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Reseña de Shuumatsu no Valkyrie destacada - El Palomitrón
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SHUUMATSU NO VALKYRIE: ALZANDO EL PUÑO CONTRA DIOS

El Apocalipsis, el día del Juicio Final, el fin de la humanidad tal y como la conocemos… La fecha de caducidad para una raza humana que, supuestamente, será juzgada por sus actos en vida. Cada religión tiene su historia, sus creencias e iconografías, del mismo modo que cada una de ellas tiene a una respectiva deidad o deidades como objeto de devoción. El ser humano tiene una relación muy peculiar con cualquier dogma; en el caso de aceptarlo, éste tiende a padecer cierta miopía e intolerancia respecto al resto de corrientes. El altruismo y la concordia originales se tornan en algo de matices más tóxicos, con inclinaciones hacia la discriminación, la invalidación de dogmas ajenos, discursos de odio o radicalismos. No deja de ser curioso que ese afán por idolatrar lo «nuestro» y ultrajar y negar lo de los «otros» haya mancillado y empañado algo que, en esencia, fue concebido en aras de la paz y cierto idilio común. Como tampoco deja de serlo el hecho de que en Shuumatsu no Valkyrie deidades de distintas mitologías y religiones se reúnan bajo un mismo escenario con tal de rendir cuentas y solventar cuestiones de gran calado que atañen a toda la humanidad. La incapacidad de reunión, concilio y aceptación del ser humano frente a la aptitud de congregación divina

Reseña de Shuumatsu no Valkyrie Zeus - El Palomitrón

¿Merece la raza humana seguir existiendo? La cuestión, de formulación tan simple como compleja por su amplitud de opiniones, es la base sobre la que se cimientan los pilares del peculiar panteón divino ideado por Takumi Fukui y Shinya Umemura en materia de guion, y Azychika a cargo del arte. Cada milenio los dioses de todas las religiones se reúnen en el Valhalla para decidir el destino de la raza humana. Siete millones de historia dan para mucho: incontables guerras, un gravísimo impacto destructivo en la naturaleza o la reiteración de errores del pasado demostrando una casi nula capacidad de aprendizaje han decantado la balanza a favor de la extinción. Los dioses manifiestan la voluntad de acabar con su creación, pero las valquirias se alzan en última instancia como salvadoras de la humanidad apelando a una antigua ley basada en el enfrentamiento entre dioses y humanos, el Ragnarök. Un torneo donde cada facción elige a 13 contendientes para batallar a muerte y donde el mejor de siete se llevará el premio gordo: la extinción o la salvación. 

De arrolladora simpleza, la premisa de Shuumatsu no Valkyrie no muerde más de lo que puede abarcar, proponiéndose como objetivo póstumo ofrecer pura diversión y extravagancia. Alejándose de la tendencia de los últimos años por el subgénero del battle royale, Shuumatsu no Valkyrie toma como referencia el clásico arco de torneo de poder de tantas y tantas ficciones para confrontar dentro de su fuero la supina arrogancia y desbocado poder de dioses como Zeus, Thor, Shiva, Buda o Susanoo con el instinto evolutivo y de supervivencia de humanos de la talla de Adán, Kojiro Sasaki, Leónidas, Jack el Destripador o Rasputín. Una contienda que podría antojarse como un acto suicida por parte del bando de la humanidad, si no fuera por el decisivo papel que toman las guerreras aladas de Odín. Las valquirias, figuras también divinas, guardan una relación con la humanidad mucho más estrecha que la que tienen con los dioses. Brünhilde, valquiria de la tragedia que tiempo atrás fue degradada a la misma categoría que los humanos, comandará a sus hermanas en la ayuda de una humanidad que debe sobrevivir y que, en el fondo, no es más que la chispa de una inminente rebelión en los cielos.       

Reseña de Shuumatsu no Valkyrie Thor - El Palomitrón

Shuumatsu no Valkyrie es, a priori, una obra concebida por y para el espectáculo más visual, una narrativa poco preocupada en plantear y ahondar en temas de moderada profundidad. Y lo cierto es que quizá ese sea su fuerte, el de desligarse de complejidades y tener muy claro a qué tipo de público va dirigida su propuesta. Una propuesta que no engaña, que en todo momento es sincera y transparente como el agua más cristalina. Y es esta sinceridad arraigada en el propio código genético de la obra la que logra otorgar cierto sentido de igualdad entre dos especies tan dispares en términos de fuerza. Por supuesto que hay algún que otro truco en su guion para darle sentido y emoción al Ragnarök, pero es la propia caracterización de los personajes la que consigue, por sí sola, igualar las tornas. La humanidad no es más que el fruto de una creación a imagen y semejanza; ergo todo lo negativo de la raza humana es algo que en cierto grado también se encuentra en la de las deidades. A través de actitudes arrogantes e inmaduras, y emociones llevadas a la hipérbole, los autores acercan el mito a lo mundano mientras les sitúa a una misma altura para recalcar que, de nuevo, no son tan diferentes como creen.  

Pero, además, Shuumatsu no Valkyrie no deja de ser un reflejo de la evolución de la especie humana a través de diversas figuras de distintos períodos históricos. Es también una manifestación del sentimiento de supervivencia inherente a nuestra especie, una ferviente muestra de la voluntad de superación y lucha por rebasar cualquier límite, tanto físico como intelectual. Es algo que queda patente en personajes como Lü Bu Feng Xian —general y señor de la guerra durante la época de los Tres Reinos en China— o Adán —el primer hombre creado por Dios según religiones como el cristianismo o el islam—, quienes, cada uno a su manera, luchan firmemente en representación de estos ideales. Quizá hoy más que nunca, con los recientes acontecimientos mundiales, parece casi una utopía la idea de ver a la humanidad en unión, actuando en concordia con tal de lograr un bien común. En la obra de marras existe un espíritu y una voluntad común que me hace replantearme cada vez que la leo qué quimera es menos fantástica: si la existencia de un torneo entre dioses y humanos, o el hecho que éstos últimos luchen unánimemente por el destino del colectivo.     

Reseña de Shuumatsu no Valkyrie Adán - El Palomitrón

Al margen de este tipo de lecturas que pueden sacarse de la obra, la narrativa de Shuumatsu no Valkyrie es una increíblemente directa que pone el foco en el transcurso de los enfrentamientos. Desde el momento en el que se sabe qué deidad y qué humano van a batirse en duelo, hasta que uno de los dos es derrotado, el equipo creativo de la serie crea la atmósfera necesaria, introduce a los secundarios pertinentes, y trastea por medio de flashbacks a favor de la construcción de sus actores principales. El ritmo de la serie, en esencia frenético, no se ve perjudicado por la inclusión de estos pequeños fragmentos de la vida de los protagonistas, al contrario, sirven como breves espacios para coger aire y después arremeter con más fuerza en busca de golpes de efecto. Los duelos, al menos por el momento, tienen los elementos necesarios para dejar satisfechos a quienes vengan buscando ese intercambio de miradas, palabras, golpes y egos, sobre todo egos. Ejercicios de grandilocuente violencia en los que los dioses muestran su lado más humano, y los humanos se aproximan a sentir el inconmensurable poder de una divinidad.   

Reseña de Shuumatsu no Valkyrie Lu Bu - El Palomitrón

Debido a su idiosincrasia en términos de guion, la serie no puede permitirse contar con un apartado artístico que no sea, como mínimo, dinámico, expresivo y carismático. Y lo cierto es que el trabajo de Azychika cumple con solvencia lo que demanda el guion. Con especial atención y nivel de detalle en los movimientos y actos de los luchadores, recrea con un trazo uniforme y unos contornos bien definidos una serie de coreografías que se benefician del uso del negro y la escala de grises, de una gran habilidad a la hora de simular movimiento y de la rimbombancia que rodea a los personajes para hacer con ellos, literalmente, lo que quiere. Azychika ilustra un rooster de personalidades que, pese al innegable estilo oriental que baña su construcción, rebosa carisma por todos sus costados. La única pega que se le puede achacar al conjunto es la flagrante ausencia de figuras femeninas en cualquiera de los dos bandos —que será que no habrá donde elegir—.

Con un más que notable dinamismo y capacidad de expresión, Azychika complementa muy satisfactoriamente un relato simple, pero efectista. Un relato que busca constantemente ofrecer espectáculo y satisfacer a todo aquel que se atreva a mirar desde lo alto de las gradas. Sincero en su propuesta, emplea el recurso del exterminio de la humanidad para ensalzar aquello que, como especie, nos ha hecho llegar hasta aquí. Su mensaje guarda relación con aquello de luchar contra el destino, pero también con el hecho de no dejar ser juzgado por quien no toca. No sé si la humanidad merece seguir existiendo o no, pero lo que sí sé es que quien responde y actúa de la misma forma que el juzgado al que condena, no merece ser juez ni verdugo.

Edu Allepuz

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Intento de muchas cosas y una de las piezas que hacen funcionar la sección manganime. Ávido lector de manga, enamorado de la tinta y de la tragedia de Sui Ishida. Firme defensor de la industria como arte y la abolición de estúpidas etiquetas.