Cuando pensamos en Pablo Picasso, es inevitable que en nuestra mente aparezca la imagen del pintor en edad avanzada y con su característica camiseta a rayas. Sin embargo, ¿qué fue del reconocido artista durante su más tierna infancia y juventud? El próximo 28 de abril se estrena en cines El Joven Picasso, un documental dirigido por el británico Phil Grabsky que indaga en los primeros años del pintor modernista y en el que asistimos a un breve recorrido por las diferentes etapas de su pintura prematura hasta el conocido cuadro ‘Las Señoritas de Avignon’. Por ello, y para calentar motores antes de su llegada a la gran pantalla, aquí os dejamos diez biopics de pintores que no os podéis perder:

Los Amantes de Montparnasse (Jacques Becker y Max Ophüls, 1958)

Esta trágica historia la hemos visto mil y una veces. Entonces, ¿qué hace que Los Amantes de Montparnasse, cuya trama se fundamenta en la relación amorosa entre una joven de familia burguesa y un artista empobrecido, sea especial? Aparte de que la historia se va volviendo cada vez más oscura desde la aparición de la figura del marchante de arte hasta el angustioso (pero sincero) final, existe un hecho anecdótico que, si bien puede parecer un tanto macabro, funciona como cebo para atraer el interés del público: Gérard Phillipe, actor que da vida al pintor Amedeo Modigliani, se estaba muriendo durante el rodaje de la película y acabó falleciendo a los 36 años, la misma edad con la que Modigliani pasó a mejor vida. A partir de esto podemos entender cómo la actuación de Phillipe es tan perfecta en todos los sentidos: la mimetización con el famoso pintor traspasó las barreras de la ficción e incluso llegó a la frontera de la muerte real. Curioso y espeluznante, ¿verdad?

El Tormento y el Éxtasis (Carol Reed, 1965)

Dirigida por Carol Reed y ambientada en el Renacimiento italiano a principios del siglo XVI, la cinta de carácter biográfico nos habla del momento en el que el Papa Julio III encarga a Miguel Ángel que pinte el techo de la Capilla Sixtina. Repleto de enfrentamientos férreos y voluntades inamovibles, el dinamismo del filme de Carol Reed se sustenta principalmente en la relación entre dos hombres en crisis, uno con su propio arte y el otro con la fe. Si bien la película peca de insistencia, pues parece que los protagonistas tropiezan con las mismas piedras una y otra vez, es cuanto menos recomendable ver cómo ambos hombres se retroalimentan entre ellos para llegar a grandes éxitos y convertirse en figuras clave en la historia de la humanidad.

Mi Pie Izquierdo (Jim Sheridan, 1989)

Ganadora de 5 Oscars, entre ellos el de Mejor Actor, Mi Pie Izquierdo se basa en un relato autobiográfico del pintor y escritor irlandés Christy Brown, quien gracias a su constancia y esfuerzo consiguió superar los obstáculos de su parálisis cerebral para convertirse en todo un referente dentro de la historia del arte. Reconfortante y angustiante al mismo tiempo, el filme protagonizado por Daniel Day-Lewis (quien, por cierto, nos trae la que posiblemente es la mejor actuación dentro del contexto de biopics de pintores) habla sobre el ansia de la indomable naturaleza humana por superar todas las trabas de la vida y así conseguir los sueños propuestos. Técnicamente no encontramos nada destacable en Mi Pie Izquierdo, pero es en sus actuaciones donde reside la potencia del filme y el factor que consolida esta obra como una indispensable dentro del séptimo arte.

Frida (Julie Taymor, 2002)

¿Cómo no hablar de Frida Kahlo cuando, en la actualidad, la fama de esta pintora se ha incrementado notablemente y su figura se ha convertido en todo un símbolo del feminismo y las políticas comunistas? Protagonizada por Salma Hayek, quien nos brinda una actuación estelar en la que se fusiona completamente con Kahlo, Frida ofrece una crónica sobre la vida de la artista mexicana pasando por momentos esenciales como el accidente que marcó profundamente su pintura o su tóxica relación con Diego Rivera, ambos puntos indispensables para entender la biografía de esta pintora. Repleta de representaciones metapictóricas de sus cuadros y con una banda sonora verdaderamente atmosférica, la directora Julie Taymor integra en esta película elementos fundamentales del arte de Frida Kahlo con una trama cimentada en los deseos de la artista, el dolor, la ambición y las infidelidades de una relación marcada por el engaño.

Factory Girl (George Hickenlooper, 2006)

Con esta película nos permitiremos hacer un poco de trampas. Factory Girl, ambientada en 1965, trae en formato audiovisual la vida de Edie Sedgwick, musa por antonomasia de Andy Warhol, y su trágica y salvaje experiencia en La Fábrica. Y es que, pese a enfocar todo su protagonismo en Sedgwick y en cómo ascendió rápidamente dentro de la sociedad americana para convertirse en la más importante it girl de los años sesenta, el filme de George Hickenlooper sirve también como retrato de la figura de Warhol, siendo este pintor la culminación de una vida llena de desgracias dentro de la biografía de Edie. Factory Girl, pues, se puede definir como el cuento de una artista que arranca con el sueño de formar parte del elitista mundo del arte para posteriormente ser usada, confundida y finalmente destruida a manos de Warhol.

Séraphine (Martin Provost, 2008)

Muchísimo más íntima que todas las recomendaciones anteriores y con una protagonista de la que es imposible no enamorarte por su perfecta construcción, Séraphine explora la vida de la pintora francesa de estilo naif Séraphine Louis, conocida por sus vívidas pinturas de la flora creadas a partir de ingredientes ciertamente exóticos. La profundidad del personaje principal, la sinceridad de toda la trama y la no prisa por introducir los elementos más oscuros de la vida de Louis hacen que este filme de Martin Provost encuentre su esencia en la mezcla entre hechos serios (por ejemplo, el tratamiento que se le da a la salud mental) y el humor de una protagonista que huye, desinteresada, de las normas sociales. Séraphine huye de la superficialidad para ofrecernos, en definitiva, un retrato introspectivo de la pintora y de su relación amorosa con la naturaleza.

El Molino y la Cruz (Lech Majewski, 2011)

La obra maestra renacentista ‘Camino del Calvario’ cobra vida en este increíblemente visual biopic del pintor Pieter Bruegel. Dirigida por Lech Majewski, El Molino y la Cruz opta, desde una perspectiva puramente experimental, por dejar la narración atrás (la coralidad de sus personajes es tan abundante que no hay una línea narrativa sólida) y centrar toda su atención en la creación del conocido cuadro, siendo éste el nexo de unión entre las diferentes historias que se nos presentan. De hecho, el mismo Bruegel utiliza una comparación para explicar las dinámicas de su pintura que, a su vez, también es aplicable a los mecanismos de este filme: como si se tratara de una tela de araña, la obra se caracteriza por su complejidad estructural pero encuentra un punto focal que funciona como estabilizador de todas las acciones. Una verdadera maravilla audiovisual que te introducirá de lleno en el ‘Camino del Calvario’ y que te ayudará a entender todo lo que este cuadro es.

Maudie (Aisling Walsh, 2016)

Un año antes de protagonizar La Forma del Agua, Sally Hawkins ya demostraba que es una de las mejores actrices del siglo XXI con Maudie, biopic de la pintora canadiense Maud Lewis, de su relación con su compañero de vida Everett Lewis y de cómo sus pinturas aparentemente infantiles consiguieron dar la vuelta al mundo hasta convertirla en una de las pintoras folk más reconocidas a nivel global. Como ocurre con la mayoría de biopics de pintores, la película podría haber caído fácilmente en el típico cliché donde el personaje principal supera los obstáculos y acaba triunfando al final del filme. Sin embargo, Maudie opta por tomar un camino mucho más humano y cercano y se centra en explorar una pintora que vive por y a través de su arte. Una joya que ha pasado muy desapercibida y que todo el mundo debería visionar.

Loving Vincent (Dorota Kobiela y Hugh Welchman, 2017)

Enteramente pintada por un equipo de cien personas y técnicamente prodigiosa, Loving Vincent derrocha belleza plástica en cada uno de sus más de 65.000 frames. La película, dirigida por Dorota Kobiela y Hugh Welchman, narra la odisea detectivesca de Armand Roulin (hijo de un amigo de Van Gogh) para encontrar una respuesta a la muerte del pintor. Si bien el filme contradice en cierta manera los mecanismos del género biopic, pues la trama se sitúa después de la muerte de Van Gogh, durante su hora y media de metraje asistimos a constantes flashbacks que nos resumen (eso sí, de forma muy sintética) los momentos clave en la vida del artista, todos envueltos en un halo de misterio, cine negro y thriller. Aunque narrativamente Loving Vincent carezca de una buena solidez, no podíamos ignorar en este artículo la primera película en la historia del séptimo arte en ser pintada en su totalidad y su portentosa estética basada en la fantástica visión del mundo de Van Gogh.

Gauguin: Viaje a Tahití (Édouard Deluc, 2017)

Lejos del bullicio de las grandes ciudades y de las capitales del arte, Gauguin: Viaje a Tahití, como indica su propio nombre, narra la aventura de dicho pintor en la isla más grande de la Polinesia Francesa. De combustión extremadamente lenta y con una especial fascinación por la contemplación, el filme de Édouard Deluc opta por situar el biopic en un ambiente exótico para, de esta manera, observar el interés de Gauguin por el lado primitivo de la naturaleza de las personas y la conexión con los elementos originarios de la humanidad. Pese a la polémica que suscita la relación amorosa presentada en esta película, desde El Palomitrón la recomendamos por su destacado tratamiento visual, que capta a la perfección la esencia exótica de Tahití.

Y vosotros, ¿qué biopics sobre pintores creéis que son esenciales y que no nos debemos perder?

Martí Farrés