BIBLIOTECA: MIYAZAKI EN EUROPA
La lectura de Miyazaki en Europa, escrito por Pau Serracant y publicado por Dolmen editorial, es amena y comprensible, pero también llena de referencias culturales tanto occidentales como orientales. Pau Serracant hace un estudio profundo de la filmografía de Hayao Miyazaki, que incluye un análisis del contexto familiar y social del propio director, no sin antes establecer un contexto histórico del Japón anterior a Miyazaki.
El primer capítulo se centra en un análisis de las relaciones entre Europa y Japón. Las referencias culturales a Europa en la filmografía de Miyazaki nacen de una interferencia cultural entre ambas potencias desde finales el siglo XVI. Europa fascinada por el exotismo oriental; Japón adaptándose a lo que la historia le tenía guardado.
Un gran acierto por parte de Serracant es el disponer la doble identidad de Miyazaki, la persona y el cineasta, para después unirla y entender esta dualidad como la complejidad de un gran artista fuertemente influido por su situación personal. Su obsesión por los aviones, la necesidad de ayudar al prójimo, la preocupación por el medio ambiente y la percepción de lo mágico como algo positivo son algunas de las claves de sus obras, pero todas ellas derivan de experiencias personales del propio autor. Con algunas de estas situaciones, reafirma ideas y formas de ver la vida que él mismo posee; con otras, encuentra la manera de resarcirse de errores que él o su familia cometieron en el pasado.
«Es una de las ideas básicas de la cosmovisión de Miyazaki y de su filmografía: las personas no son buenas o malas, sino que actúan acorde con sus circunstancias. En este sentido, la catarsis puede liberarlas y permitir que aflore lo bueno que toda persona lleva dentro. La catarsis, pues, es básica en la vida y obra de Miyazaki».
Desde El castillo de Cagliostro hasta El viento se levanta, pasando por Nausicaä del Valle del Viento, que fue su primera película con el Studio Ghibli, la obra de Miyazaki ha ido reafirmando sus valores y su manera de pensar, pero también haciendo fuerte un mensaje no solo para niños, sino para adultos también. De ahí que John Lasseter sea un gran admirador, además de amigo, y que siempre lo mencione como referente de Pixar, estudio que creó (y crea) historias para niños y adultos.
Además, en todas sus obras podemos encontrar referencias a Europa. Autores como Antoine de Saint-Exupéry o Lewis Carroll han sido una gran inspiración para él, pero también las ciudades en las que ambienta sus películas son una extraña mezcla de diversas ciudades europeas (generalmente, los paisajes son de Europa del norte, pero con un clima y un ambiente mediterráneos).
Siempre ha llamado la atención las escasas referencias norteamericanas en su filmografía, y es algo a lo que Serracant le dedica todo un capítulo en este libro. La ocupación norteamericana en Japón entre 1945 y 1951, y todas sus consecuencias, calan hondo en el joven Miyazaki, llevándole a repudiar todo lo que proceda de Norteamérica. A pesar de este rechazo, sobre todo a la manera de vivir de allí, existen algunas referencias en su filmografía, como en Nausicaä de la obra Dune, de Frank Herbert, cuya adaptación fue dirigida por David Lynch.
Conociendo la historia de Miyazaki, su vida personal y cómo sus vivencias van influyendo en sus obras, era de esperar que en algún momento se hablase de cómo la propia cultura japonesa influye en el director. Miyazaki es, justamente, el mejor ejemplo de lo que Japón es: una mezcla de tradición férrea con intromisiones foráneas.
El trabajo de Pau Serracant deja visible una gran pasión del autor por este gran director de animación. Y de paso, nos recuerda a muchos nuestra infancia, pues las primeras obras de Miyazaki son esas grandes series como Heidi o Marco que todos tenemos en la memoria. La gran obra de Hayao Miyazaki está llena de influencias europeas, pero ¿cuánto ha influido Miyazaki en nosotros? ¿Cuánta de la animación actual sería posible sin él? Esto es lo bonito del cine y el arte en general: la inspiración entre obras, sin hacerle caso ni a fronteras ni a barreras políticas que están muy lejos de algo tan sensible y necesario como el arte.
Lorena Rodríguez