pero cuando llega la gala se han desinflado tanto que se van de vacío y ahí es la última vez que se habla de ellas. Por esa razón, es muy probable que cuando hablamos de la nueva película de Adam McKay pensemos en él como el director de Hermanos por pelotas y Los amos de la noticia. Pues hagamos el ejercicio mental de viajar a 2015 para recordar aquella película con un reparto de ensueño (Pitt, Tomei, Leo, Bale, Carrell, Gosling …) puesto que el filme del que ahora vamos a hablar es su secuela espiritual. Si en la original veíamos a unos banqueros arruinando a Estados Unidos (y el mundo), en esta vemos a unos políticos. Concretamente, uno. Uno sin escrúpulos: Dick Cheney.
LA PELÍCULA
Es muy interesante como El vicio del poder reflexiona, mediante montajes de imágenes, sobre el poder que poseen un grupo muy reducido de personas de impactar en las vidas de millones sin repercusión negativa en la suya. Un ejemplo brillante de ello es la escena de amable y trivial conversación familiar de los Cheney que precede unas imágenes terroríficas de la guerra de Irak. Subvirtiendo hábilmente los códigos del biopic cinematográfico, McKay nos muestra todos los pasos del personaje hasta convertirse en un hombre responsable de la muerte de centenares de millares de personas. No le tiembla el pulso a la hora de señalar las flaquezas del sistema legislativo estadounidense y como una persona con suficiente fuerza de (mala) voluntad puede usar este inconmensurable poder para lucrarse a título personal. Terrorífico.
ELLOS Y ELLAS
¿Qué decir del talento camaleónico de Christian Bale que no se haya dicho ya? Con Daniel Day Lewis ya retirado se ha convertido en el máximo exponente de los actores que se entregan en cuerpo (muy literalmente, en su caso) y alma a cada personaje. Así consigue interpretar a Dick Cheney a lo largo de toda su vida de forma verosímil (que no realista).
A su lado Amy Adams hace lo mismo que él pero sin necesidad de machacar a su cuerpo. Ella es así, crea expresiones faciales y lenguaje corporal nuevo para cada papel, muta ante nuestros atónitos ojos.
LA SORPRESA
Intuíamos, habiendo visto La gran apuesta, que El vicio del poder contendría escenas donde se rompe la cuarta pared pero lo que no nos esperábamos era que McKay fuese aún más allá añadiendo unos créditos finales falsos a la hora de película o se saltará todas las normas de la escuela de guion añadiendo una escena en la que los protagonistas hablasen en diálogos shakesperianos.
LA SECUENCIA / EL MOMENTO
En El vicio del poder hay muchos instantes memorables por su originalidad e imaginativa narrativa. No obstante, nos quedaremos con un momento un poco más sutil. Un primer plano de una pierna que se mueve de forma nerviosa que une a George W. Bush y a una de sus víctimas en Irak.
TE GUSTARÁ SI…
Aprecias el cine político de calidad que nos permite entender nuestro mundo actual (si este es vuestro caso, también os recomendamos, la recién estrenada en HBO, Brexit con Benedict Cumberbatch), quieres presenciar un recital interpretativo o si buscas enfadarte mucho en una sala de cine.
LO MEJOR
- Su falta de sutileza
- Bale, Adams, Rockwell, Carrell y Perry
- El imaginativo y arriesgado estilo narrativo
LO PEOR
- Su falta de sutileza
- ¿Falta de cohesión tonal? Aún estamos meditando sobre ello
Pau Jané