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RYAN GOSLING: EL SUEÑO CANADIENSE

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Hasta este momento, ninguna película de su filmografía ha sido un éxito mundial de taquilla. No importa. Todos lo queremos. Ryan Gosling es una estrella mediática.  Todo empezaba con El diario de Noa (ahí todas las adolescentes del mundo se habían enamorado de él); pero pasaron los años y seguía siendo “aquel chico tan mono con boina de una peli superbonita”. Fue Drive la cinta que lo consagró como el actor más cool (en la cinta más cool) de su generación. A eso hay que sumarle una filmografía cuidada al milímetro (ha interpretado muy pocos papeles en los que se firma solo por el cheque) y momentos extracinematográficos tan virales como aquel vídeo en que ejerce de héroe americano (aunque sea canadiense) como el pacificador en una pelea en medio de la calle o su bucle infernal con Macaulay Culkin. ¡Ah! Y como viene estipulado en el contrato de cualquier estrella mundial, de pequeño sufría bullying.

LOS COMIENZOS

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Cuesta creerlo, pero los primeros años de fama de Gosling los vivió acompañado de fenómenos mundiales como son (o fueron) Britney Spears, Christina Aguilera o Justin Timberlake. Los cuatro presentaban Mickey Mouse Club en Disney Channel. Los años pasaron, y mientras los otros tres triunfaban a través de la música, Gosling malvivía en series juveniles que avergonzarían hasta a Selena Gomez. ¿Se sentirá el canadiense orgulloso de El joven Hércules? Rubio, ojos azules y maquillado con la escopeta de Homer, Gosling consiguió llevar a flote aquel desastre durante 50 episodios.

Nada hay verdaderamente significativo en su filmografía en la década de los noventa. ¡Mentira! ¡Sí lo hay! Un jovencísimo Ryan Gosling era el protagonista del capítulo con la cámara de fotos maldita,  uno de los más icónicos de aquella serie juvenil que hoy tiene aura de culto: Pesadillas (Goosebumps).

LOS VERDADEROS COMIENZOS

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En 2001 GOSLING protagonizaba su primera película (previamente solo había participado en Titanes: hicieron historia con un personaje anecdótico). El creyente (The believer) trata sobre un joven judío que, a su vez, es neonazi. Aunque su estreno fue minoritario, la cinta causó sensación en Sundance, y fue una oportunidad excelente para demostrar el talento del joven actor. Después, y junto con el siempre oscuro y tenebroso Michael Pitt fue uno de los adolescentes psicópatas de Asesinato… 1-2-3, donde Sandra Bullock investigaba crímenes (Sandy, siempre serás Miss Agente Especial, no te esfuerces en vano por ser otro tipo de policía). En su siguiente proyecto, El mundo de Leland, era otra vez un asesino inadaptado, pero en clave indie y con actores de prestigio. Dio igual, porque la cinta fue ignorada por todo el mundo.

Pero llegó la etapa decisiva de su carrera: 2004. Aquel año conseguía el papel protagonista de un drama romántico basado en una de las novelas del siempre pasteloso Nicholas Sparks, El diario de Noa. Nadie se lo esperaba, y aunque la película entraba de forma discreta en el BoxOffice norteamericano (su fin de semana de estreno fue la cuarta película más taquillera, por detrás de bochornos cinematográficos como Dos rubias de pelo en pecho), su excelente mantenimiento la convirtió en el sleeper de la temporada. Sus protagonistas, Ryan Gosling y Rachel McAdams, vivían su momento de gloria: tras un rodaje en el que se llevaron a matar, plagado de “Señor director, mi compañero de reparto me pisa las frases”  o “Esta chica no sabe actuar”, los jóvenes protagonistas iniciaron una relación amorosa que duraría dos años. Además, la película les proporcionó un sinfín de premios, premios de la MTV y los Teen Choice (mejor actor, actriz, beso, química, escena romántica…), pero premios al fin y al cabo. Premios que los situaban ya en el radar de Hollywood. Y recordemos que, hoy en día, los dos ya son flamantes nominados a los premios más populares del cine: los Oscar.

EL CINE DE PRESTIGIO

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Abrumado por la fama, o disfrutando al máximo de ella, se tomó el resto del año libre, y en 2005 apenas coprotagonizó una película. Tránsito era la nueva película del director de las alabadísimas Monster’s ball y Descubriendo Nunca Jamás. Naomi Watts y Ewan McGregor eran los protagonistas, y Ryan Gosling volvía a su papel más socorrido: el de perturbado inadaptado. La cinta constituyó el mayor fracaso económico de la carrera de todos los implicados, y es probable que si, alguien les habla de ella, cambien de tema.

Gosling siempre se ha declarado fan del mito James Dean (su película favorita es la maravillosa Al este del Edén) y en todas sus interpretaciones hay dejes que recuerdan al inmortal actor. Hay momentos en Half Nelson en que parece que estamos viendo a Dean interpretar a un profesor drogadicto en una película contemporánea. La ópera prima de Ryan Fleck cosechó una enorme cantidad de galardones y le proporcionó a Gosling su primera (y hasta el momento, única) nominación al Oscar por la mejor interpretación de su carrera. La competencia aquel año era dura (aunque hasta Will Smith consiguió entrar en la terna) y Forest Whitaker tenía el monopolio de todo gracias a El último rey de Escocia. Sus siguientes proyectos serían un thriller convencional con un Anthony Hopkins explotando de nuevo con piloto automático su vena psicópata (Fracture) y otra cinta indie, esta vez una comedia sobre un inadaptado (¡!) que se enamora de una muñeca hinchable en un pequeño pueblo donde la gente está muy preocupada por su integridad mental, Lars y una chica de verdad. ¿Qué fue lo siguiente?

RYAN, EL MÚSICO

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En 2007, Ryan hizo lo mismo que medio Hollywood adolescente y decidió que quería ser cantante (la última en sumarse ha sido Hailee Steinfeld). Pero no tuvimos que echarnos las manos a la cabeza: Gosling se juntó con su amigo Zach Shields y formaron un grupo indie rock inclasificable, algo bizarro y muy minoritario llamado Dead Man’s Bones. La temática de sus letras eran los fantasmas, los monstruos y demás seres tenebrosos, y se acompañaron de la voz del coro de niños de Silverlake Conservatory. Niños, monstruos y Ryan Gosling. Todos juntos en armonía.

No seáis reticentes, no es un disco «emo» (¡Dios nos libre!) y desde aquí os animamos a escuchar su primer álbum durante alguna noche solitaria y lluviosa, y es que nos encontramos ante un muy prometedor debut que incluye maravillas como “My body is a zombie for you”, “Lose your soul” “Young and tragic” o “In the room where you sleep”, canción que, con toda seguridad, habríais escuchado si hubieseis visto Expediente Warren (James Wan, 2013).

Gosling, estaríamos dispuestos a no quejarnos demasiado si te coges otro año sabático y nos traes un segundo disco a la altura del primero.  Por el momento, el actor asegura que Dead Man’s Bones solo está teniendo un largo descanso, y que en algún momento volverán a juntarse para componer.

VUELTA POR TODO LO ALTO

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Los siguientes años en la carrera del actor fueron los más fructíferos de su carrera. Tras ese descanso que se había tomado para probar suerte en el mundo de la música y reconciliarse con su profesión (afirmó en más de una entrevista posterior que se sentía perdido y desilusionado con la actuación), volvió al radar cinematográfico con el debut de Derek Cianfrance, Blue Valentine, que coprotagonizaba junto a Michelle Williams. Esta cinta indie tan laureada será recordada por el mejor momento musical de los últimos años: Gosling canta “You always hurt the ones you love” tocando el ukelele mientras Williams baila y nosotros nos enamoramos.

Durante el rodaje de la cinta, el actor le comentaba al director un sueño que había tenido sobre ser ladrón de bancos y huir con su moto escondiéndose en algún camión de mudanzas y este le decía: “¡Pero si eso es mi próxima película!”. No sabemos hasta qué punto se pudo dar semejante casualidad, pero esa conversación acabó juntándoles de nuevo en Cruce de caminos, donde conocería también a su actual esposa, Eva Mendes. Aquí era un rebelde sin causa (James Dean otra vez, ejem) tatuado, incomprendido (ejem)  y un poco sucio. Recordemos su “Borriquito” cantado en glorioso castellano.

Volviendo a 2010, aquel año rodaba Todas las cosas buenas, un thriller basado en la figura de Robert Durst (no os perdáis la miniserie sobre su figura, The Jinx) del director del aclamadísimo documental Capturing the Friedmans, que protagonizaban el actor y una Kirsten Dunst recién salida de la depresión y las drogas. Ni una historia turbia (se trata de un caso real sin resolver) ni un Gosling travestido sirvieron para que se le hiciese caso a una película que nos llegó directa al mercado doméstico dos años después y que hemos visto cuatro gatos.

Un año más tarde llegaba Drive y lo revolucionaba todo. La primera cinta rodada en Norteamérica por el ya curtido cineasta Nicolas Winding Refn (y la más comercial) se convirtió en una película de culto desde su estreno. No fue ningún taquillazo, pero todos nos enamoramos de una estética cuidadísima, una BSO de infarto (el “Nightcall” de Kavinsky sonando en los créditos iniciales lo mola todo), un tratamiento de la violencia sin concesiones, un Ryan Gosling (palillo en boca) muy comedido, y una chaqueta que solo podría quedarle bien a él. “Siempre he querido ser el protagonista de una película de superhéroes, y como todas las buenas están cogidas, este es mi héroe particular” decía en una entrevista.

Con Drive el actor se ganaba su (merecido) párrafo en los libros de cine. El canadiense colaboraría de nuevo con el director danés en Solo Dios perdona, otra joyita injustamente denostada por la crítica y muchísimo más personal que recaudó una miseria en las taquillas de todo el mundo. Ni una Kristin Scott Thomas como la absoluta estrella de la función (a pesar de ser secundaria) en un papel de zorra inmunda (incluso incestuosa) en las antípodas de lo que suele interpretar consiguió apenas reconocimiento.

Otro proyecto que le ayudó a forjarse su actual fama fue la comedia romántica Crazy, stupid, love. Su personaje guapísimo, graciosete y asquerosamente superficial conseguía que nos olvidásemos de que el protagonista era Steve Carell. Y su momento Dirty Dancing con Emma Stone hacía babear a las plateas de medio mundo. La enorme química con la actriz se intentó repetir en  Gansgster Squad (Brigada de élite), un homenaje al cine negro de los años 30 en el que hacían de secundarios. Un filme plagado de grandes actores pero con una única buena interpretación: la del protagonista, Josh Brolin. La cinta satisfizo a muy pocos, y no tuvo relevancia en la carrera de ninguno de los implicados.

El papel más moralmente cuestionable y atractivo que ha interpretado hasta el momento se lo debe a George Clooney. En Los idus de marzo, el canadiense es jefe de prensa del candidato que se presenta a las primarias del partido demócrata. Si estáis desencantados con la política y creéis que todos se vuelven se vuelven corruptos al llegar al poder, esta no es vuestra película.

RYAN, EL DIRECTOR

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Saoirse Ronan coprotagonizó en 2014 el debut de Gosling en la dirección, How to catch a monster, que finalmente se estrenó bajo el título Lost river. Cinco años atrás estuvieron a punto de compartir plano en The lovely bones, del George Lucas de esta generación: Peter Jackson. Pero, a un día de comenzar el rodaje, el actor huyó del proyecto (y qué bien hizo, porque menudo despropósito). Probablemente el canadiense viese después la cinta y pensase que si Ronan fue capaz de salir airosa en una película tan fallida, podría librarse de la quema si la recepción de su debut era tan fría como la adaptación de Jackson.

Lost river apenas aguantó tres semanas en la taquilla norteamericana, únicamente se estrenó en tres salas del país y logró 5000 espectadores. Parte de la crítica la despedazó tras su paso por Cannes argumentando que Gosling había copiado el estilo de muchos otros cineastas de forma descarada en un sinsentido «gafapasta». Pero poco tardaron en salir los defensores, y Lost river es ya considerada como una pequeña joya incomprendida por muchos. Al igual que en las canciones de su grupo, en su debut en la dirección hay cabida para muchas de sus obsesiones.

No volvimos a verlo hasta 2015, cuando estrenó La gran apuesta, multinominada (y no tan premiada) cinta de Adam McKay donde Selena Gómez en un casino y Margot Robbie en su bañera nos explicaban, rompiendo la cuarta pared y en palabras de la calle, los complicados términos bursátiles que usaban los personajes durante todo el metraje. Rodada y montada de forma casi epiléptica, La gran apuesta está basada en el libro homónimo firmado por Michael Lewis, autor de otras novelas que han tenido presencia en los Oscar, como Moneyball o The blind side. La única cinta con Gosling en su reparto que ha sido nominada a Mejor Película en los premios más prestigiosos de la Academia forma parte de ese tipo de cine que veinte años después aparentará tener cincuenta.

RYAN, EL VIRAL

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Hay cuatro momentos clave para resumir por qué la gente habla más del RYAN persona que del actor:

  • En 2013, un tal Ryan McHenry edita un vídeo con pequeños fragmentos de toda la filmografía de Gosling y lo sube a Vine. El vídeo se llama “Ryan Gosling won’t eat his cereal”, y se hace viral.

En 2015, el autor de los vídeos muere de cáncer y la respuesta del actor es esta:

  • Unas palurdas se ponen a grabar con su móvil un altercado en medio de la calle entre dos hombres. Como si de Hollywood se tratase (bueno, es que estamos en Hollywood) aparece Ryan Gosling de la nada (sin estilista y con brazacos) y se convierte en el héroe americano al ejercer de mediador. Aquí el famoso vídeo.
  • Ryan Gosling es de ese tipo de personas que puede ser viral sin hacer absolutamente nada. Una tal Danielle Henderson creó el Tumblr “Feminist Ryan Gosling”, que recopilaba todos los memes que utilizaban su foto acompañada de una frase en defensa del feminismo que empezaba con “Hey girl”. Estos memes comenzaban cuando un par de estudiantes de psicología utilizaron imágenes de hombres y mujeres en las que se superponían frases a favor del feminismo. En su estudio, descubrieron que las frases en clave cómica con foto de Gosling incluida tenían mucha más repercusión que el resto. Estos memes se hicieron tan populares que hasta hay vídeos del actor leyendo algunas de ellas.
  • La historia con Macaulay Culkin también reventaba Internet, pero era bastante menos enternecedora: Gosling salía a la calle con una camiseta del protagonista de Solo en casa. A este le hizo gracia y se estampó en otra camiseta ese momento. GOSLING lo vio y repitió la estrategia y, de nuevo, Macaulay Culkin también. Tontería o estrategia publicitaria (ambos utilizaron el mismo modelo de gafas de sol), las redes sociales ardían comentándolo.

 EL FUTURO PROMETEDOR

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Tiene pendiente de estreno la nueva cinta, aún sin título, de Terrence Malick, en la que compartirá cartel con medio Hollywood, aunque seguro que alguno se queda en la sala de montaje, a saber: Cate Blanchett, Natalie Portman, Michael Fassbender, Rooney Mara, Christian Bale, Benicio del Toro…

Y, por tercera vez, compartirá plano con Emma Stone en su primera incursión en el musical, La la land, que se estrenará en verano en territorio americano, y que está dirigida por el cada vez más cotizado Damien Chazelle (Whiplash).

Pero, sin ninguna duda, su proyecto más esperado por todos es la secuela de la cinta de culto Blade Runner, que volverá a estar dirigida por Ridley Scott y contará también con la presencia de Harrison Ford. Todavía se desconoce prácticamente cualquier detalle sobre el proyecto, así que solo nos queda esperar y rezar para no tener que compararla con otra secuela tan esperada como infame como fue Indiana Jones y el reino de la calavera de cristal, en la que intentaron colarnos a Shia LaBeouf como estrella de cine, cuando la realidad es que ha nacido para ser estrella de reality show. Pero eso para el próximo capítulo.

El próximo 10 de julio llegará a los cines españoles Dos buenos tipos, buddy movie coprotagonizada junto a Russell Crowe por la que se ha embolsado nada menos que 7 millones de euros y que ha conquistado a la crítica de medio mundo, a pesar de sus decepcionantes resultados comerciales en Estados Unidos. Firmada por el director de la estupendísima Kiss Kiss Bang Bang, Dos buenos tipos explota el registro cómico de un actor que está en alza y listo para comerse el mundo.

José Cruz

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Como buen gallego que soy, todo “depende”. Menos Showgirls. Showgirls es una obra maestra incontestable. Cine en general, y terror en particular. Mi estantería guarda El crepúsculo de los dioses al lado de El ataque de la mujer de 50 pies. Según mi CV, soy profesor y realizador.