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crítica de To Your Eternity
ANIME / MANGA CRÍTICAS REDACTORES

TO YOUR ETERNITY: UNA CARTA A LA VIDA

Cuando me llegó la posibilidad de encargarme de escribir sobre To Your Eternity solo tenía una cosa en mente. No había visto nada sobre la obra todavía —más allá de lo llamativo que resulta el hecho de que se confeccione a manos de la increíble Yoshitoki Oima— y tenía que seguir así. No quería saber nada.

Sabía cosas, por supuesto. Conozco a Oima y adoro su trabajo. Conozco el aire de misterio fantasía y, todo sea dicho, admiración que se levanta en torno a la obra. Y ver regresar a Brain’s Base —maravillosos culpables de dar vida a obras como Tonari no Kaibutsu-kun (otro perfecto dúo, esta vez con Robico; leed a Robico) o Durarara!!con Mashiko Murata a la cabeza y la participación de Utada Hikaru era más que suficiente para adentrarme en la obra. Incluso a ciegas.

Una carta a la vida

Y a ciegas me llevé el primer golpe. Es inevitable y me resulta incluso más doloroso porque el guion se encarga de plantar las semillas que germinan en esos actos decisivos de su primer capítulo. Un chico sin nombre, un páramo blanco, una esperanza perdida en un horizonte sin fin… la idea de la vida y la muerte como dicotomía reinante en una narrativa que ya en su título apunta a divagar sobre el existencialismo. Un cúmulo de ideas que, pese a todo, me cayeron a plomo y sin previo aviso con el desenlace que cerraba su prólogo.

«Quiero pedirte un favor. Por favor, nunca me olvides»

El cierre de su primer episodio podría ser, perfectamente, un broche perfecto para un one-shot. Una obra autoconclusiva que, sin necesidad de darnos más información que la que dibuja el primer episodio de To Your Eternity, cierra dejando un sabor agridulce cargado de emociones y una habilidad natural para narrar.

El breve periplo de sus protagonistas es duro. La esperanza y su contraria juegan un papel protagonista en una balanza que no para de jugar con el desarrollo. Cada pequeña meta es una victoria. Una roca marcada, el símbolo de la prosperidad, de la salvación. Una rama maltrecha en un páramo nevado, un árbol y la idea de poder calentarse durante una noche más. Pero cuando cae el telón de la esperanza y la muerte toma forma y presencia en la obra su tono consigue mantenerse y su final es mágico.

Un ritmo difícil de seguir

Mentiría si dijese que estoy siguiendo el ritmo de To Your Eternity. Su primer capítulo, insisto, me parece un pequeño caramelo que, suponiéndose como el prólogo de algo mucho más grande, por el momento solo resulta el testigo de que la obra puede dar más de lo que representa.

Cuatro capítulos es un espacio ínfimo para todo lo que la obra, seguro, tiene por contar. Pero incluso así el ritmo de su narrativa cambia de forma drástica a partir de su segundo episodio y manteniendo esa mecánica de sombras en su forma de dibujar la historia de la serie cuesta adaptarse a sus cambios y su desarrollo se difumina hasta convertirse en algo menos personal y claro que lo que ofrecía en su primera aventura.

Es un detalle comprensible en tanto que Fushi, su protagonista inmortal, está ligado a su desarrollo como ser y no deja de ser un objeto que bebe de la propia vida. Aprende con cada paso que da. Pero es confuso. Incluso así es interesante el como su protagonista pasa a un segundo plano mientras otros personajes como March y Parona toman la delantera y se convierten en protagonistas que nutren, a su vez, al verdadero protagonista de esta historia.

Y es que, en general, To Your Eternity no deja de ser una serie de relatos —y digo serie porque, hasta el momento, hemos dado un salto considerable entre espacios y personajes— que sirven para convertir a Fushi, un ser inmortal sin conocimiento alguno sobre la Tierra y los seres que la pueblan, en el protagonista que quizás esperábamos en un inicio. Un hecho que la convierte en una obra realmente caótica pero que a su vez supone un experimento narrativo con muchos puntos para convertirse en mucho más de lo que es y ha sido hasta el momento.

Creciendo, mano a mano

Por supuesto, no todo se reduce a la incapacidad general de Fushi. March, pese a su insistencia, es un personaje interesante. Una forma de ver la historia a través de la inocencia de una niña que, sin embargo, alberga un deseo tan grande como el de convertirse en madre. Un punto que ofrece un punto de contacto entre ella y el inmortal.

A su vez, Parona carga con el dolor y el sufrimiento de quien ha perdido sin poder hacer nada por evitarlo. Casi como una referencia a su primer episodio. Tanto su carácter fuerte como su comportamiento maternal con March marcan un distintivo punto y a parte que, esperemos, influenciará a Fushi en su crecimiento como personaje a través de ese papel en blanco que representa como avatar.

Un conjunto que cierra con ese mismo protagonista que consigue escaparse de cualquier concepto y sigue siendo un completo misterio hasta el momento. ¿Salva a March como agradecimiento o es simple instinto? Y, en ese caso, ¿porque siguió al chico sin nombre cuando adoptó la forma de Joaan?

Queda clara la intención de su guion a través de este desarrollo caótico y marcado por el aprendizaje y la bomba emocional en la que se convierte To Your Eternity. Más allá de eso, su trabajo de worldbuilding y la forma en la que establece culturas basadas en el mundo real —hay fantasía, desde luego, pero las referencias primero al Ártico y luego a los grupos étnicos indígenas orientales son muy notables— sientan un precedente muy interesante.

Insisto, porque el ritmo de la serie hasta el momento sigue siendo una curiosa mezcla entre misterio y caos y fijación con March y Parona parece dar a entender que no tendremos un nuevo salto. Por lo menos no pronto. Con la sorpresa por delante, reconozco que To Your Eternity ha conseguido dejar la expectativa muy alta.

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Óscar Martínez

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Escribo más que duermo. Ávido lector de manga y entusiasta de la animación japonesa. Hablo sobre ello en mi tiempo libre.