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A Cero.5 Crítica - El Palomitrón
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A CERO.5: EL BALONCESTO COMO TERAPIA

“Soy el recuerdo de que algo malo puede pasar, lo cierto es que eso no importa, lo que importa es que estoy vivo”. Con esta reflexión Gonzalo Suárez Garayo comienza “A cero.5”, el documental que le tuvo tras su cámara durante más de una década de reconstrucción y que a partir del 20 de mayo estará disponible al público en Filmin

Estrenado en la 66º edición de la SEMINCI, producido por Agallas Films en coproducción con Take200 Produção de Filmes, Impulso TV y con la participación de RTVE, Televisión de Galicia y Programa Ibermedia. “A cero.5” marca el pistoletazo de salida de Suárez Garayo como realizador y, esperemos, también el inicio de una larga tanda de proyectos.

En sus 78 minutos de duración, entre el crepitar de las sillas rodando sobre la cancha y el sonido incesante de los balones entrando por el aro de la canasta, se teje un relato de compañerismo, exigencia y compromiso que traspasa los marcos del deporte para hacer mella en cada aspecto de la vida. Porque al final, la gran reflexión a la que uno puede llegar al ver este tipo de material es “¿Nuestra forma de vivir es cuestión de perspectiva?”

Amo las cámaras 

A Cero.5 Filmin - El Palomitrón

Para hacer cine hacen falta dos cosas, pasión y buen ojo y Gonzalo Suárez Garayo de eso entiende y mucho. Con un montaje exquisito en el que entremezcla las películas familiares con fotogramas actuales, el realizador comienza relatando su infancia con su familia en Galicia.  

Un niño soplando su tarta de cumpleaños, jugando con su hermano en verano, montando en bici y hablándole a su padre. Escenas cotidianas de la vida de cualquier chaval criado a finales de los años 80 y principio de los 90 que se convierten en el tesoro en VHS del patrimonio familiar.

Con voz contenida y un lenguaje directo, repasa los primeros episodios de su existencia, desde su pasión por el cine hasta su primer contacto con la pérdida de la mano de su padre, en parte responsable de su amor por las cámaras y el celuloide.  

Fundir el hierro y hacer dos balas 

Gonzalo Suárez Garayo A cero.5 - El Palomit

Cuando en 2006 las piernas de Gonzalo se pararon en un vehículo que viajaba a demasiada velocidad, la cámara se convirtió en una extensión de su cuerpo. De forma cruda, sin artificio y con la naturalidad que se puede esperar de un diario de bitácora en forma de imagen, Suárez Garayo narra su accidente en un juego de guion e ilustración que, sin caer en el exhibicionismo, relata de forma exacta el momento en el que supo que se había roto por dentro.

No hay efectismo, ni discursos lacrimógenos, ni morbo, ni tampoco un falso optimismo ante las circunstancias. Escenas reales de una cama de hospital, conversaciones familiares habituales, citas con médicos y una constante sensación de tener que acostumbrarse a una nueva forma de vida. Y es en ese camino en el que el baloncesto entra en la vida del realizador de la mano del desaparecido Pablo Beiro que anima a Gonzalo a empujar su silla a un entrenamiento del Club AMFIV.

El compromiso como meta

Club Amfiv A cero.5 - El Palomitrón

El conocer a personas en situaciones parecidas, la disciplina, el compañerismo y nuevas formas de afrontar las dificultades se convierten en la mejor terapia. Un proceso que queda registrado a través de la cámara de Gonzalo convirtiéndose en los ojos del equipo, en el cronista de un camino arduo que culmina con una victoria que, como suele suceder, sabe mejor cuando ha costado lograrla.

“A Cero.5” no es un documental en el que se convierta el dolor en producto de mercado, en el que el discurso de superación queda decorado por mensajes reduccionistas salidos de una taza de Mr. Wonderful o falsos finales felices hollywoodienses. Se trata del viaje vital de un chaval que tiene que aprender a mirar el mundo a ras de suelo. Un recorrido de lucha en el que las metas del equipo ruedan en paralelo a las del realizador para converger en el mismo punto; la necesidad de ganar y poner fin a un capítulo de su propia historia.

Un documental necesario de ver para comprender el homenaje a la figura de Pablo Beiro  y su buena labor con la personas discapacitadas de Vigo, para entender lo necesario que es  no perder la esperanza y aprender a vivir con el don de la oportunidad y, sobre todo, para aprender a través de un relato descarnado de los caprichos de la vida y de la capacidad del ser humano de regenerarse.

En una metáfora curiosa del destino, resuenan las palabras del padre de Gonzalo preguntando a su hijo “¿Gonzalo te vas a las arenas movedizas?” Lo bueno es que supo salir de ellas.

Claudia Banqueri.

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