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EL VIAJE DE SUS VIDAS

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LOS ANTECEDENTES

Enfrentarse a una película que goza en su cartel promocional con Helen Mirren y Donald Sutherland poco puede dejar a la imaginación. Salga como salga, uno sabe que, del cine, va a salir con la sensación de disfrutar de dos titanes de la interpretación. Todavía más en los tiempos de la censura a la arruga. Por si fuera poco, detrás de la cámara está Paolo Virzi, uno de los directores mainstream italianos que mejor se mueve mezclando la comedia y la road movie. Con la legión de haters que ello implica. Ya paramos con los anglicismos. Esta semana llega a España El viaje de sus vidas, la película basada en el libro homónimo (The Leisure Seeker, en inglés) de Michael Zadoorian que publicó en 2009 y que habla, sin tapujos, sobre lo duro del alzhéimer, el sexo senil y la dependencia taciturna. Y en tono cómico, que no se nos olvide.

LA PELÍCULA

Según Harlan Tarbell, uno de los ilusionistas más relevantes de la ortodoxia, “un mago no es un mago porque sabe trucos, sino porque sabe magia”. Esta frase, tan vacía en un primer momento pero tan llena de sentido al presenciar un ejercicio de equilibrios tan fino como El viaje de sus vidas, bien nos sirve de arpón para intentar hablar del filme. Y decimos arpón y no ancla porque en la práctica de la ilusión está la virtud y el defecto. Paolo Virzi presenta una película tan real como tendenciosa, tan cruda como edulcorada por momentos que se vale de temas tan polémicos como la innombrable eutanasia y los reviste de un cebolletismo (si nos permiten la expresión) que deja mucho que desear. “Todo tiempo pasado fue mejor”, parecen gritar los protagonistas en cada acto. Ahí están las reminiscencias a Los puentes de Madison (hola, mamá) y ahí están los estoicismos más clásicos de John Ford (hola, papá). En ese cóctel del drama y lo mundano, el director italiano se las arregla para meter la campaña presidencial de Estados Unidos con un calzador tan grande como insultante que, sin embargo, hasta llega a funcionar. Salvar un filme haciéndolo correr por el alambre. A favor.

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ELLOS Y ELLAS

El reclamo principal de El viaje de sus vidas es su tremenda pareja protagonista. Helen Mirren, siempre perfecta, se muestra como la personificación misma de la decencia. Incluso por encima de lo humanamente aceptable. A su lado, el desorientado Donald Sutherland se entrega de manera tan creíble a la senectud que uno llega a pensar que deja de actuar por momentos, sucumbiendo al paso del tiempo. Dos ejercicios brutales de dos maestros de la interpretación que cada vez lo tienen más difícil para brillar en una industria gerontófoba. Y de paso, reivindiquemos pensiones más dignas. Aunque eso es otra guerra…

LA SORPRESA

Más allá de los pequeños giros de guion que nos tiene reservados el director italiano, una de las sorpresas en El viaje de sus vidas es la continua presencia de la campaña presidencial norteamericana en el desarrollo del viaje. De norte a sur de Estados Unidos, los dos protagonistas asisten a cómo su América está mutando delante de sus ojos. A cómo el país que forjaron se está convirtiendo en un amasijo de ideales pasados por el verde y que ya dejaron hace rato de tener sentido ninguno. Impagable el personaje de Donald Sutherland, demócrata convencido, envuelto en una protesta a favor de Trump.

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LA SECUENCIA/EL MOMENTO

Cuando la película está dando sus primeros pasos, se nos revelan dos datos importantísimos del personaje de Helen Mirren. Apenas subidos en la caravana buscando ese descanso, ese placer, ese leisure, la británica se quita la peluca y comienza a escribir en un pequeño diario. Dos palabras entintadas y comienza a llorar. La secuencia es maravillosa, tanto por la actuación como por lo que luego significará en el filme.

TE GUSTARÁ SI…

Si quieres disfrutar con la libertad senil que pueden proporcionar dos actores sin nada que demostrar y con un director temerario en su conservaduría. Cóctel dulce que se acaba disolviendo.

LO MEJOR

  • El trabajo tan natural que parece experimental de Helen Mirren y Donald Sutherland.
  • Una dirección cursi pero firme en pulso que brinda un ritmo muy disfrutable al filme.

LO PEOR

  • Lo impostado del debate moral que se propone y lo poco profundo del mismo.
  • Intentar tratar temas serios, tomándose a uno mismo en serio, nunca suele salir bien en la gran pantalla.

Matías G. Rebolledo

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