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Crítica de Darling in the FRANXX 13
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CRÍTICA DE DARLING IN THE FRANXX 13

La evolución de Darling in the FRANXX ha sido una marcada, siempre, por lentos compases. Cada nuevo capítulo nos ha acercado un poco más a sus personajes. Un poco más a su mundo. Pero siempre sin promesas. Como si su guión quisiese que lo descubriésemos poco a poco. Es así como, poco a poco, hemos descubierto a Hiro y a Zero Two.

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Pero ellos, los componentes del metafórico pájaro de Jian, no son los únicos miembros del equipo. También hemos conocido a Ichigo y Goro. Y, aunque en menor medida, a Mitsuru, Kokoro y el resto de personajes. Habiendo pasado ya una docena de capítulos estos personajes nos han mostrado mucho de su pasado. Pero aún quedaba mucho por ver.

«Ese lugar era todo mi mundo»

«Un mundo cerrado en el que no podía tocar lo que había más allá de las ventanas; Garden, un mundo cerrado donde solo vivían niños. Pero ese día salí por primera vez. Hasta ahora no lo he olvidado; hasta ahora lo había olvidado… El enorme cielo ahí arriba. Lo cálida que era la mano que tomé… y la promesa que hicimos

Darling in the FRANXX se ha convertido en toda una constante en nuestro equipo. Pero es la primera vez que dedicarle una introducción a un episodio se convierte en algo tan difícil que citar a sus personajes resulta la única forma viable de hacerle justicia. El juego narrativo de Nishigori excede a lo todo lo visto en la serie hasta ahora. Su trato humanista y el factor dramático siempre ha estado ahí pero hay una inflexión en este capítulo que promete cambiar el rumbo de la serie. Una nueva metáfora.

La historia de la bestia y el principe

Pese a haber afirmado (críticas atrás) que el dúo protagonista de la serie había cerrado su arco, parece que Nishigori les guardaba una carta magistral. Ese recurso clásico del cine y las novelas —y por ende de cualquier producto cultural con presencia narrativa—, el «encuentro predestinado» hace presencia en la obra. Pero lejos de tirar de la simpleza, el autor decide que Zero Two aún tiene mucho que mostrar. Es introspectiva, el ver a la chica en su estado original, abandonada en una fría sala día tras día, el como se aferra a su libro, la única posesión que tiene, cambia completamente las tornas.

Pero antes de darnos cuenta somos Hiro —y digo somos porque en este punto del episodio su inmersión es inevitable— y nos preguntamos que les pasa al resto de niños. No sonríen, no reaccionan. Ichigo llora por ser diferente, ella es una decena. Cruel destino el que les ampara. Pero, ¿a quienes? ¿a los que no pueden sentir o aquellos que se verán doblegados ante una fuerza superior? Parece que darles un nombre les iguala, pero a los adultos no les parece bien. ¿Porqué?

Tachibana hace su magia con un compás lento de violín. Parece que cada nota duela. Los niños siguen desapareciendo. ¿Porqué? Y entonces aparece ella. Tiene cuernos, es diferente. Pero parece que puede sentir. Hay que buscarla. Pero cuando Hiro la encuentra está sufriendo. De alguna forma duele.

Duele muchísimo. ¿Que clase de vida es esa? Recluida en esa habitación sin nada más que sufrimiento. Pero entonces le ve. No sabe quien es. Tampoco lo entiende pero ahí está, segundos antes de que los cristales estallen. El preludio de Strelitzia Awakening brilla, adquiriendo un nuevo significado en el momento en que se dan la mano.

Promesas incumplidas 

El plano general rompe la inmersión para ofrecernos algo que no habíamos visto nunca en la obra. Inocencia, alegría. La salida de Hiro y Zero Two da sentido a las vidas de ambos. Ella abandona la reclusión y él encuentra por fin a alguien diferente. Pero no solo es eso, a pesar de su forma híbrida, es Hiro quien humaniza a la chica en un estricto sentido moral. Pese a su naturaleza la chica lo arrastra con ella y se queda a su lado.

Que el viaje iba a ser corto no es una sorpresa. Lo sentimos en cada segundo, en cada lágrima. Los momentos enternecedores de la chica se agolpan y es imposible no sentir lástima por ella. «002… ¿Zero Two?» La niña responde de forma torpe y todo cobra sentido. Más aún tras leer el libro —una suerte de advertencia de lo que pasaría en el futuro— y descubrir el trágico momento que les separa.

Se entiendo porque Trigger demonizaba a la chica en capítulos anteriores. El revés no llega por sorpresa pero sus matices adquieren tanta fuerza que es imposible no dejarse llevar por el torrente emocional. Y entonces lo entiendes todo, de nuevo. La insistencia de Zero Two con «Darling», los espejos, los colmillos. El querer ser humana. Es el mismo miedo que tenía Ichigo, el de no encajar. Pero esta vez solo hay un objetivo. El príncipe. Aún así el interés romántico es puro y sincero. Viene del hecho de ser aceptada, de ser liberada de sus torturadores. Y que la chica haya luchado hasta ese punto para lograrlo rompe por completo todo el molde que habíamos visto hasta ahora.

Juegos morales

Darling in the FRANXX se ha postulado, por muchos, como el Evangelion de esta generación. Discusión aparte, es cierto que la obra bebe mucho del trabajo de Anno, pero sus variables cada vez se distancian más. Aún así hay algo presente en ambas, el juego moral.

Aunque Nishigori ya ha demostrado anteriormente su capacidad para desenvolverse en este terreno, el capítulo 13 logra unir todas las piezas del puzzle de forma magistral. No solo regresa al sexto capítulo para dar un vuelco a la subtrama que estaba formando —se entiende que Zero Two solo utilizaba a Hiro para llegar a su forma humana incluso con los sentimientos encontrados que se iban formando— sino que actúa con cierto efecto dominó.

Entendemos las inseguridades de Ichigo. El temperamento de Mitsuru y la presunta traición que sufrió. Los cambios en Hiro y el pasado de Zero Two. Si creíamos que la trama se había alejado del núcleo central para construir al resto de personajes y avanzar hacia un nuevo arco, nos equivocábamos. Todo lo visto nos lleva hasta aquí. La pregunta es, ¿que viene ahora?

Darlinginthefranxx-crítica

Óscar Martínez

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2 COMENTARIOS

  1. La verdad es que ha sido un capitulazo, emotivo y nos ha dado detalles de porque Hiro no se acordaba de algunas cosas, además nos ha mostrado un poco más como vivían los niños y tal.
    En cuanto a los números y el de los nombres creo que esta claro que los adultos ven a esos niños como cobayas y el no ponerles nombre hace que no les cojan cariño, de esto fijo que veremos más.
    Deseando ver los siguientes episodios

    • Trigger ha conseguido romper el molde en pos de ofrecernos algo espectacular y, porque no, muy emotivo. Como dices, ha sido un puntazo lo de descubrirnos porque Hiro no recordaba algunos detalles, aunque queda saber el porque Zero Two no sufre la misma suerte. Y desde luego, queda claro que no son más que cobayas para ellos, seguramente para alcanzar un bien mayor (aún queda por saber que es «Grand Crevasse» y que busca APE).

      Muchas gracias por comentar, ¡espero que sigas los próximos capítulos con nosotros! 🙂

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Escribo más que duermo. Ávido lector de manga y entusiasta de la animación japonesa. Hablo sobre ello en mi tiempo libre.