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LAZZARO FELIZ

LOS ANTECEDENTES

En 2011 debutaba con Corpo celeste, filme que hilando fino jugaba a deconstruir la educación religiosa. Tres años después, con El país de las maravillas, se llevaba el Premio del Jurado en Cannes y se confirmaba como una cineasta única. Este mismo año, Alice Rohrwacher volvía a Cannes con su tercera película, Lazzaro felice, entusiasmando a la crítica y cosechando un nuevo reconocimiento, esta vez en guion.

Su paso por el Festival de Sitges también ha confirmado a través de sus tres galardones (Premio especial del Jurado, Premio de la prensa y Premio del público joven) que la directora vuelve pisando fuerte en su tercer largometraje.

LA PELÍCULA

Como en sus filmes anteriores, la directora apuesta por la textura de la película, rodando en analógico y en un formato cuatro tercios que estiliza y comprime las composiciones. Se plantea una mirada marcadamente nostálgica y que consigue impregnar el conjunto con la sensación global de desazón, desencanto, que se tornará posteriormente en tema central de la película.

Podemos decir que hay algo mágico en la mirada de la directora: arranca desde la rutina campestre, presentando un ecosistema lleno de vida que resulta un universo para el espectador. Nos podemos perder en el mundo que plantea para descifrar relaciones familiares, ritos culturales y vínculos entre personajes. Un costumbrismo delicado en el que la cámara se pierde encontrando química allá donde va, construyendo un mundo peculiar pero verosímil, jugando al despiste con las expectativas y con los diferentes elementos. Hasta que finalmente se perfila el juego de jerarquías, de clases, del sistema. La amable fábula de campesinos ajenos a su mundo.

Pero aún va más allá, la película rompe en dos generando distancia sobre sí misma, lo que nos permite ver más allá y alcanzar otra perspectiva. Es un juego elegante, sencillo. Estamos ante dos filmes que mucho tienen que ver pero poco se parecen. Es a través de esta versatilidad mediante la cual se muestra el verdadero carácter y alma de la película. Abarca una batería de temas impresionante sin llegar a ser explícita, es la propia historia la que está contando todo sin decir nada, la propia estructura de la película. La sutileza de su imaginario consigue matizar el mundo en el que vivimos a través de un filtro de pesimismo, de desencanto.

La nostalgia, el paso del tiempo, los ritmos, la deconstrucción del sistema capitalista. Todo a través de un tono con carácter de fábula, que juega constantemente con el realismo mágico más fantasioso a través de la figura de Lazzaro, este pegamento en la historia, santo incomprendido que deambula buscando explicaciones en un mundo que va tan rápido que ya no las tiene.

Y la película consigue resolver con éxito todas las cuestiones desde la distancia, desde la metáfora, desde las situaciones más inhóspitas y surrealistas, configurando un retrato de la sociedad contemporánea que es completamente aterrador.

ELLOS Y ELLAS

La película deposita un peso importante de su confianza en Adriano Tardiolo, y accedemos a la narrativa a través de su mirada perdida y de esa carita de pánfilo. A través de un joven hipnótico, Alice Rohrwacher encuentra algo especial en el protagonista, en ese ingenuo joven, mindundi, santo, lo que quiera llamarle, que cataliza en la película una serie de ideas y de temas desde la sencillez y la espontaneidad más discreta.

Es una película poblada de secundarios, de familia y que presenta perfiles peculiares, pueblerinos, extrarradio… Los actores están en su sitio en escenas corales de alta complejidad, hay familiaridad, cercanía, candidez.

LA SORPRESA

La elipsis central, aunque la película es una sorpresa constante desde su planteamiento. Se agradecen las decisiones de guion que llevan la historia a lugares inesperados sin descentrarla de sus temas y personajes, reinventándose constantemente.

LA SECUENCIA / EL MOMENTO

Si la elipsis central no es suficiente «momento», como recién salida de una película de Xavier Dolan, podríamos destacar el uso una canción pop que choca de frente con todo el costumbrismo, Dreams (Will come alive). Sobre todas esas promesas que nos brinda la sociedad contemporánea. Aparece en dos ocasiones y sin duda eclipsa por todo lo que puede llegar a transmitir desde un uso siempre diegético y discreto.

TE GUSTARÁ SI…

Te dejas hipnotizar por el mundo que propone y estás harto de películas distópicas que tienen que irse al año 2104 para decirte que el sistema está mal, ¡no hace falta irse tan lejos!

LO MEJOR

  • La candidez del protagonista y poder disfrutar del mundo de la película a través de sus ojos, del desencanto mágico.
  • La confianza en el espectador: todo está elegantemente sugerido.

 LO PEOR

  • Puede llegar a resultar algo densa durante varios momentos de incertidumbre que propone la narrativa.

 

Juan Luis Martínez

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Espectador curioso y soñador inquieto. Narrador licenciado en Comunicación Audiovisual. Cuando vio por primera vez "Amèlie" tenía 12 años y se pasó un interminable verano tirando piedras al río tarareando, ahora está en una etapa más "Frances Ha" con un poquito más de costumbrismo.