55 SITGES. SECCIÓN CINE. ENTREVISTAMOS A LUIS TINOCO, DIRECTOR DE LA PARADOJA DE ANTARES
El pasado viernes pudimos ver en la 55 edición del Festival de Sitges el estreno de La paradoja de Antares, una película rodada con muy pocos recursos a cargo del director Luis Tinoco, con quien tuvimos la ocasión de charlar tras el estreno.
P: Buenos días, Luis. En primer lugar, enhorabuena porque ayer vimos la película y fue impresionante: todo, el trabajo del director, la actriz protagonista, la banda sonora… Y, obviamente, tal como se presentó, la película, efectivamente, te deja sin respiración. Es una detrás de otra. El guion es bastante original. Quería preguntarte en primer lugar de dónde surgió la idea inicial del guion, qué te inspiró para hacerlo.
L: Pues la verdad… Soy como muy fan de esas películas que pasan con un solo personaje en una sola localización. Ese tipo de película como Enterrado, Saw, Última llamada… Ese tipo de películas donde la fuerza está más en el guion y en las interpretaciones que en la factura visual que pueda tener la película porque sabíamos que la película tenía los recursos que tenía y no podía tener factura actual, no podía tener grandes… A nivel de factura no podíamos hacer mucha cosa y entonces era jugárselo todo a una historia que fuese entretenida, que tuviera su punch y que la interpretación era clave en ese sentido.
Y, entonces, yo siempre he sido muy fan de mezclar o de contraponer historia o drama personal íntimo enfrente de algo grande y, entonces, pues, ¿qué más íntimo y qué más personal que una situación como la que se le presenta a la protagonista, pero en un entorno científico que habla de cosas tan universales como la ciencia, el universo y la posible existencia de otras civilizaciones inteligentes? Entonces, me parecía interesante esa contraposición, me parecía interesante mezclar esos dos conceptos y de ahí surgió un poco la idea de Alexandra sufriendo todo lo que la vemos sufrir.
P: Efectivamente. De hecho, mira, me acabas de quitar la pregunta porque ayer anoche comentaste eso, tu interés en los dramas íntimos en entornos enormes, dentro de cosas más grandes. ¿Qué es lo que te llama exactamente la atención de eso, algo tan pequeño en una cosa tan, tan, tan vasta?
L: Pues yo creo que… O sea, todo lo trascendente, todo lo importante, todos los grandes logros, vienen de la mano de alguien, de una persona que no deja de ser humana y que esa persona puede ser que ese gran logro o ese gran día, cuando te toca estar ahí en ese momento, no sea tu mejor día. Bueno, a esta chica se le junta su mejor momento profesional, o su posible mejor momento profesional después de veinte años intentando responder cosas en un momento cabrón porque están a punto de cerrar el departamento, no tienen financiación… Su trabajo está coleando, está a punto de morir, es su pasión; y llega el mejor momento de su vida profesional posiblemente en el peor momento de su vida personal y me parece que ese cruce son dos trenes chocando y eso ha tenido que pasar en la historia un montón de veces. Se juega en la película en algún punto con Einstein, con cuánto tiempo dedicaba Einstein a su familia y tal. O sea, son cosas que han tenido que pasar, que grandes logros a nivel científico, a nivel médico o a nivel profesional de gente que ha cambiado la vida del planeta para siempre se han cruzado con situaciones personales que a lo mejor no eran las mejores en ese momento y me parece muy interesante explicar una situación de ese tipo.
P: Bastante interesante, sí, sí. Obviamente el guion lo has hecho tú. ¿Qué te llama la atención de la posibilidad de que no estemos solos?
L: A mí me ha interesado siempre mucho la ciencia, me ha interesado mucho la astronomía, el universo, los agujeros negros… O sea, todo eso que siempre ha estado ahí. Soy una persona bastante de ciencia y me parece que se habla poco y que, cuando se habla, pues se habla de una manera así beligerante, como que estamos solos y tal. Ya lo dice la protagonista de la película en algún punto. Se ha dicho tanto la frase de “¿Estamos solos?” que ya ha perdido la trascendencia que tiene. Su algún día lográsemos dar respuesta a esa pregunta, sería algo que iría más allá de… O sea, sería eso el paso evolutivo más grande de nuestra especie. Entonces, sí, me parece súper interesante ese tema. O sea, sin ser conocedor a tope ni ser muy friki del tema, pero, son macrotemas. ¿Quiénes somos? ¿Dónde estamos? ¿El universo es infinito, pero se está expandiendo? ¿Pero, qué? ¿Es una simulación? ¿Cómo? ¿Multiverso? Cada año que pasa es más apasionante.
P: Sí, claro, además son temas que provocan una desazón, una inmensidad… El ser humano, ¿dónde está?
L: Son muy malrolleros esos temas. Te sientas veinte minutos una noche tranquila fumando y mirando el cielo, y yo lo hago muchísimo eso; yo a las dos de la madrugada estoy fumando en el jardín mirando las estrellas y… Que de ahí fue, con la pandemia, fumando en el jardín mirando las estrellas, fue como… Y, aparte, la pandemia, que fue la bajona esa humana que teníamos todos cuando se cruzaron esos dos temas en mi cabeza y dije: “Aquí hay una historia”.
P: Es muy interesante. Además, yo creo que la pandemia activó la imaginación de mucha gente.
L: Sí. Activó esa parte humana y esa parte también de macropensar en nosotros como un todo. Es decir, estamos todos encerrados, como especie también. Habla la prota de la peli.
P: Alexandra precisamente habla de eso. En vez de individuos, como especie.
L: Exacto.
P: Respecto a esta idea del proceso de creación y de documentación científica también, la ayuda de estos cinco científicos con los que te comunicaste, ¿fue difícil para ti hacer una película tan científica?
L: Pues la verdad es que no; o sea, me gustó mucho hacerlo. O sea, más que un engorro, más que un “Hostia, me he metido aquí en un berenjenal de números y de ciencia”; al revés, lo disfruté bastante. Aprender lo que me hacía falta aprender, aunque había cosas que ya sabía. Preguntar lo que tenía que preguntar, a nivel de ciencia. Que tuviesen ideas. Para mí fue una gozada y que esta gente se prestase a ayudar, para mí, fue increíble. No, no, disfruté. Toda la parte científica me gusta mucho y, cuando me meto en un terreno que no domino y esas jornadas y esos días de mirar, de tutoriales, y de vídeos, de yo qué sé, de cualquier tema, de ciencia… Pero me meto una semana a indagar y al final de esa semana es “Ya está. Ya sé kung-fu, como Matrix. Lo sé todo sobre los peces abisales”. Pero sí, me va el rollo ese.
P: Autodidacta, se puede decir.
L: Totalmente. Mi vida entera se resume en una palabra que es autodidacta.
P: Hay una pregunta que te tengo que hacer que a mí me llama mucho la atención de toda la película. Hay un momento en el que ella, en una de las múltiples situaciones chungas que tiene en la noche, mira a su padre y le dice: “Ayúdame”. Hay un punto ahí de misticismo, casi religioso. ¿No choca eso totalmente…?
L: Pasa en un punto de la película en el que ya está torsionando el arco del personaje. O sea, lo hice queriendo. Esta persona visceral que acaba de decir a su compañero… Su compañero se retira: “Si Dios quiere, estaré leyendo el periódico”. Si Dios quiere. Se mofa de él, es completamente atea, antireligiosa, es una persona visceral, fría, calculadora, científica completamente. No se lo reprocho, pero lo es y la gente lo ve al personaje. Vemos cómo a media película se pone delante del padre casi a rezarle como si fuera una estampa de un santo. No tanto, pero hay un momento en plano cenital, ella delante de la imagen de su padre, ¿no? Casi como ese momento casi religioso se acaba convirtiendo en el punto de torsión de su declive emocional. Sí, está queriendo. A lo mejor está muy pronto, está a diez minutos antes, pero está queriendo, y es justamente para que el público piense eso: “Hostia, esta mujer ahora, ¿qué le está pasando?” Es decir, bueno, ahora está pidiendo a una imagen pausada de su padre en un ordenador que le ayude, algo que sabe que no va a pasar. Es justo lo contrario de la persona que empezó siendo al principio de la película.
L: Totalmente, sí, sí. Es un proyecto muy personal: implicaste a tu mujer, a tu padre, a tu despacho… Todo eso es muy científico, pero, a la vez, el proyecto como tal es muy humano. ¿Cómo te has sentido al llevar algo tan íntimo a la gran pantalla?
L: Pues todavía con incredulidad. El proyecto es tan pequeño que nunca pensé que fuese a tener tanta repercusión. O sea, que ahora estoy como recogiendo frutos que nunca pensé que iba a recoger y el estar aquí en Sitges, el haber venido hace una semana de Austin, de Texas, en Estados Unidos, del estreno mundial de la película, las críticas tan increíbles que está teniendo… Para mí ahora mismo es como un regalo todo esto y es como de más; como estoy recogiendo de más porque nunca sabía si iba a funcionar tan bien. Yo lo estaba apostando todo a un guion súper drama íntimo que, si el público no entra desde el principio, no entra, y la película te tiene que parecer una ñorda súper lenta; pero si entra, creo que tiene punch. Un puñetazo en el estómago bastante interesante, pero tienes que entrar. Entonces, yo arriesgaba al decir: “O somos capaces de conectar con el público desde el principio, o la hemos cagado”. Y parece que a la gran mayoría le está llegando.
P: Sí, efectivamente. En mi caso, por lo menos, sí, ha sido así. Última pregunta y obligada: ¿El próximo proyecto?
L: Pues me lo preguntan todos los compañeros. La verdad es que este es el tercer largometraje que escribo, pero el primero que se rueda porque yo ya, enfadado, era como: “Pues lo ruedo yo”.
P: Me parece una muy buena decisión.
L: Voy a escribirlo tan pequeño y tan sencillo como para que yo pueda pagar esto porque me he dejado aquí mis ahorros y no podía producir algo más grande que esto. De hecho, ni esto, casi, pero ya está acabado. Entonces ya no hay arrepentimiento. Pero, de los dos otros proyectos que escribí, uno es un thriller y se llama Fake, hace ocho o nueve años y está ahí como muy latente. Justamente ayer hablando con el montador y con el músico de la película, habían leído el guion y estaban muy a tope: “Hay que recuperar eso y tal”. “Pero, compañero, está Eternum”, una película de ciencia ficción que escribí hace cuatro años o así, que es ciencia ficción. Una ficción con naves espaciales y tal, pero también hay un drama detrás con algo universal y la humanidad, que me gustaría recuperar. Eso se intentó producir con una productora francesa, compraron los derechos del guion por dieciocho meses, no se llegó a financiar, se metió la pandemia, se paró el proyecto y entonces yo vuelvo a tener otra vez los derechos de esa película, de ese guion. Y lo tengo todo: tengo el guion, tengo el material gráfico, tengo el dossier, tengo el guion en castellano y en inglés… Está como ready para empezar a convencer. Porque sí, lo que te digo, que es la última vez que produzco algo mío. Yo ya lo siento, pero esto lo voy a hacer una vez en la vida. Entonces, voy a intentar que se pueda producir ese otro largo y a ver si alguien confía y dice: “Bueno, el chaval este se ha hecho con una cámara de juguete y dos luces y ha hecho esta peli. Vamos a darle cuatro duros a ver si puede hacer algo”. Y sí, la otra peli tampoco es muy, muy grande, pero más grande, sí.
P: Pues muchas gracias por todo, por tu tiempo, enhorabuena y espero que Antares tenga mucho recorrido.
L: Pues muchas gracias.
Javier Alpáñez