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MÁS ALLÁ DE LAS ESTRELLAS: MATERIALIZANDO LOS SUEÑOS DEL PASADO

En los últimos años ha habido muchas alegrías para la física teórica, con dos hitos realmente notables: la detección por primera vez en la historia de la huella de las ondas gravitacionales (14 de febrero de 2015) y la primera fotografía de un agujero negro (10 de abril de 2019). Ambos logros han supuesto la validación de la teoría de la relatividad general, planteada por Albert Einstein hace prácticamente un siglo, y ambos han sido momentos muy emocionantes para la familia científica, que en no pocos casos, a través de la física teórica, se adelanta en el tiempo confiando en las matemáticas para avanzar lo que el ser humano aún está por observar o comprobar.

El 11 de abril saltaba la fotografía de este agujero situado en el centro de la galaxia M87 (objeto 87 de los 110 que catalogó el astrónomo francés Charles Messier) y en pocos días se estima que 4.500 millones de personas vieron una foto que mostraba lo que no se puede mostrar, a 55 millones de años luz y con una masa equivalente a 6.500 millones de veces el tamaño del sol (distancias y medidas fuera de la capacidad de dimensionar de la mayoría de los mortales). Este evento sirve para que Gonzalo Gurrea Ysasi arme Más allá de las estrellas: fotografiando un agujero negro, rindiendo homenaje a todas aquellas personas que buscando respuestas filosóficas se enrolaron en las filas de la ciencia para hacerse preguntas o reformular las ya existentes en busca de respuestas.

El documental otorga voz a algunos de los talentosos científicos del Instituto de Física Teórica, que se pasean por el documental recuperando sus primeros pasos como científicos en ciernes, reivindicando el papel de la mujer en la ciencia (otra disciplina, como el cine o la literatura, que ha silenciado y escondido el talento de la mujer durante décadas o siglos) o señalando las dificultades laborales a las que tiene que enfrentarse un científico español para trazar su carrera profesional (cuesta encontrar otro sector que defina mejor el término «fuga de cerebros»). Pero atención especial despierta cómo todos ellos fueron sumergiéndose en edades muy tempranas en este océano cósmico de preguntas y respuestas gracias al legado que los libros, la televisión o el cine nos ha dejado. El trabajo de otros científicos y el entretenimiento e imaginación de nuestra ficción como auténtico motor para despertar en ellos una pasión incipiente y absorbente que pone de manifiesto la importancia de la documentación y la transmisión para que la ciencia siga despertando la vocación de aquellos exploradores llamados a tomar el testigo, a seguir abriendo camino hacia las estrellas.

Fotografiar un agujero negro, o mejor dicho sus huellas, confirmando una vez más la ley universal de Newton, es un hito incontestable, y además es un hito bonito porque es el resultado de un trabajo colectivo. Ocho radiotelescopios repartidos por Estados Unidos, Chile, México, la Antártida y España trabajando simultáneamente para perseguir un objetivo que es ya patrimonio de la humanidad. Y por ello Más allá de las estrellas: fotografiando un agujero negro no duda en otorgar un protagonismo especial al Radiotelescopio IRAM Pico Veleta, el único europeo que participó en la caza de ese oscuro secreto que reina amenazante en los límites de nuestra capacidad de comprensión (con permiso de la materia y la energía oscura). Una antena de 30 metros de diámetro que asumió un papel fundamental para lograr una fotografía que lejos de dejar sin aliento a la comunidad científica, supuso un hermoso (y justo) revulsivo para dirigir nuestra mirada al cielo con la confianza de que algún día seremos capaces de entender el colosal océano cósmico en el que nuestro planeta flota, como una minúscula mota de polvo.

Una minúscula mota de polvo en la gran envoltura cósmica, como bien apuntaba Carl Sagan, que por ahora es nuestro único hábitat, el único punto de pálida luz en el que por ahora (y por muchas décadas) puede vivir nuestra especie y desde el que estamos buscando respuestas, estudiando con ahínco una estructura gigantesca armados con el talento de una nueva generación de científicos cuyo legado, trabajo y logros, será el punto de partida del conocimiento del mañana. El estímulo que necesitarán los jóvenes que llegarán para continuar el camino que día a día abren Alberto, Javier, Judith, Angie, Antxon o Pepe, entre otras mentes brillantes a las que la sociedad debe mucho respeto y agradecimiento.

Alfonso Caro

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Alfonso Caro Sánchez (Mánager) Enamorado del cine y de la comunicación. Devorador de cine y firme defensor de este como vehículo de transmisión cultural, paraíso para la introspección e instrumento inmejorable para evadirse de la realidad. Poniendo un poco de orden en este tinglado.