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BIBLIOTECA: EL CUENTO DE LA CRIADA

criadas en una ceremonia El cuento de la criada El Palomitrón

«Nolite te bastardes carborundorum».
(No dejes que los cabrones te hagan polvo).
El cuento de la criada

Hace pocas semanas, HBO estrenó en nuestro país The Handmaid’s Tale, serie basada en la novela del mismo título de Margaret Atwood. Su última edición en España acaba de ser publicada por Ediciones Salamandra y en este artículo vamos a comentar algunos de los temas que toca la obra de la que todo el mundo habla, de la Premio Príncipe de Asturias 2008.

El cuento de la criada El Palomitrón

20 de marzo de 2017. Un grupo de mujeres con vestidos y capas rojos y tocas blancas se sientan en la galería del Capitolio de Texas. Escenifican su rechazo a la proposición de ley que se estaba discutiendo en ese momento, la SB25, según la cual se pretende que los padres no estén informados de posibles malformaciones en el feto o problemas en el embarazo, evitando así que los progenitores se planteen tan siquiera la posibilidad de un aborto. Su indumentaria sale de la descripción de la vestimenta de las criadas que Margaret Atwood creo para su novela, que ya tenía gran relevancia en el mundo anglosajón antes de la llegada de la película de 1990 y de la serie de la HBO. El cuento de la criada ganó el Premio «Los Angeles Times» o el «Arthur C. Clarke» de ciencia ficción, entre otros.

Su argumento es el que sigue: en un futuro indeterminado pero cercano, tras una serie de atentados terroristas islámicos, en los Estados Unidos de América se establece una república teocrática; sus prefectos son similares a los de los puritanos del siglo XVII (aquellos que llegaron a América buscando libertad de culto) y que acaban con los derechos civiles. Se ensañan especialmente con las mujeres en sus normas por la epidemia de infertilidad que está mermando la población. Las que puedan tener hijos son adoctrinadas y entregadas como “criadas” a las familias de los poderosos, para que estos puedan reproducirse. Toda la historia será narrada en primera persona por Defred, una mujer que ha sido apartada de su marido y de su hija y que ha tenido que sufrir las humillaciones de las “tías” (las mujeres que meten en vereda a la criadas) para terminar al servicio del Comandante y de su esposa, Serena Joy. Nos contará su día a día y, a modo de flashbacks, su pasado y cómo gradualmente la sociedad se transformó hasta ser ese entorno opresivo y angustioso en el que se mueve.

Años atrás podíamos pensar que no estábamos ni por asomo cerca de vivir en un escenario así, pero hoy no tenemos tanta certeza. Muchos temas que en la novela se tratan ya han aparecido en los medios con mayor o menor repercusión, pero ahí están, y seguro que va a ser fácil reconocerlos. Por ejemplo, la supresión de libertades como modo de combatir el terrorismo. La amenaza de los atentados de corte islámico planea sobre todo occidente. Nadie está seguro en ningún sitio. La forma de enfrentarlos por parte de los estados es suprimiendo algunos derechos que parecían incuestionables a base de decretos y leyes: la ley mordaza, el acta patriótica… Una sociedad que vive con miedo es una sociedad dócil; con la promesa de tener seguridad, podemos renunciar a nuestras libertades sin reflexionar demasiado sobre lo que esto puede acarrear.

El auge de los extremismos religiosos o políticos es palpable y de plena actualidad. Se hace lo que sea para defender esas ideas que los líderes carismáticos proclaman desde sus púlpitos. Se radicalizan y se polarizan las ideas: o eres de los míos o estás contra mí. Y los moderados, los científicos, los intelectuales… que no den titulares sensacionalistas, de uno u otro color, son silenciados por la masa. Se celebra el culto a la ignorancia y se ve como enemigos a los librepensadores. “La presión del antintelectualismo ha ido constantemente abriéndose paso a través de nuestra vida política y cultural, alimentado por la falsa noción de que la democracia significa que ‘mi ignorancia es igual de válida que tu conocimiento’», afirmaba Isaac Asimov.

Por supuesto, y unido a los extremismos de todo tipo, la intolerancia se ceba con aquellos que son considerados diferentes, en especial si no cumplen con las reglas heteropatriarcales. La mejor amiga de la protagonista es lesbiana, algo por lo que se la considera una “no mujer”; a menudo aparecen ajusticiados homosexuales en el muro donde se exponen los cuerpos de “los enemigos”… Hoy siguen apareciendo noticias sobre agresiones o discriminaciones al colectivo LGBT desde todos los ámbitos de la sociedad.

No se nos debe olvidar, ya que es considerado el tema principal de la novela, el trato a las mujeres en todo el mundo. En el libro aparecen como seres cosificados, siempre en segundo o tercer plano. Sus funciones básicas son: el alivio del guerrero, las tareas domésticas y la procreación. No tienen opinión ni voto; por no tener no tienen, en algún caso, ni nombre. Se habla del tiempo anterior, en el que estaban fuera de casa y vivían en igualdad con los hombres, pero se asegura que esto era peligroso para ellas, pues podían ser violadas, atacadas o acosadas. Lo lógico es quedarse en casa, como proclamaba la antagonista femenina, Serena Joy, en los tiempos antes de la república, a cuidar de los hijos. Pero, como no es fácil procrear, se somete a las mujeres que tienen esa posibilidad a la violación ritual aprobada por el estado, para después arrebatarles a sus hijos.

En el prólogo de la novela, la autora afirma: “Sin mujeres capaces de dar a luz, la población humana se extinguiría. Por eso las violaciones masivas y el asesinato de mujeres, chicas y niñas ha sido una característica común de las guerras genocidas, de cualquier acción destinada a someter y explotar a una población. Mata a sus hijos y pon en su lugar a los tuyos, como hacen los gatos; obliga a las mujeres a tener hijos que luego no puede permitirse criar, o hijos que luego les robarás para tus intereses personales; niños robados, un motivo cuyo uso generalizado se remonta a tiempos lejanos”.

Una novela que se gestó durante la estancia de la autora en el Berlín occidental de 1984. Con gran influencia de Orwell, está repleta de detalles que recuerdan a la situación política tras el telón de acero, a la “peligrosa” URSS, al Irán manejado por Jomeini, a la Stasi, a los Guardianes de la Moral… Pero es hoy cuando, al pasar sus páginas, nos creemos más que nunca que algo así puede ocurrir en países «modernos y avanzados» en una fracción de tiempo mucho menor que lo que nunca habríamos imaginado. Además, lo hace describiendo unos personajes realistas, con muchas capas, con frustraciones, con contradicciones en su comportamiento y en sus sentimientos. De estilo ágil y directo, refleja muy bien la tradición del “manuscrito encontrado” que pretende ser. Sin grandes momentos de acción o de excesiva tensión, puede llegar a considerase algo lento en algunas partes. Aunque la narración discurre entre tres momentos temporales, y un cuarto en su último capítulo, en ningún momento resulta farragoso o complicado.

Resumiendo, una lectura que nos llevará a reflexionar sobre hechos que han ocurrido o que están ocurriendo; que nos enfrenta a un futuro muy poco halagüeño que puede convertirse en realidad si no nos andamos con cuidado. Recomendada su lectura para no ser de esos ignorantes a los que se refería Asimov.

Rocío Alarcos

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