CRÍTICA DE JUNJI ITO COLLECTION 11
Glicéridos y El Puente protagonizaron el episodio de la semana pasada, unas historias realmente excitantes que nos invitaron a entrar en una nueva dimensión del terror de Ito. De nuevo el patrón se repite y la semana pasada tuvimos algo realmente bueno ante nosotros, un producto que puede que no sea perfecto visualmente hablando pero su trasfondo es bastante bueno. No sabría decir si hemos dejado atrás las mejores historias, pero hay que mencionar que esta semana vuelve a funcionar la estrategia y tenemos ante nosotros dos buenas adaptaciones más, aunque sí que es cierto que bajan el nivel conseguido semanas atrás. Adéntrate con nosotros en El nuevo alumno sobrenatural y Espantapájaros.
¡Sigue con nosotros Junji Ito Collection a través de este enlace!
El nuevo alumno sobrenatural
Parecía que ya habíamos dejado atrás el patrón de tener una semana buena y una semana mala en Junji Ito Collection, pero la primera historia de esta semana no es que sea la mejor de todas, ni mucho menos. El listón vuelve a bajar, la historia se pierde por momentos y los minutos se hacen más pesados que las horas. Una historia cuya duración no le ayuda y cuyo argumento se diluye con el paso del tiempo. Realmente no han acertado con esta adaptación y consiguen que el terror que produjo Ito con los poderes sobrenaturales de unos alumnos de una escuela cuyo propósito era «apoderarse» del pueblo donde estaban, desaparezca por completo. Parece más una parodia que una adaptación y sus protagonistas tienen la mayor de las culpas. No hay personalidad ni intenciones, es una pérdida de la moral y de lo que podría haber sido. Da lástima cuando llegan a estos extremos y pierden los papeles con este tipo de adaptaciones. Sin duda, volvemos a estar ante una mala historia donde el espíritu del maestro Ito, no aparece en ningún momento.
Espantapájaros
Menos mal que la serie siempre nos deja con otra historia y en este caso esta ha sido la que ha salvado al episodio de esta semana. Corta pero intensa, y la verdad, con un mensaje final bastante sorprendente y cuyo significado puede llamar bastante la atención. Tal y como su nombre indica, estamos ante una historia cuyos protagonistas son los espantapájaros. Nos sitúan en un cementerio de Japón, un cementerio donde todo aquel que llega muerto, acaba trasladando su alma a un espantapájaros. Todo esto ocurre desde que un padre pierde a su hija y decide hacer un muñeco parecido a ella, un muñeco cuyas caras expresan las emociones de su difunta hija y cuyos sentimientos hacen que todo el mundo que tenía a alguien en ese cementerio acabe haciendo lo mismo. Poco a poco las almas se apoderan más y más de los muñecos, llegando a convertirlos en auténticos focos de muerte, ya que, la mayoría de veces, acaban matando —de una forma un tanto sobrenatural— a muchos de los familiares que les visitan.
Una historia que recurre a nuevos recursos de Ito que no habíamos visto hasta el momento, aunque es cierto que ya habíamos tratado historias atrás la animación de personas muertas a través de marionetas o muñecos. Un recurso bastante empleado en el género pero que Junji Ito sabe darle su toque personal y logra que su significado quede durante un tiempo en nuestras mentes. Nunca sabremos a ciencia cierta si realmente los objetos pueden cobrar vida o infundirse de almas, pero el maestro nos propone esta duda que posiblemente, nunca consigamos resolver.
Y antes de acabar, recordar que estamos ante el penúltimo episodio de la temporada. La semana que viene acabamos con el terror de Ito y no sabremos si repetirán experiencia adaptando más historias. La serie ha dejado muchos momentos vacíos pero otros realmente buenos cuyos planos guardamos todavía en la retina. Una semana más y acabamos. Esperemos que coronen la temporada con dos grandes historias.
Marisol Navarro