LA ESPERA
Las esperas pueden eternizarse, sobre todo cuando uno desea con impaciencia que algo llegue. En la película protagonizada por Juliette Binoche, La espera, se trata precisamente este tema, aunque desde dos puntos de vista diferentes, y por desgracia, su visionado recuerda a esas esperas eternas, ya que se hace largo e interminable por momentos.
Su director, Piero Messina, narra la historia de Anna (Juliette Binoche), una mujer francesa que pasa sus días en su villa en Sicilia. Inesperadamente llega Jeanne (Lou de Laâge), la novia de Giuseppe, invitada por él a pasar las vacaciones de Pascua. Anna le dice a Jeanne que en unos días aparecerá Giuseppe y comienza la espera por parte de las dos mujeres.
La espera es de esas películas que encandilan al espectador a través de su tráiler, de esos que no destripan la película yque invitan a dejarse llevar por una película distinta, bella y llena de hermosura visual. Y aquí radica el problema: la película tan solo ofrece estos elementos y descuida el guion, uno de los pilares de cualquier largometraje.
La película comienza de una manera ejemplar, potente, y que deja a uno con ganas de más. Sus bellas (y a la vez crudas) imágenes anuncian un filme a la altura de La gran belleza. Sin embargo, esto nunca llega. La espera continúa introduciéndonos en la trama principal con la llegada de Lou Laâge, que interpreta a Jeanne, comenzando a construirse una relación que mezcla cariño con siniestralidad entre ella y Anna, la madre de su novio Giuseppe, extraordinariamente interpretada por Juliette Binoche. Esta relación entre ambas protagonistas resulta forzada y en muchas ocasiones hasta crea confusión en el espectador por la falta de credibilidad con respecto a la situación de espera que envuelve a las dos. Y, siendo esta la clave de la película, quiebra por todos los lados del guion. La intención es buena (de hecho, muy buena), pero de las intenciones no se come.
La espera refleja hasta dónde puede llegar el trauma de perder a un hijo, y el director nos ofrece, muy acertadamente, una temática religiosa unida al duelo. Así crea el paralelismo de la película con los tres días que la Virgen María esperó la resurrección de Jesucristo, traspasándolo al personaje de Juliette Binoche. Esta unión planteada en la película resulta interesante y poética, pero fallida en su ejecución. Piero Messina juega con la simbología a través de bellas y potentes imágenes (atentos al momento del lago cuando Jeanne conoce a dos chicos), pero no acaban de formar un conjunto armonioso, y en varias ocasiones rozan lo ridículo. También encontramos fallos de raccord como ocurre en la escena en la que Binoche cocina por primera vez para Lou Laâge (atentos a la evolución de los huevos fritos).
Lo que debe resaltarse muy positivamente, aparte de su magnífica fotografía, es la actuación de Juliette Binoche, que está esplendida en su papel de madre desolada ante la pérdida de un hijo. Su rostro refleja dolor, tristeza, aunque también esperanza cuando observa a Jeanne y ante todo a la hora de creerse su propia mentira. Muy pocas actrices como ella pueden afrontar un papel en el que se juega con subidas y bajadas emocionales tan bruscas y en un periodo de tiempo tan corto. La joven Lou Laâge forma parte no solo del casting, sino también de las potentes imágenes. Esta actriz desprende carisma y enamora a la cámara con tan solo una mirada. Una joya por pulir y en la que Hollywood no tardará en fijarse.
La espera es una película visual con bellísimas imágenes que no convence, principalmente por su fallido guion. En ella el director solo contaba con la espera de los personajes de Juliette Binoche y Lou Laâge, aunque después de su visionado se puede afirmar que una tercera persona vivía otra espera distinta a ellas: el espectador que experimenta la espera de que su visionado llegue a su fin.
LO MEJOR:
- Juliette Binoche y Lou Laâge.
- Su hermosura visual.
LO PEOR:
- Un guion con agujeros importantes.
- La eterna espera para que finalice.
Gabriela Rubio