PASSENGERS
La primera película de ciencia ficción nos la regaló George Méliès con Viaje a la luna (1902); Kubrick trajo 2001: Una odisea en el espacio (1968), en la que filosofó con la evolución de la humanidad; Ridley Scott interrumpió su viaje con la nave Nostromo para explorar un extraño planeta en Alien, el octavo pasajero (1979) y volvió con Prometheus (2012) para narrar el viaje de un grupo de científicos hacia un planeta con el objetivo de hallar el origen de la vida en la Tierra; Alfonso Cuarón en Gravity (2013) contó lo que le sucedió a dos astronautas que se quedaron flotando en medio del espacio; Christopher Nolan nos fascinó llevándonos con Interstellar (2014) a otro planeta para conseguir la supervivencia humana fuera de la Tierra, y con Scott de nuevo, viajamos hasta Marte (2015). El regalo y la sorpresa apareció este año bajo la dirección de Denis Villeneuve con La llegada (2016). Aquí los extraterrestres llegaban a la Tierra, cambiando la percepción de la realidad y dejándonos boquiabiertos. Como ven aquí, existe una larga lista (y podríamos seguir) de ejemplos de películas de ciencia ficción. Para terminar el año, nos llega una segunda película de este género, que adelantamos que no tiene ni punto de comparación con la de Villeneuve. La cinta de la que hablamos es Passengers y quien está detrás de ella es Morten Tyldum. Su anterior filme fue The Imitation Game (Descifrando Enigma), el biopic del matemático Alan Turing que se llevó un Oscar al Mejor guion adaptado (de los ocho a los que aspiraba), pero posiblemente Tyldum no consiga tanto auge en la ceremonia próxima. Passengers se centra en el viaje de la nave especial Avalon, que va hacia un planeta lejano repleto de miles de personas. Un par de sus cámaras de sueño tienen una avería, que provoca que dos de sus pasajeros despierten de su hibernación 90 años antes de terminar su viaje de 120 años. Ambos tendrán que unirse para intentar arreglar el problema y volver a ese profundo sueño del que despertaron.
Jon Spaihts (Doctor Strange) tenía una muy buena oportunidad con Passengers, que desaprovechó a medida que va avanzando la narración: el guion se va debilitando según pasa la hora y 56 minutos de la cinta debido al exceso de género romántico que va introduciendo el filme. A esta premisa se le suma su reparto principal: Jennifer Lawrence (X-Men Apocalipsis) hace de Aurora Lane, una periodista con el ansia de escribir una potente historia como hizo su padre para ser recordada por y para siempre. Junto a ella está Chris Pratt (Los siete magníficos) que interpreta a Jim Preston, un mecánico en busca de construir una nueva civilización.
Esta es la pareja que protagoniza este largometraje y que no llega a convencer. El director deja a ambos llevar el peso durante toda la película en pocos escenarios de gran calidad gracias al trabajo de Rodrigo Prieto (El lobo de Wall Street), que recrea una nave que parece ser un crucero de lujo en el espacio. La pareja de actores falla (a pesar del momento de desnudo trasero), ya no solo por su interpretación, sino por el perfil de estos: la chica es la víctima, y el hombre, todo lo contrario. Lawrence y Pratt no llegan a traspasar la química a través de la pantalla. Además, su relación es un punto que hace distraer y descentrar el tema de lo que parecía el principal de la película, que era el espacio y no la relación de amor de ambos. A esto debe unirse otra debilidad, y es que hay una escena bastante clara que recuerda, casi tal cual, a la película que citábamos de Cuarón, Gravity.Los primeros momentos en los que uno de los personajes está solo en la nave (con el personaje robótico de Michael Sheen), su adaptación… son partes del guion que divierten, amenizadas por la banda sonora de Thomas Newman. Al reparto se le une el trabajo de Laurence Fishburne (Batman v. Superman: El amanecer de la justicia), un recurso facilón para resolver la historia de manera rápida.
Una de las fortalezas que sí existen en Passengers es el tema de la soledad, el dilema ético en el que se centra (que por evitar spoilers no desvelaremos), pero que sí que hará al espectador ponerse en el lugar de los protagonistas de la película. A este tema se le añade en la trama la filosofía del carpe diem, una de las moralejas que se destaca a pesar de ser una cinta palomitera (que a veces no viene mal), ya que puede calar en el público a la par que interesarle, independientemente de que sea una ficción, invitando a este a la reflexión: No te obsesiones con dónde quieres estar y disfruta en donde estés.
LO MEJOR:
- La fotografía, ambientada en la nave espacial.
- Su moraleja final.
LO PEOR:
- El exceso de romanticismo que descentra el tema de la película: el espacio.
- Los recursos fáciles para resolver el filme.
- La poca química entre los protagonistas.
María Páez