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LAS (DES)VENTAJAS DE SER FIONA GALLAGHER

Lo sabíamos desde el final de la octava temporada. Sabíamos que se iba a marchar. Después de nueve temporadas cuidando de los cachorros Gallagher cual leona en la ficción, Emmy Rossum se ha despedido de Shameless, se ha despedido de Fiona. Y nosotros con ella. ¿Estábamos preparados? La única respuesta posible es no.

Fiona Gallagher, la joven cabeza de familia que hace lo que puede por poner un poco de orden en casa de la estirpe más disfuncional de la televisión, nos metió en el bolsillo desde el primer momento. Desde que la versión norteamericana de la serie homónima británica vio la luz hace ocho años rebasando el éxito de esta con creces. Una ficción que sigue en pie al igual que lo hace contra todo pronóstico el cochambroso patriarca de la familia, Frank. El inolvidable personaje de William H. Macy es lo más despreciable que uno se pueda echar a la cara, pero Shameless sin él no tendría sentido. Al igual que tampoco lo tiene sin su primogénita. Por mucho que nos harte verla tomar decisiones incorrectas, nunca terminar de madurar del todo. Hoy le rendimos tributo por hacer de la casa de Tócame Roque el hogar al que llegado el día nos va a costar mucho decir adiós; y lo hacemos sacando a la palestra sus virtudes y defectos. Con todas las letras (al menos las de su nombre).

Fuerte

Fiona es uno de los personajes femeninos más fuertes que nos ha dado el mundo de las series. La vida no se lo ha puesto fácil. Empezando por nacer y aprender a subsistir en un barrio suburbial con poca perspectiva de futuro, y siguiendo por quedarse allí atrapada y renunciar a cualquier sueño de auto-superación para ponerse a trabajar de lo que sea con tal de que no les falte de nada a sus hermanos pequeños. Ha recibido muchos palos (algunos de ellos ganados a pulso, para qué mentir), pero es una superviviente. Y mal que le pese, en eso es igualita a Frank: en más de una ocasión se ha ganado el odio del espectador, pero sigue en pie contra viento y marea. “Mala” hierba nunca muere.

Incorregible

Irreverente, irreflexiva, unas cuantas veces irresponsable (ejem, Liam). Hay toda una lista de adjetivos empezados por esta letra que podrían aplicársele a la mayor de los Gallagher. No obstante, y como esto se trata de definirla para bien o para mal, nos vamos a quedar con incorregible. Porque si de algo peca Fi es de tropezar una y otra vez con la misma piedra. Y generalmente esa piedra suelen ser las relaciones sentimentales. Una de dos: o tiende a salir con chicos que no le convienen nada, o cuando por fin encuentra una relación medianamente sana y estable, acaba dinamitándola ella misma. Por una vez, su última pareja rompió ese canon y ha sido para bien. Después de caerse y levantarse mil veces, Fiona por fin parece haber comprendido que más vale sola que mal acompañada. 

Ordinaria

Y ojo que decimos ordinaria en el sentido más mundano y positivo de la palabra. El entorno del que proviene Fiona es probablemente uno de los factores que más nos han hecho empatizar con ella a lo largo de la serie. No ya por su situación socio-económica, sino por su estatus de chica normal y corriente. Una chica que además va de frente y no tiene pelos en la lengua. Por los suyos y por lo suyo se mete en el barro si hace falta, dándole completamente igual el qué dirán. ¿Que hay que meterse en una pelea? Allí está la primera. Esto nos sitúa en la tesitura de por un lado apreciar el gran corazón que tiene, y por otro, echarnos las manos a la cabeza porque a estas alturas siga metiéndose en según qué fregados.

Nexo

Podríamos resumir el rol de Fiona en Shameless con esa sola palabra. A sus dieciséis tiernos años (cuando Mónica los dejó) se echó a sus cinco hermanos menores a las espaldas ella solita, con el hándicap que supone tener pululando a tu alrededor a una garrapata de padre que sólo se acerca a casa para chupar del bote. La resuelta Fiona es el pilar de los Gallagher, y a ella acuden todos con sus problemas, que no son pocos. Echando la vista atrás vemos como Lip, Ian, Carl, Debbie y Liam han logrado encontrar un camino en la vida gracias en gran parte al respaldo y la crianza de su hermana mayor. Esto es además algo que corre en paralelo con la vida de los actores fuera del personaje. En el transcurso de ocho años, Emmy Rossum ha visto crecer a esos niños que se han convertido en la familia numerosa que siempre había deseado tener como hija única que es.  Ahora les ha llegado el momento de volar solos.

Adversa

Como ya hemos resaltado en algunos de los puntos anteriores, Fiona puede resultar agotadora por dar la impresión de que no aprende. Lo siente el espectador, pero también ha llegado a colmar la paciencia de Lip o de Debbie. A ellos también les ha pasado factura su vida errática, les han salpicado y obstaculizado sus continuas meteduras de pata. La novena temporada ha sido especialmente dura por ver a Fiona tocando fondo mientras todos le volvían la espalda. Pero, ¿dónde está el límite después de todo lo que ha hecho por ellos?

La respuesta nos la ha dado el final de temporada, demostrando una vez más lo que ya sabíamos: que ante todo los Gallagher son una piña y comprenden que a Fiona le ha llegado su merecido momento. El momento de que les deje el testigo a ellos ahora que casi todos ya son adultos hechos y derechos. Ahora que en teoría ya no la necesitan. Es el momento de dejarla marchar para que comience a escribir su propia historia, esa que ha estado nueve temporadas postergando por cuidarlos.

Sin ella, Shameless inicia una nueva etapa que en honor al buen hacer, esperamos no se alargue demasiado. Por de pronto nos enfrentamos a una décima temporada confirmada a la que inevitablemente sentiremos que le falta algo. Porque Fiona Gallagher no es perfecta (¿quién lo es?); pero siempre ha estado ahí. Y la vamos a echar mucho de menos.

Aitziber Polo

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Criminóloga con sueños de directora. Pisé el cine por primera vez a los dos años. Con siete vi cómo un cocodrilo gigante se zampaba una vaca entera de un bocado en Mandíbulas, y empecé a leer a Stephen King (y así me he quedado). Mi película perfecta tendría guión de los Coen, banda sonora de Zimmer + Horner y plotwist made in Shyamalan.