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reseña de El secreto de Madoka
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BIBLIOTECA: EL SECRETO DE MADOKA

Durante mucho tiempo hablar de manga se traducía, por norma general, en hablar de acción y fantasía. El manga, como medio cultural, siempre ha sido altavoz para cientos y miles de voces, pero cuando el mercado manda las voces que se escuchan siempre son las que suenan más fuerte. Y entre ellas, de nuevo, siempre ha predominado la idea de tratar las publicaciones hacia un público muy concreto, donde la fuerza de una obra residía principalmente en la fuerza de sus personajes.

Hace unos años jamás habría pensado en estar delante de una pantalla escribiendo sobre El secreto de Madoka. Una obra que habla de género y apreciación personal. Una obra que, en un breve espacio y tiempo, cuenta una historia pequeña y dulce sobre dos personas que no encajan en una serie de conceptos que la sociedad considera preestablecidos. Pero tampoco habría esperado leer sobre la calidez de Our dining Table. La llegada de nuevas editoriales, como es el caso de Editorial KODAI, ha marcado un punto de inflexión que, hoy sí, nos permite hablar de pequeños tesoros más necesarios de lo que podemos imaginar.

La inocencia no entiende de género

Sin despreciar las obras que han desfilado por nuestras estanterías a lo largo de los años —podríamos pasarnos horas citando títulos que han roto esquemas—, El secreto de Madoka es esa entrega con la que habría soñado tener de pequeñe. Una obra pequeña, dulce, sincera. Una obra que habla de temas que, nos guste o no, se tratan como tabúes o se excusan y se niegan hasta que acabamos por creerlo. Por creer que es una fase. Que tan solo es un pequeño momento de nuestra vida en la carrera por madurar y adaptarnos a las normas que marca la normatividad.

En El secreto de Madoka no hay fases. No hay suposiciones ni ataques — y cuando las hay, su autora establece nuevas pautas para tratarlos. Madoka es un chico al que le gustan las cosas cuquis. Itsuki es una chica a la que le gustan la ropa masculina y los deportes. Y no hay nada de malo en ello, así es cómo son y así es como se sienten cómodes; no hay más. Es un mensaje simple, pero también un mensaje que no tiende a aparecer en el medio. Bañado en inocencia y dulzura, el mensaje que ofrece la obra en toda su extensión es uno de coraje y amor propio. Uno que, sin convertirlo en un filo que esgrimir, repite una y otra vez, concienciando mientras hace del slice of life un arte.

El estilo de Kingyobachi Deme es uno particularmente simple en esta corriente. No es mucho más que ese capítulo de CardCaptor Sakura en el que Sakura y Syaoran intercambian roles en una representación teatral. Pero incluso así, la publicación tiene una fuerza innata para acoger y convertirse en una salvaguarda de lo inocente marcada, de nuevo, por el enorme cariño que destila en cada una de sus líneas. Y es que la obra consigue sentirse como un capítulo único, un pequeño fragmento de la vida de Madoka e Itsuki, de sus relaciones y su forma de comunicarse entre elles, pero también con su entorno. Un pequeño fragmento que —resulta imposible negarlo— se antoja demasiado breve, casi como si terminase cuando está a punto de arrancar.

No es algo que reste puntos a la obra, desde luego, pero es parte de su magia, el cerrar el tomo con la necesidad de saber qué será de la pareja en su futuro. Un futuro en el que, quizás, el secreto de Madoka no sea parte de su propia identidad. Pero con el presente como protagonista, lo cierto es que Deme da vida a una obra que destila amabilidad. Más allá de su narrativa, el trabajo artístico de la autora rezuma vida —y, además, sirve las veces de puente con lo que cuenta en su obra— y pone un especial énfasis en las emociones de sus personajes que puede sentirse a la perfección solo con pasar la vista sobre sus páginas. Un broche perfecto para un título como éste.

Incluso con su breve extensión, El secreto de Madoka es una obra de sentimientos e identidad. Sorprende, calma, abraza y, sobre todo, emociona. Sin necesidad de complejidades, simplemente abarcando un pequeño fragmento de la vida de sus protagonistas, transmite un mensaje de apoyo y cariño que cala y permea desde el principio hasta el final. Una apuesta, posiblemente arriesgada, que habla de su autora, pero también del esfuerzo que supone contar con una obra como esta en nuestro mercado.

Cómo es la edición de El secreto de Madoka


Tras posicionarse en el mercado español con más de cinco títulos, KODAI vuelve a afianzar su línea editorial este mes de marzo de 2021 con un nuevo título en su catálogo. Un nuevo volumen único —marca de la casa— con el que introducen a Kingyobachi Deme, una autora con un talento nato para mostrar un tipo de obra al que no siempre podemos referirnos en el medio. Una autora de la que, por supuesto, esperamos poder volver a hablar de nuevo en el futuro.

Tal y como se anunció desde un primer momento, El secreto de Madoka está compuesto por un total de 176 páginas en blanco y negro. Páginas editadas bajo un formato B6 rústica con sobrecubierta cuya dimensión es de 128×182 mm. Un tomo único que recoge la calidad adherida a la editorial desde un primer momento y que sorprenderá por el grado de detalle y similitud con el original. Además, como es costumbre, si compras el ejemplar desde la página web de la propia editorial no solo te enviarán el tomo en cuestión, sino que recibirás un marcapáginas de regalo que hará de este título uno incluso más especial.

Óscar Martínez

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Escribo más que duermo. Ávido lector de manga y entusiasta de la animación japonesa. Hablo sobre ello en mi tiempo libre.