Hablar de Álex de la Iglesia es hablar de estilo propio, un director de sello. Puedes elegir al azar una película mientras haces zapping en la televisión que al cabo de unos minutos podrás reconocer el toque genuino de de la Iglesia. Y es que, no se puede decir que el bilbaino no se arriesgue. Pocos colocan al tristemente desaparecido Álex Angulo en mitad de las Torres KIO de Madrid, o cuelgan a un jovencito Santiago Segura del cartel de Schweppes, o convierten una comunidad de vecinos en la pesadilla de Carmen Maura, ni tampoco visten de bruja a Terele Pávez. El imaginario del realizador ha dado para mucho, prueba de ello es su filmografía que no ha parado de recopilar títulos desde 1993.

De todo eso saben y mucho Antonio Santamaria y Jesús Angulo que ya en el año 2011 de la mano de la Filmoteca Vasca publicaron “Álex de la Iglesia. La pasión de rodar”. Doce años después, tras unos cuantos trabajos que han engrosado aún más el prestigio del director, los autores vuelven a reeditar la obra que en esta ocasión reduce el título a un estilo más simple, “Álex de la Iglesia” y que sale a la luz gracias a Ediciones Cátedra.

El chaval de la Universidad de Deusto 

El libro, escrito con una narrativa exhaustiva y de ritmo pausado, hace un repaso por la vida del realizador desde sus orígenes en el Bilbao de los años setenta hasta sus últimos trabajos. Para cualquiera que sea fanático de su cine, le gustará comprender el por qué de ciertos elementos que han acompañado al director en cada una de sus obras.

¿Qué comparten películas como ‘El día de la bestia’ o ‘Las brujas de Zugarramurdi’? Que la localización es un personaje más. Una de sus huellas más distintivas es la forma en la que convierte elementos del folclore de una región o edificaciones emblemáticas de una ciudad, cabe recordar a ese Álex Angulo vestido de cura andando despistado por el Madrid de los 90, en un elemento indiscutible dentro de la trama. No es algo decorativo o una simple localización de guion. Sin el entorno, la obra carece de esencia.

Ese matiz, unido a una atención especial en la teología, la filosofía y las conductas humanas tienen sus orígenes en su formación desde la más tierna infancia y el entorno familiar. La historia de la vida de Álex la Iglesia es agridulce, con alegrías, golpes de suerte y también pérdidas. Tempranas; de las que duelen. No es intención de la que escribe estas líneas desgajar en una crítica el contenido de un libro que cualquier cinéfilo y lector debe descubrir por iniciativa propia, pero sí recomendarlo.

Asomar la nariz a las páginas de “Álex de la Iglesia” es sumergirse en un análisis exhaustivo de la vida de uno de los directores con más personalidad del cine patrio. Significa comprender la razón de las principales temáticas que se abordan en su filmografía y empatizar, a la vez que conocer, al hombre detrás de la americana y las gafas de pasta. Desmitificar al mito, hacerlo humano y bucear en un mundo de mirindas asesinas, de curas que estudian al demonio, de pueblos del norte con brujas ocultas y de bares en los que podrás entrar pero quizás no logrés salir. Todo ello por menos de ’30 monedas’ ¿A qué esperas para leerlo?