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reseña de Los Apuntes de Vanitas #1
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BIBLIOTECA: LOS APUNTES DE VANITAS

Jugar con las influencias y transformar nuestro mundo en espacios mágicos o difuminados por la fantasía o, simplemente, las intenciones de la autoría de una obra es un hecho que se encuentra prácticamente implícito en el medio. Nos gusta escapar, visitar otros mundos, encontrar connotaciones familiares y fantasear con la idea de que estos lugares, de alguna forma, podría ser el mismo sitio que nos da cobijo a nosotros.

Jun Mochizuki, ampliamente conocida como la autora de Pandora Hearts, gusta partir de estos ideales. Lo suyo es un juego de reflejos, un bien intencionado estilo repleto de efectos espejo que se distorsionan bajo sus ideas e imaginación para dar vida a elementos familiares pero con un importante sello propio que, ahora y gracias a Norma Editorial, podemos ver presente a través de su nuevo imaginario. A través de Los Apuntes de Vanitas.

Reseña de Los Apuntes de Vanitas


Un hecho que, además, lejos de ocultar, la autora gusta destacar en sus trabajos. Y es que Los Apuntes de Vanitas es, de nuevo, todo un conjunto de influencias y tributos a obras y lugares, a ideas e iconos de nuestro mundo que toman nuevas formas y características bajo su pluma para conformar un espacio que resulta cercano en una gran variedad de puntos pero que se renueva al pasar cada página gracias a la gran habilidad de la autora a través de su notable pasión.

Así la obra nos transporta con pasmosa facilidad a un ficticio París Victoriano del siglo XIX con una importante estética steampunk que se da la mano con lo que la propia autora determina como “la ciudad de las flores” para recrear, una vez más, un escenario que brilla con un importante papel protagonista, brotando siempre por detrás del elenco principal pero con una importante y notable fuerza que lo destaca como mucho más que un simple fondo. Sobre este elemento base la autora sigue inspeccionando su repertorio para introducir otro elemento clásico: los vampiros.

Lo hace a través de una historia que, de nuevo, vuelve a beber de clásicos y gusta de puntear referencias a la literatura clásica. Lo hace también interponiendo una maldición en su mundo a través de Vanitas. El único vampiro nacido bajo la luz de la luna azul y no bajo la roja —como es habitual entre los suyos—, creído como maldito y desterrado a la más cruel soledad. Abandonado en la oscuridad, a la criatura se le acusa de haber diseñado El Libro de Vanitas, un grimorio mecanizado capaz de alterar el nombre verdadero de los de su raza para transformar su propia esencia y despojarlos de su propia sanidad y forma.

Así es como Mochizuki nos pone en la piel de Noé, un joven vampiro del que apenas nos muestra nada —con la recursiva idea de jugar con los tiempos y las tensiones frente a las breves revelaciones que nos muestra en su primer volumen— y que viaja a París con una única misión, la de recuperar el místico grimorio, creído como mera leyenda durante siglos. Es así como encuentra a Vanitas, un misterioso médico humano que se revela, ya de primeras, como el portador del grimorio de manos del propio vampiro del mismo nombre, mostrando como el libro es capaz de alterar los nombres de las criaturas en ambas direcciones, siendo capaz de retornar su forma verdadera.

Un punto especialmente dinámico que mantiene formas del ya citado Pandora Hearts y sobre el que la autora reescribe una relación que se mueve entre la comedia y la acción, mostrando una conexión interpersonal entre sus protagonistas que abraza la representación shonen habitual en el género pero que consigue mantenerse fresca empoderando a partes iguales a Noé y Vanitas como compañeros accidentales que van construyendo un camino juntos — pese a que su propio inicio nos augura un final agridulce como advertencia y viga narrativa de su historia.

Incluso así Mochizuki consigue que sus protagonistas, obligatoria referencia al eterno carisma de Vanitas, no eclipsen al resto del elenco, ofreciendo señales de que su historia evolucionará junto a ellos y señalando especialmente la importancia de las relaciones a lo largo de su extensión. Y es que Los Apuntes de Vanitas es, por encima de todo, un estudio de personajes, de sus relaciones y tensiones, que apunta a seguir explorando y descubriendo nuevos puntos a lo largo de su avance.

Así, a través de un primer volumen que nos deja con grandes incógnitas abiertas y escasas respuestas, Jun Mochizuki firma un regreso estelar, que recupera mucho de lo que la hizo brillar en su día pero que apunta a metas incluso más altas con la elaboración de todo un juego de reflejos y referencias que dan forma a un mundo e historia tan llamativos como intrigantes. Todo ello unido al clásico estilo de la autora, que ilustra su historia con un notable trazo fino y una increíble capacidad para adornar todos y cada uno de los pequeños detalles que conforman su imagen de París.

Cómo es la edición de Los Apuntes de Vanitas #1


Mochizuki aplica el clásico trato que ya presentaba en su anterior obra a través de Los Apuntes de Vanitas. Bajo su simpleza se encuentra parte de su brillantez. Y es que un escenario blanco con Vanitas como único representante de su presentación es suficiente para adornar un primer volumen que se presenta con ciertas pretensiones, apuntando a su misticismo a través de la ilustración de un espejo que nos muestra la luna azul tras el sonriente médico, sosteniendo el grimorio que da título a la obra entre sus manos.

Por otro lado, resulta indudable el trabajo de Norma Editorial a través de su edición, que se presenta altiva y falta de errores que puedan romper con su cohesión. A través de una clásica edición rústica con sobrecubierta y un considerable tamaño de 13 x 18,2 cm, Los Apuntes de Vanitas nos da la bienvenida a su mundo con un total de 240 páginas en blanco y negro más dos de ellas a color. Ocurre lo mismo en su apartado técnico, que cuenta con el trabajo de Olinda Cordukes, de Acrobat Estudio, al cargo de su traducción. Un trabajo que tiene en buena fé mantener los términos franceses originales, así como los pequeños guiños que se dan a través de sus conversaciones, sumando puntos a un trabajo impecable que prioriza la inmersión de los lectores en todo momento.

Óscar Martínez

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Escribo más que duermo. Ávido lector de manga y entusiasta de la animación japonesa. Hablo sobre ello en mi tiempo libre.