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ALEGRÍA, TRISTEZA

LOS ANTECEDENTES

La figura del productor en el cine es, posiblemente, la más importante, sin ella por mucha visión que pueda haber, no hay película. Paradójicamente es un rol que mediáticamente se ha invisibilizado de manera sistemática.

Ibon Cormenzana quizás le conozcamos por su faceta de productor habitual de Pablo Berger (Blancanieves, Abracadabra) pero lo cierto es que comenzó su andadura en el mundo del cine como realizador. Después de varios cortometrajes dirige dos largos y poco después aparta su rol en la dirección para producir durante casi una década a otros autores. Títulos como No llores, vuela; Blackthorn o Rumbos están a sus espaldas. Alegría, tristeza es el tercer largometraje como director del bilbaíno Ibon Cormenzana.

LA PELÍCULA

El título original, posteriormente reducido ,es Alegría, tristeza, miedo, rabia. Y si bien el título final es mucho más fácil de recordar y más sutil, sigue manteniendo la clave de la película: los contrastes. La conexión que el espectador establece con el cine se basa en la empatía. Se conecta en mayor o menor medida con unos personajes y unas situaciones y se realiza un viaje emocional, un recorrido. Y aquí la película da en el clavo, utilizando a un bombero con un estrés postraumático que no le permite gestionar sus emociones con normalidad.

El viaje lógico viene dado por la situación planteada y es lo que genera más conflicto. Frustra la falta de información, la incomunicación, genera una angustia constante a través del otro. La empatía, la fuerza dramática, se desplaza durante toda la película entre el reparto de secundarios y el propio protagonista, en el desentendimiento, la lucha interna que se plantea. Este distanciamiento permite centrar el guión de una manera muy orgánica, jugando con el contraste entre personajes para terminar incidiendo en las relaciones familiares y el horror del trauma.

La película con momentos de mayor y menor profundidad consigue ahondar en el conflicto para ir desvelando la empatía y la humanidad del personaje central.

ELLOS Y ELLAS

Roberto Álamo abarca un personaje muy complejo y contenido. Desde una posición controlada consigue retratar desde la apatía y los matices que ésta le permite. El trabajo es sensacional y construye un personaje completo, cimiento indiscutible del film.

Por su parte y pese a su corta edad, Claudia Placer (la hija en la ficción del protagonista) consigue transmitir con madurez desde el primer plano que abre la película hasta el final, sin caer en la obviedad. Todo el reparto de secundarios construye un mundo alrededor del protagonista. Manuela Vellés en su perfil habitual y Andrés Gertrúdix con un personaje muy arriesgado, están muy bien situados interpretativamente y destacan especialmente.

LA SORPRESA

Si bien comentábamos que el viaje del protagonista era lógico ya desde el título, por el camino se juega con la previsibilidad de manera muy inteligente. La película está estructurada de tal manera que hay dos momentos que resultan muy catárticos y que revelan información de una manera muy considerada redirigiendo la trama sin perder el rumbo.

LA SECUENCIA / EL MOMENTO

Cuando se revela cierta información que conecta los acontecimientos de la narrativa con la historia contemporánea española. Siendo casi anecdótico, esto aporta una nueva lectura a la película que, desde otra óptica, resulta muy interesante. El como lidiar con el trauma está siempre en el punto de mira, en este caso desde la memoria colectiva.

TE GUSTARÁ SI…

Encuentras fascinante la inteligencia emocional, el eterno discurso boys don’t cry y la deconstrucción de la masculinidad a través de las emociones.

LO MEJOR

  • El recorrido emocional y la profundidad que puede llegar a alcanzar.
  • Las interpretaciones, tanto protagónicas como de reparto están muy cuidadas y trabajadas.

LO PEOR

  • En ciertas ocasiones la película cae en un dramatismo exacerbado que puede llegar a despistar de lo realmente importante.

Juan Luis Martínez

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Espectador curioso y soñador inquieto. Narrador licenciado en Comunicación Audiovisual. Cuando vio por primera vez "Amèlie" tenía 12 años y se pasó un interminable verano tirando piedras al río tarareando, ahora está en una etapa más "Frances Ha" con un poquito más de costumbrismo.