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RUMBOS

rumbos2Con sus 5 historias paralelas, Rumbos intenta ser una película muy humana que, a través de sus personajes, trata los dramas y problemas del amor y el desamor, eso que a todo ser humano rompe la cabeza y el corazón: la duda y el miedo a actuar o a no hacerlo. Nos encontramos con personajes dispares: una pareja, un taxista y su mujer, dos amigos adolescentes, un camionero y una prostituta, y dos conductores de ambulancia que sufren sus propios dramas y a los que la película les da un toque de comedia.

Con repetidos planos aéreos de la ciudad, Burló nos deja claro que estamos en Barcelona. Pero la historia podría transcurrir en Sevilla, Bilbao o Kuala Lumpur, ya que la ciudad en la que pasa no tiene ninguna trascendencia en la trama.

rumbos3A modo de pequeños relatos, todas estas historias están hiladas por una programa de radio (que une e intenta hacer más redondo el filme) al que pone voz Julia Otero. Es interesante que este programa trate precisamente los problemas cotidianos de sus oyentes, sus dudas, sus sentimientos, haciendo una referencia clara al tema que trata la película.

Los noventa minutos transcurren dentro de vehículos: dos coches, un taxi, un autobús, una ambulancia y un camión. Y llama la atención que, aun estando los personajes propiamente encerrados en un coche, no se desprenda sensación alguna de claustrofobia, lo que en está película parece ser más un error que un acierto, ya que la situación emocional de los personajes está más cerca de la opresión, del dolor, de la asfixia de sus emociones que de la liberación de ellas.

Sin embargo, falla la simplicidad de los personajes, que se acogen a los estereotipos. Estos personajes intentan salir de lo banal, pero no lo consiguen. Queda, por tanto, una construcción de personajes pobre en esencia, a lo que podríamos sumar una dirección de actores que no queda por debajo de lo que una película de estas características necesita. Los personajes se pierden entre tantas palabras y da la sensación de que, en algunos momentos, simplemente están diciendo de carrerilla algo que se han aprendido antes. Por suerte, estos momentos no son constantes, y el espectador puede encontrarse de repente con una muy buena interpretación a cargo de Carmen Machi.

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Y la pregunta después de ver el filme es: ¿Dónde quedó la forma? Parece que, a veces, se nos olvida que el cine es también imagen y el diálogo solo es diálogo. Y sí, esta película podría verse con los ojos cerrados, porque hablamos de una película totalmente dialogada, lo cual no es ni bueno ni malo en sí, pero toma un matiz negativo cuando se olvida por completo la forma de construcción visual. Los planos dejan de tener sentido desde el minuto uno, donde lo mismo da un primer plano que un plano medio conjunto. No hay lenguaje visual (salvo recursos puntuales que parecen un buen punto de partida pero que nunca llegan a desarrollarse).

Posiblemente, esta falta de forma sea lo que no permita la implicación del espectador en las tragedias de los personajes. La forma es necesaria para llegar al espectador, ya que las palabras se las lleva el viento y se pierden por el camino si no se acompañan de una coherencia visual que nos acerque a la historia, al drama que enseña, y que parece inexistente en esta película.

Rumbos flojea en el ritmo y abusa de la casualidad de la relación de las historias que forman el filme. Las conexiones entre los personajes pueden resultar algo inverosímiles o naífs, y la verosimilitud es algo que hay que tratar con cuidado cuando intentas tratar historias reales y cercanas. Pese a este desequilibrio entre imagen y diálogos, Rumbos tiene la intención de hacer una puesta en escena algo distinta a lo que las producciones españolas mas comerciales nos ofrecen con demasiada frecuencia, y eso es algo que debemos valorar. Un constante cámara en mano, con poca estabilidad en la imagen, escenarios pequeños y en movimiento (como los interiores de los coches), la presencia permanente de la calle y la intención de intimar con la naturaleza de los personajes nos puede recordar a un estilo deudor de la nouvelle vague, pero eso sí, quedando muy por debajo de las películas mas significativas del aquel movimiento.

 

LO MEJOR:

  • Las interpretaciones de Carmen Machi y Fernando Albizu.

LO PEOR:

  • Su falta de ritmo.
  • Puede resultar aburrida y tediosa en la forma para algunos espectadores.

 

Meritxell Mesa

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