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BIBLIOTECA: YONA, PRINCESA DEL AMANECER #16

Mizuho Kusanagi ha evolucionado mucho a lo largo de su obra. Norma Editorial ha editado ya más de once tomos de la misma. Los cuales hemos leído y analizado hasta ahora, embarcandonos en la aventura de Yona y compañía. Descubriendo sus miedos y temores. Pero también sus sueños.

¡Sigue el viaje de Yona y sus compañeros junto a nosotros!

Mucho ha cambiado ya aquella pequeña princesa que vivía el exilio y el asesinato de su padre como el fin del mundo que la cubría. Pero también ha cambiado mucho para la mano que se encarga de mover los hilos. No solo es que Kusanagi haya logrado una notable mejora en la dirección de su arte —logrando ofrecer una nueva profundidad a ese estilo shojo que ya perfilaba en otras obras como Yoiko no Kokoroe o NG Life— sino que además consigue diseñar nuevos movimientos narrativos que hacen de Yona, Princesa del Amanecer una obra completamente única.

Mizuho Kusanagi se encuentra en una imparable evolución de la historia que representa con Yona, Princesa del Amanecer. Volumen tras volumen la autora presenta un desarrollo argumental de tempos lentos, con una progresión especialmente mercada pero sin prisas que puedan suponer un paso en falso. Sin embargo, la obra consigue presentar una evolución de amplias dimensiones que generan un enorme abismo entre lo que fue y lo que es. Entre la princesa y la guerrera.

Es un término simple. Casi un chascarrillo. Pero uno que la propia Kusanagi no utiliza nunca, mostrando una evolución que siempre pesa más en el lado personal y emocional que no en el físico. Uno que casi se entiende como el camino a recorrer para que Yona se convierta en reina.

Uno que supone una línea paralela al de Soo-Won, que recorre otro espinado camino para convertirse en el rey que el roto reino que gobierna necesita. Sin embargo en la última entrega de ambas historias las paralelas se convierten en tangentes. El rey y la reina se encuentran en un espacio ineludible. Un momento que va mucho más allá del romance. Mucho más allá de la venganza. El encuentro entre ambos monarcas, la heredera y el usurpador se convierte en un nuevo marco para su desarrollo. La busca del reino que su gente se merece y la confirmación de que ambos luchan por un mismo objetivo. Uno que, sin embargo, jamás podrán compartir. Al menos no mientras ambos sigan vivos.

No es, por supuesto, la primera vez que Kusanagi cruza sus caminos. Un trabajo que se entiende como progresivo, hasta que Yona alcanza su actual nivel de madurez y sirve de contrapeso a su primer cruce en el séptimo volumen, siendo incluso ella quien salva a Soo-Won de una posible muerte.

Todo un ejercicio de introspectiva en el que la autora brilla más que nunca con una increíble capacidad para disponer a sus actores y actrices, sin dejar ningún cabo suelto. Yona, Princesa del Amanecer #16 es una bomba de mecha larga. Una bomba emocional que genera las mayores tensiones que hemos visto hasta ahora en la serie, demostrando un gran uso de los tiempos y de las propias tensiones, que sabe aprovechar la evolución personal que ha marcado en todos sus personajes hasta este punto.

Lo hace con esa Yona tan poderosa pero que apenas aguanta la presteza frente a su antiguo amado y asesino de su padre. Lo hace con un Soo-Won que pierde su temple ante la realidad que el mismo creaba al atravesar al rey Il con su espada. Incluso con un Joo-Doh que se ve obligado a desear la muerte de la princesa a la que ahora debe girar la cara –tras tantos años a su cuidado– tras haber aceptado a un nuevo rey.

Pero lo hace especialmente con Hak, efímero protagonista de un volumen al que pone cara pese a tener un escaso pero muy sonado espacio dentro del mismo. Y es que la bestia del trueno encabeza una de las escenas más dinámicas y potentes de la saga en una clara muestra de la evolución de Kusanagi como dibujante al enfrentarse con Soo-Won en un primer encuentro desde el inicio de la forzada aventura en el primer volumen de la obra.

No es la única, porque Kusanagi puede seguir presumiendo de un arte en esencia simple que cuenta con unos grandes contrastes que remarcan el potencial de su contenido más emocional y psicológico. Seguimos ante un estilo poco ostentoso, que no busca llamar la atención, sino fomentar la inmersión y el estudio de personajes que propone la autora con un destacado enfoque en las expresiones faciales —algo que da mucha fuerza a ese enfrentamiento silencioso entre Yona y Soo-Won— y, de nuevo, un alto potencial en los pequeños momentos que se prestan a batallas.

Con todo, la autora demuestra ser capaz de actuar con versatilidad poniendo en escena a Hee-Yeo en un plano que tiene cierta correlación artística con el arco Shin-Ah pero que parece tomar tintes de dibujo de Atsushi Ohkubo, con una gran capacidad para representar la faceta más oscura de este nuevo villano y un importante factor misógino al que se le consigue dar forma, empoderando la figura de Yona frente a semejante desalmado.

A estas alturas de la obra es difícil no llenar de cumplidos a Kusanagi (hasta el punto de sufrir en cada reseña para no sonar demasiado recursivo), pero no son, en ninguna ocasión, desmerecidos. La autora parece haber encontrado en punto seguro sobre el que establecer la obra para que sus paradigmas no sean tan cíclicos. El hecho de acabar sus últimas líneas dedicando ese ya conocido espacio de distensión a Lili en vez de la princesa y compañía es una muestra de ello. Sin embargo es Soo-Won quién firma un cierre que sirve como broche perfecto, asegurando su intención de asesinar a Hak si tiene oportunidad y declarando la guerra al Imperio de Kai en una apología a los grandes tiempos del reino. Sea lo que sea lo que venga ahora, todo apunta a que no nos dejará indiferentes.

Yona, Princesa del Amanecer #16 apuesta por un diseño especialmente agresivo. Un primer plano de Hak que sirve como reclamo, recordando el cliffhanger del volumen anterior y como promesa del potencial de esta nueva entrega. Un diseño especialmente simple pero que apuesta por una continuación directa, en forma de promesa. Así mismo el hecho de que Yona abandone su espacio en la portada sirve como elemento disuasorio de un protagonismo que, sin dejar de enfocarse en ella, cada vez acoge a más personajes en su plantel.

Sin embargo, resulta doloroso —aunque sirva como contradicción a mis palabras anteriores— el hecho de que sea una majestuosa Yona a lomos de un corcel, espada en mano, clara metáfora de cómo la chica ha evolucionado hasta el punto de ser capaz de combatir por sus ideales a la cabeza de un hipotético ejército, la que ocupe un espacio en la contraportada, que habría podido postularse como la más sonora portada hasta el momento — algo, por supuesto, que se ha mantenido del original japonés.

Por último, nos encontramos de nuevo con una portada rústica con sobrecubierta clásica en un formato de 11,5 x 17,5cm y un total de 192 páginas divididas en un total de seis capítulos; de igual forma que en su anterior publicación. Añadir que, como en cada entrega, el volumen está perfectamente localizado a nuestro idioma cortesía de Sandra Nogués.

Óscar Martínez

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Escribo más que duermo. Ávido lector de manga y entusiasta de la animación japonesa. Hablo sobre ello en mi tiempo libre.