La temporada de invierno lleva ya casi un mes en emisión y algunas obras como Darling in the FRANXX o Citrus están demostrando todo su potencial para empezar el año con mucha fuerza. Pero entre las más destacadas encontramos Cardcaptor Sakura: Clear Card, una vuelta a los orígenes de una obra que marcó a todo una generación.

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Pese a que la gran mayoría de espectadores la miran bajo la mirada de la nostalgia, el regreso de aquel anime que les acompañó en la infancia, Clamp no pretende escenificar el paso del tiempo y la convierte en una secuela totalmente directa de la original. Sakura acaba en entrar en el instituto y aunque parece su vida transcurre de forma normal las cosas están a punto de cambiar.

Tras un extraño sueño en el que se encuentra con un misterioso encapuchado, todas las cartas de Clow se convierten en simples láminas transparentes, carentes de color y poder. Ni si quiera sus guardianes, Kerberos y Yue, son capaces de descubrir el secreto que se oculta tras la desaparición de las cartas. Pero antes de que puedan investigarlo, Sakura recibe un nuevo poder del encapuchado, la vara de los sueños.

Con esto Cardcaptor Sakura: Clear Card se convierte casi en un reflejo de la original antes que en una secuela. Volvemos a las mismas dinámicas, al mismo funcionamiento. Sakura debe combatir contra todas las nuevas cartas y hacerse con su poder, una y otra vez, hasta que la dirección de la obra decida sorprendernos con algún giro. No es algo malo per se, sino una mirada nostálgica, un tributo puro e inocente, pero que puede saber a poco si, tras dos décadas de inactividad, esperas que la obra vaya a sorprender con algo nuevo.

De hecho, su inocencia se transmite a lo ancho y largo de toda la producción. No falta Sakura despidiéndose del cuadro de su madre antes de salir de casa, Touya robándole la comida, Kero haciendose pasar por peluche cuando entra alguien en la habitación o Tomoyo siguiendo a la protagonista, cámara en mano, para filmar toda la acción. No resulta original pero tampoco pretende serlo (ni buscar a un público que espere algo así), sino traer de vuelta los recuerdos del pasado, deleitarnos una vez más con todas las virtudes que consiguieron hacerse un hueco en el corazón de sus seguidores.

Pese a todo, y aunque siga el esquema conocido, la serie no para de arrojar duda tras duda, sin resolver ninguno de los misterios, por lo que se guarda más de un as bajo la manga. La desaparición de las cartas, el encuentro con las nuevas o esa suerte de dragón que monta el encapuchado (además del individuo en si mismo) son incógnitas con las que CLAMP puede sorprendernos fácilmente. Tampoco se olvida de demostrar que es una secuela, y es que aunque no lo remarque demasiado, se denota un tono algo más maduro. Por no hablar de la evolución de las relaciones, siendo el noviazgo entre Sakura y Shaoran uno de los momentos más tiernos que nos muestra en sus primeros capítulos.

Donde si destaca, y mucho, es en la evolución de su animación. Las técnicas digitales han cambiado mucho con el transcurso de los años y, aunque la serie original no ha envejecido mal, Clear Card no teme en hacer uso de los juegos de luces, movimientos más rápidos o nuevas tranformaciones de las cartas con un poderío muy superior al que podían mostrarnos en su época. Aunque no hemos podido asistir a muchos combates por el momento, la animación de la obra se encuentra al nivel de las expectativas.

Cardcaptor Sakura: Clear Card no ha hecho más que empezar y aún tiene mucho por recorrer. Los primeros capítulos han conseguido plantar las semillas de la nostalgia mientras se enfocan en su nuevo argumento, pero el final del tercer episodio nos ha dejado con un cliffhanger que puede dar mucho juego a su desarrollo. Por el momento solo podemos enfocarnos en lo más importante, ¿quien es el encapuchado que aparece en los sueños de Sakura? Y más importante, ¿que ha pasado con sus cartas?

Óscar Martínez

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