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UNA APROXIMACIÓN AL CINE DE ANDRÉI ZVYAGINTSEV (II): EL REGRESO (2003)

Si en el anterior artículo hicimos una breve introducción a quién es y cómo es el cine de Andréi Zvyagintsev, en este artículo y los siguientes hablaremos de cada una de las aristas que una lectura de su obra puede brindarnos. Tomando de referencia su primera película, en el cine de Zvyagintsev la infancia no es un valor que apreciar. La infancia de los niños de sus películas es siempre dura, cruda y necesitada de un amor que no existe en casa, ya sea por un padre tosco, una madre ausente o una vida demasiado fría en ese país de tamaño continental. Los niños sufren en las películas de Zvyagintsev, pero sufren a causa de sus padres. No existe la infancia en sus películas ni nada que se le asemeje, ya que cualquier ilusión infantil, por mínima que sea, como bien podría pasar en su primera película, El regreso (2003) acaba ahogada por la desilusión y la farsa.

Es quizá El regreso (2003) su primera película y también la película que mejor podría enseñarnos lo que significa la infancia en el mundo cinematográfico de este director, ya que nos dibuja a dos niños como protagonistas y establece el canon de lo que posteriormente serán las figuras infantiles en su cine. Se podría decir que los niños protagonistas de las películas de este director son los que primero descubren cómo es el mundo en el que viven y los primeros que acaban desencantados con él.

El argumento, a pesar de parecer sencillo, acaba revelando un drama familiar que Zvyagintsev repetirá en todas sus películas posteriores. Dos niños han vivido toda su vida sin la figura de su padre, al que sólo conocen a través de una foto. Su madre les ha criado sin el referente de una figura paterna, pero todo eso cambia en el momento en que el padre regresa y pretende llevárselos de vacaciones unos días. Al principio ilusionados, una vez de vacaciones con él, ambos se dan cuenta de que quien creían ellos que era su padre es bastante diferente a como habían originalmente imaginado y entonces la fascinación ciega hacia su progenitor cambia hacia un resquemor cada vez más amargo a medida que avanza la película hacia un final en el que las tensiones finalmente estallan.

El director fue capaz de dotar esta película de una introspección en sus personajes que ha ido ahondando a medida que seguía añadiendo más películas a su historial. Será quizá la escena en la que están tomando los datos de su propio hijo en Sin amor (2017) cuando mejor veamos ese profundo desconocimiento que tienen los padres no sólo de quién es su hijo, sino incluso de lo que significa la propia infancia.

Esta película se alzó con el León de Oro en el Festival de Venecia y un Globo de Oro a mejor película extranjera en 2003, entre otros muchos más premios, proyección que le dio alas a un director recién estrenado, que lo puso en un primer plano del mundo cinematográfico y que nos daría una segunda ración de su cine mucho más madura y reflexiva cuatro años más tarde con una nueva película todavía más introspectiva.

Javier Alpáñez

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