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BIBLIOTECA: 100 PELÍCULAS SIN LAS QUE NO PODRÍA VIVIR

100 películas sin las que no podría vivir ilustraciones El Palomitrón

100 películas sin las que no podría vivir, de Ricardo Cavolo, no es solo un libro sobre cine: es un libro sobre cómo el arte influye en nosotros, nos modifica y condiciona hasta configurar una genética propia y única. Si el arte del que hablamos es el cine, todo se intensifica, pues es muy probable que compartamos muchas partes de esa cadena genética con otras personas.

Esta referencia a un ADN cinéfilo la da el propio Ricardo Cavolo en la introducción del libro, editado por Lunwerg Editores. Estamos ante un libro único, no solo porque se trate de las 100 películas que han marcado la vida del autor, sino porque además representa cada película con una de sus únicas ilustraciones, con personajes de ojos redoblados, narices rojas prominentes y un colorido que nos transmite la intensidad y la pasión que el autor siente por las películas seleccionadas.

Portada libro Ricardo Cavolo El Palomitrón

«Algunas de vuestras preferidas no estarán en esta selección, y tal vez no entendáis por qué. Pero esta lista es así porque es el ADN de una sola persona: yo. Y aunque pertenezcamos a planetas muy parecidos en otros aspectos, el cine de uno es tan personal como su cadena genética. Es lo bonito de todo esto, la variedad. Y por esto mismo hay películas para todos. ¡Viva el cine!»

Este libro tan personal le da la oportunidad al autor para profundizar en algunos temas relacionados con el cine. Por un lado, el aspecto emocional, la manera que tenemos las personas de ligar películas a recuerdos y momentos, hasta tal punto de crearnos nuestra propia película. Por otro lado, expone su opinión sobre el esnobismo del cine y cómo él, personalmente, disfruta con cada película que ha incluido en la selección. Cada una ha tenido su momento, además de aportarle cosas diferentes haciendo más rico su mundo. Es por ello por lo que podemos encontrar joyas del Olimpo del cine como Mi tío, de Jacques Tati, o la adolescente American Piede los hermanos Paul y Chris Weitz, pasando por la trilogía del El Caballero Oscuro, de Christopher Nolan.

«Es verdad que solemos tener una época en la que nos ponemos más exquisitos con las películas (yo estudié Bellas Artes en la universidad, no os quiero contar el nivel de esnobismo qué a veces se estila por allí). Parece que no puede haber nada más que Hitchcock, nouvelle vague y cine clásico japonés. Todo esto está muy bien, pero yo no iba a dejar de ver la nueva de Harry Potter. Reconozco que nunca he tenido demasiadas fronteras en cuanto al cine. Me gusta valorar cada una de las películas por lo que me aporta». 

Ricardo Cavolo 100 películas sin las que no podría vivir El Palomitrón

Tras varias horas entretenidas leyendo este libro, nos damos cuenta de que Cavolo siente una pasión desmedida por Martin Scorsese y todo su trabajo, pero también por Sofia y Francis Ford Coppola, además de por el western y las películas de mafia. Al final de la selección, incluye un pequeño apartado con personajes que el querría que fuesen sus amigos, donde incluye a los directores antes mencionados, así como a los actores Ryan Gosling o Humphrey Bogart.

100 películas sin las que no podría vivir nos da la oportunidad de conocer un poco más al artista Ricardo Cavolo y, sobre todo, de disfrutar de su obra como si de una exposición privada se tratase. Por no hablar de la delicada manera que tiene de recordarnos qué sentimos nosotros con algunas de las películas mencionadas, así como hacer que nos interesemos por otras por la manera que tiene el autor de describirlas. Se trata de un libro para verdaderos apasionados del cine y para aquellos que disfrutan de ediciones únicas con ilustraciones únicas. Como bien dice el propio Ricardo Cavolo: «Esto no es más que una historia de amor narrada en cien episodios».

Lorena Rodríguez

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Una tarde, con siete añitos, entré en el salón cuando mi madre veía El Padrino. La escena en cuestión era la del caballo y mi madre me gritó que no mirase, pero miré. Desde aquel entonces no pude dejar de mirar, de observar y soñar. Lo más cerquita que pude quedarme del cine fue haciéndome historiadora del arte. El cine es mi Tardis, un Delorean que me hace la vida real más fácil. Mi primera serie fue Urgencias, siempre fiel, a pesar de lo mal que la trató la tele. No sé decirle que no a una serie.