EL LEGADO DE VIS A VIS
Se cumplen los malos presagios y Atresmedia ha hecho oficial la cancelación de Vis a vis tras su segunda temporada, que finaliza el próximo miércoles con la promesa de cerrar las tramas. Está por ver si será así, pues la intención de sus creadores era que hubiera tercera tanda. El descenso de audiencia (6 puntos respecto a su primera temporada) ha sido determinante para cerrar las puertas de Cruz del Sur.
Con el final de Vis a vis la ficción española se queda sin su apuesta más arriesgada de los últimos años. Pocos podían sospechar, cuando Antena 3 anunció una serie sobre una cárcel de mujeres producida por Globomedia, que el resultado iba a ser positivo. El punto de partida (una chica rubia de buena familia encarcelada injustamente), que recordaba demasiado al de Orange Is the New Black, y una productora hasta ahora muy conservadora en sus planteamientos narrativos y responsable de la hegemonía de los dramedias en prime time, no presagiaban nada parecido a lo que finalmente nos hemos encontrado.
QUÉ NOS DEJA VIS A VIS
Al margen de que dos temporadas nos sepan a poco, más aún si la historia estaba planteada para contarse en tres, la serie nos deja huérfanos en muchos otros aspectos. La diversidad sexual, étnica o física de sus personajes, además del talento interpretativo de las actrices, le daba a las tramas toda la veracidad que, eso sí, a veces se perdía en la sala de guion. El elenco de secundarias, capitaneado por una enorme Inma Cuevas (Anabel) y con las maravillosas Marta Aledo (Tere), María Isabel Díaz (Sole), Alba Flores (Saray) y Laura Baena (Antonia), nos ha dejado grandes secuencias cómicas y dramáticas.
A Vis a vis hay que agradecerle que nos haya regalado a una de las grandes villanas de nuestra historia televisiva. La Zulema que ha sido capaz de construir Najwa Nimri está llena de verdad en su mirada, su gestualidad, sus líneas de diálogo e incluso en sus dos largos mechones de pelo. La evolución de Macarena (Maggie Civantos), con esa maldad adquirida por pura supervivencia, es mucho más defendible que el injustificado ataque de explotación capitalista que sufrió su homóloga Piper en la tercera temporada de Orange Is the New Black. En eso (y otras muchas cosas) la copia ha acabado superando al original.
Es un peligro para la ficción que nos viene que la segunda temporada no haya cuajado. La violencia (muy presente aunque siempre justificada narrativamente), la sexualidad, la música y las tramas han hecho de Vis a vis una serie tan disfrutable como poco apta para la parrilla de Antena 3. Lo grave es que, por el momento, tampoco tendría hueco en ninguna otra cadena. Con Telecinco centrada en el entretenimiento y una TVE que es capaz de producir El hombre de tu vida en 2016 con dinero público, entregamos todas nuestras esperanzas a las primeras apuestas de ficción de Movistar Plus.
Los errores de programación de Antena 3, que apostó tan fuerte por ella como para enfrentarla (suicidamente) contra la fase final de GH VIP y Cuéntame, hicieron que la serie regresase con menos audiencia de la que se despidió la pasada temporada. Con unas tramas que no dejaban tiempo para el respiro, la remontada de espectadores ha sido imposible.
Vis a vis es una serie para seriéfilos. La audiencia social lo ha demostrado cada semana en las redes y la crítica en la prensa y los blogs. Pero en España los seriéfilos no ven la televisión. No del modo en el que las cadenas quieren que la veamos. No se puede hacer ficción del presente en una televisión del pasado.
La ficción española hoy es un poco mejor. El próximo miércoles, todo lo contrario.
Fon López
Nosotros dejamos verla por los interminables anuncios…han de cuidar al espectador y 6 min d anuncios al inicio y al casi final del capitulo cuando ya son las 00h y dia laboral…matan..
Y sí, el prime time empieza y acaba demasiado tarde >_<
Anuncios interminables…los 6 min d propaganda en dia laboral matan al espectador…esa es nuestra razón d djar d verla…q cuiden al espectador y menos publi!!
Hola, Ana. Desgraciadamente, la televisión comercial vive casi exclusivamente de la publicidad. No hay otra manera de financiar sus contenidos. Otra cosa es cómo y de qué manera se coloque esa publicidad, que en ocasiones nos indigna (y con razón), partiendo escenas por la mitad o haciéndonos esperar siete minutos para ver una última secuencia de un episodio.