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LEJOS DEL MAR

Lejos del marDías contados (1994), El Lobo (2004), GAL (2006), Todos estamos invitados (2008)… Todas estas películas tienen algo en común: su temática. Y es que todas han contado una historia relacionada con el grupo terrorista ETA. Son exponentes de un cine comprometido con la violencia que envuelve la historia ETA y sus consecuencias. Un tema espinoso y con mucho recorrido aún en nuestra memoria colectiva. Si tuviéramos que poner un ejemplo de un director que ha insistido en abordar este conflicto desde sus perspectivas más humanas (y también políticas), este sería Imanol Uribe (Miel de naranjasEl viaje de Carol). Uribe ya habló de esto en El proceso de Burgos, La fuga de SegoviaDías contados… El cine del director de El Salvador siempre ha estado muy unido a temas comprometidos, como la política y violencia en el País Vasco, la inmigración o la guerra civil española. A pesar de llegar a prometer no volver a tocar el tema de ETA en otra de sus películas, decide cerrar este ciclo con su último trabajo, Lejos del mar, cinta que se presentó en la pasada edición del Festival de Cine de San Sebastián fuera de concurso.Lejos del marTras cumplir una parte de la condena y vérsele aplicada la doctrina Parot, el etarra Santiago consigue salir de la cárcel y decide viajar a Almería para visitar a un amigo que está enfermo. Allí, casualmente, conocerá a Marina, una doctora que tendrá mucho que ver con Santiago en un acontecimiento que marcó la vida de ambos.

Lejos del mar nos ofrece una visión diferente del comando ETA (el lado de los sentimientos y no el político). Una nueva forma de presentar este tema tan duro y desde ambas perspectivas, la del asesino y la de la víctima. Entre sus temas cabe destacar dos aspectos muy importantes: el perdón y el olvido, marcados bestialmente en el largometraje. Lejos del marLejos del mar es un drama en el que el relato cobra más importancia que los diálogos. No le hacen falta elementos técnicos ni adornos para atraer, ya que su historia directa, su lenguaje no verbal y la fotografía de Kalo Berridi son capaces de sostener la función con mucha solvencia.

Además, si la pareja ficticia dentro de la pantalla la interpretan dos grandes actores como Eduard Fernández (Marsella) y Elena Anaya (La memoria del agua) (no hubiese sido lo mismo sin ellos), tenemos poco más que decir. Él como Santiago, y ella como Marina. Ambos tienen dos personajes con arcos vitales muy diferenciados: la doctora ha tenido una vida dentro de lo que cabe normal, con su marido, su hijo y su trabajo, mientras que Santiago se ha pasado media vida entre rejas. En sus similitudes está el trauma que han sufrido, un trauma que les relaciona: uno por el daño que ha hecho, y el otro por el daño recibido. Ambos deciden poner un punto final (¿o quizá aparte?) y fumarse la pipa de la paz, unirse e incluso llegar al punto de ser pareja. Surrealista, ¿verdad? Y es que en temas de amor, ya sabemos que el corazón manda. Aunque más que existir un tono romántico, Uribe muestra más una atracción perversa, aspecto que podría ser incluso peor que el síndrome de Estocolmo. ¿Habría un nombre para esto? Esto puede hacer pecar a la película de inverosimilitud, aunque no debemos olvidar que hablamos de ficción.Lejos del marSí que es verdad que hubiésemos agradecido a Uribe (que posiblemente lo hizo a propósito) que no nos dejara con la confusión de si estos realmente se aman o es simple estrategia de venganza. A colación de esto, citamos una frase del dramaturgo Jacinto Benavente: «Perdonar supone siempre un poco de olvido, un poco de desprecio y un mucho de comodidad». Una serie de aspectos que podrían hacer ambos personajes en esta historia. ¿Hay perdón sin olvido?

Sea como sea, sales de la sala de cine haciéndote preguntas, reflexionando sobre esta historia (que eso es lo importante) que deja poso en ti. El problema que vemos (si se le puede decir problema) es que ETA es siempre un tema sensible para la sociedad, y seguramente este filme no vaya dirigido a gusto de todos. Pero lo que sí hará será abrir heridas y cicatrizar otras, algo que no está del todo mal. Intriga, intensidad y tensión en muchos silencios que dicen más que palabras, donde el olvido, un «espacio de olvido», como decía Gabriel García Márquez en Cien años de soledad, rebosa (o no, según los ojos del espectador que lo vean) en esta cinta con un final redondo que te abre mil preguntas. ¿Te apetece reflexionarlo con nosotros cerca o lejos del mar?

LO MEJOR:

  • La visión de ETA por el lado de los sentimientos y no la política.
  • Su guion reflexivo, directo y duro.
  • Elena Anaya y Eduard Fernández.

LO PEOR:

  • No te atrapa desde el minuto uno.
  • El dolor que pueda levantar a víctimas reales.

María Páez

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Periodista que considera que para ser una verdadera cinéfila tienes que ser una 007, con licencia para devorar todo el cine. Eso sí, prefiero quedarme atrapada en una cueva con Michael Myers, el payaso de It, Chucky, y la niña de El exorcista que en un palacio con princesas de cuento.