A principios de este año 2018, Netflix presentaba un proyecto sin hacer mucho ruido. No tuvo grandes presentaciones, y tampoco una gran campaña promocional. Pero The End Of The F***ing World consiguió llegar a los espectadores de una forma brillante. Sus capítulos cortos, su ritmo frenético y, sobre todo, sus personajes hicieron que tanto crítica como público quedasen altamente satisfechos. Pues bien, lo cierto es que la serie está basada en un cómic con el mismo nombre, The End Of The Fucking World, que edita en nuestro país Roca Editorial. Esta vez sin censura. En este artículo analizaremos la novela gráfica que origina la serie sumergiéndonos en la maravilla que creó Charles Forsman, guionista y dibujante de esta.
Lo sencillo puede ser complicado
Hay muchas formas de transmitir una idea: algunas más complicadas y otras más sencillas. The End Of The Fucking World, tanto la serie como el cómic, demuestran tener una capacidad de síntesis increíble. De forma sencilla es capaz de transmitir un relato de una profundidad tan atractiva como abrumadora. Sus dos personajes principales, Alyssa y James, son como dos torbellinos de emociones y decisiones impulsivas. Dos almas gemelas cuyo desarrollo en la historia resulta magnético. Y, curiosamente, la novela gráfica de Charles Forsman representa esa sencillez no solo a través de la historia, sino también a través del tipo de dibujo. El autor realiza ilustraciones poco recargadas, y sus dibujos son poco más que monigotes. Pero lo curioso es que encajan con el tipo de historia que está contando.
La misma esencia…
Al igual que la serie de Netflix, la obra original no pierde el tiempo. Sus capítulos avanzan a ritmo imparable, y la historia va dando pequeños saltos muy fáciles de seguir. Esto hace que se pueda leer en menos de una hora fácilmente, mientras se disfruta la historia. A la hora de adaptar el cómic, han utilizado el formato de capítulos cortos del cómic original y lo han trasladado a la pantalla. Puede que el hecho de haber respetado a tantos niveles la estructura y el espíritu de la novela gráfica haya sido una de las claves del éxito de la serie. Por ponerle alguna pega, se podría decir que la serie desarrolla más ciertos aspectos de la historia. Al elaborar más algunos trasfondos de los personajes, les dan una profundidad que en la novela gráfica únicamente se llega a intuir. En este aspecto, la serie puede ser mejor.
…pero con diferencias
La serie se ha tomado también ciertas licencias con respecto a la trama. Es cierto que respeta en cierta forma los momentos más significativos de la historia. Pero hay algunos cambios importantes. Por ejemplo, en la novela gráfica a James le faltan dos dedos de la mano. En la serie, en cambio, metió la mano en la freidora. Aparte de estos detalles, hay un cambio significativo, sobre todo en el hombre de la casa en la que entran James y Alyssa. En la novela gráfica, el hombre pertenece a una secta satánica. En la ficción de Netflix, en cambio, esta parte se omite.
A partir de este punto pasamos a hablar del final de ambas obras, por lo que habrá SPOILERS.
Atención: Contiene spoilers
El final
El hecho de haber incluido en la novela gráfica la secta satánica cambia totalmente el final de la obra. En la serie, James escapa de la policía y escuchamos un disparo sin saber muy bien lo que le ha pasado. En la novela gráfica, en cambio, la policía que los persigue es de la misma secta que el hombre al que James mata. Por lo que cuando esta da caza al chico, trata de hacerle sufrir. James se defiende y otro policía acaba con su vida. Al final, vemos como Alyssa se tatúa el nombre de James en el brazo con un clavo candente. Habiéndose confirmado ya la segunda temporada, intuimos que en la serie James no ha muerto.
Por ello, a partir de ahora la historia se distancia de la novela y nos contará algo totalmente nuevo. ¿Aprovecharán este momento para incluir esa facción satánica que omitieron? Seguro que si se hace con el mismo cuidado que la primera temporada, disfrutaremos de lo lindo con esta segunda.
Mikel Iturbe
