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UNA APROXIMACIÓN AL CINE DE ANDRÉI ZVYAGINTSEV (I)

Andréi Zvyagintsev es quizá, a día de hoy, el más importante referente del cine ruso actual. Si bien es cierto que Rusia (o, en su lugar, la Unión Soviética) ha sido capaz de regalarnos grandes directores de la historia del cine tales como Eisenstein o Tarkovsky, entre otros, el papel del cine ruso en la historia del cine siempre ha pasado desapercibido a lo largo de siglo XX a causa del olvido al cual fue sometido durante la Guerra Fría aún a pesar de demostrar su alta solvencia.

El director que nos ocupa es director del estado ruso, pero no el propagandista de su política, sino de todo aquello que no se ve y que queda oculto tras los titulares de los periódicos, esto es, de la gente que llena dicho estado. Este es el verdadero cine de Andréi Zvyagintsev, que se convierte en el cine de todo lo oculto retratando el peso de ese país enorme y viejo que cae  sobre las espaldas de las familias que lo levantan y que él se encarga de retratar en su cine.

El objetivo de este artículo es arrojar un poco de luz sobre ese país en el fin de Europa llamado Rusia a través del cine de su director más galardonado y reconocido para redescubrir, como siempre, que el cine puede ser una voz de alarma sobre caminos peligrosos que muchas sociedades transitan y de los que no saben volver atrás, pero también un reflejo positivo de sus sociedades. A su vez, también es una forma de adentrarnos en el cine de Andréi Zvyagintsev para entender qué hay detrás de cada una de sus películas y cómo ha sido su evolución a lo largo de poco más de una década.

Desde formalismos íntimos y una técnica bastante más apegada a la tradición rusa de Tarkovsky hasta un tipo de cine europeo de guiones más y más complejos y factura técnica más apegada a los estándares occidentales, el cine de Zvyagintsev ha sorprendido por sus cambios y la profundidad de sus planteamientos. Su primera película, El regreso (2003) revela una forma de hacer cine mucho más basada en los silencios y las sutilezas, técnica que se repite con profundidad en su segunda película, El destierro (2007), donde (en los siguientes artículos hablaremos más de eso) ahonda en un tipo de cine mucho más cercano a Tarkovsky, basado en silencios, planos sostenidos, filtros oscuros y ambientes aislados donde la acción tiene lugar. Es con Elena (2011) cuando su forma de hacer cine cambia totalmente y el ritmo de la película se inserta en unos formatos más europeos, ritmo seguido cada vez con más maestría con su cuarta película, Leviatán (2014), para acabar llegando a su perfección con Sin amor (2017). Acabado el visionado de esta última producción, podemos afirmar que el cine de Zvyagintsev se ha insertado totalmente en una forma de rodar preferentemente occidental alejándose totalmente del cine de autor ruso.

Los guiones, a su vez, se han hecho más y más complejos dando cada vez mayor importancia a la acción por encima de las experiencias de los personajes. Siendo Elena (2011) su película bisagra entre una etapa y otra, los guiones de sus películas han pasado de una primera parte de su obra que reflejaba lo anímico a través de diálogos y silencios a través de una introspección profunda de sus personajes, a reflejar en una segunda etapa de su cine el impacto que tienen los actos de sus personajes en sus propias vidas, todo motivado por las circunstancias sociales que les ha tocado vivir.

Si hablamos de las bandas sonoras, de empezar con películas casi silenciosas donde la ausencia de sonido, al igual que Tarkovsky, era la forma de penetrar en la película y en la mente de sus protagonistas, cada una de sus películas se ha ido tornando más y más rica en gradaciones musicales hasta el punto de llegar a su última película con una banda sonora original que transmite de forma magistral la crudeza del relato que se narra y que se fusiona totalmente con el contenido del largometraje.

Son, a su vez, conocidos algunos actores y actrices que repiten en sus películas, como Alexey Rozin, que ha llegado a participar en sus últimas tres películas, al igual que Elena Lyadova en Elena (2011) y Leviatán (2014). Konstantin Lavronenko, por otro lado, repite en papeles de padre de familia en sus dos primeras películas, El regreso (2003) y El destierro (2007).

Hemos dividido este análisis en varias partes atendiendo a los enfoques más importantes que realiza Andréi Zvyagintsev sobre cada uno de los aspectos del mundo ruso a través de cada uno de sus películas. Cada una de las películas que veremos a continuación servirán para entender todo lo que nos ha intentado contar sobre su realidad a lo largo de toda su filmografía y cada una de ellas servirá para entender un poco más de cada uno de los aspectos de este maestro de la crítica.

Javier Alpáñez

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