¿TENÍA QUE SER ÉL?
Entre una de las situaciones más importantes de la vida de una persona se encuentra el momento en el que su hijo decide presentarle a su pareja. Todo esto se hace realidad cuando se pronuncian las palabras mágicas: «Tengo que presentaros a mi novi@». Una situación difícil de llevar, sobre todo para el padre, ya que, si es «su niña» la que está totalmente enamorada de un hombre, eso se transforma en un paso importante, ya que al parecer ya no es la niña con la que jugaba en el parque. Este tema lo vuelve cómico en su último largometraje John Hamburg (Te quiero, tío), director y guionista estadounidense que nos tiene acostumbrados a cine de humor y que llega ahora con ¿Tenía que ser él?
El largometraje cuenta las vacaciones de Navidad de la familia Fleming, momento perfecto en el que visitan a su hija que se fue de casa por la etapa universitaria, con un motivo más: el de conocer a su novio Laird, un multimillonario de Silicon Valley con una curiosa personalidad que chocará a Ned en su papel de padre sobreprotector.
El guion de esta comedia romántica, que está escrita por su director (que ya tiene bastante experiencia y nos ha dado cintas como Zoolander o Los padres de ella) junto a Ian Helfer (La hija de mi mejor amigo), es sencillo e incluso nos hacer recordar a esta última nombrada (pero mucho más bizarra). Tiene los elementos perfectos para no ser la típica comedia al uso, sino una de calidad (dentro de este tipo de comedias) para pasar un buen rato de risas y escuchar groserías que, a quien no le guste este cine, no le harán gracia. Pero es que sin ellas no sería lo que es: una bizarrada máxima. La calidad a la que nos referimos viene dada principalmente por el gran peso pesado del largometraje: su reparto con mayúsculas. Y es que tener de protagonistas a Bryan Cranston (Infiltrado) y a James Franco (22.11.63) en un mismo filme (estos dos actores ya habían trabajado juntos, en una película dirigida por James Franco, In Dubious Battle) no es algo que consiga cualquiera. Uno no está acostumbrado todos los días a tener de padre a Cranston, interpretando a Ned, y de novio a James Franco, que encarna a Laird, un joven sin filtros.
Esta es la suerte que ha tenido la actriz Zoey Deutch (Niños buenos), el personaje de Stephanie, la hija que quiere con todas sus fuerzas a su padre y que ama a su novio, cuyo único objetivo es ser feliz y que todos se lleven bien. Estos dos personajes masculinos en plena «rivalidad» (más por parte de Ned) por el cariño de Stephanie dan los mejores momentos de la cinta.
Destacan el papel de padre conservador con sus momentos de pánico o la secuencia en la que conoce la «noticia» que Laird le quiere dar sobre la relación con su hija: Cranston da la cordura nerviosa, y aquí le podemos ver en otro registro diferente, el de padre protector y angustiado por la situación. Por otro lado, está James Franco, cuyo personaje con su máxima de «todo vale» es el que da la chispa, el cachondeo, las palabras malsonantes y la marcha que pide esta película a gritos. El actor parece hacer de sí mismo en esta cinta, como en la película de Juerga hasta el fin, dando secuencias desternillantes que el espectador agradecerá e incluso le cogerá cariño debido a su lado tierno y dulce, con varios momentos que destacar (las conversaciones con el hermano pequeño Scotty, los piropos con la madre, las conversaciones con la inteligencia artificial…). Juntos forman un tándem muy especial digno de ver en pantalla grande.
Otro de los elementos que la hacen una comedia fresca son los gags actuales de los que está repleta la película (por ejemplo, Netflix) y sus cameos: el del cocinero Richard Blais de Top Chep, el del DJ Steve Aoki, la voz de Kaley Cuoco como la inteligencia artificial o el del empresario cofundador de PayPal y Tesla Motors, Elon Musk. Un tema muy actual de los que trata la película es la revolución digital. Y es que se ve cómo lo digital gana la guerra al papel: el personaje de Franco es un triunfador en Internet y el de Cranston el dueño de una empresa que está en declive debido a las empresas tecnológicas. Como veis, son un contraste en todos los sentidos.Una debilidad clara es que a los 111 minutos de película le sobran 30, porque llega el momento en el que al director se le va de las manos y parece alargar la historia más de lo que nos gustaría, sabiendo de antemano en parte cómo va a terminar, pero que arregla con su desenlace musical que evitamos spoilear.
¿Os apetece comprobar si tenía (o no) que ser él?
LO MEJOR:
- Ver a Bryan Cranston y James Franco de protagonistas en una película.
- Comedia muy cachonda.
- Sus gags y cameos.
LO PEOR:
- Es un guion sencillo y previsible.
- Esperar una obra de arte y profundidad en la cinta.
- Que gente con poco sentido del humor se acerque a verla.
- Querer tener un padre como Bryan Cranston y un novio como James Franco.
María Páez