JUMANJI: BIENVENIDOS A LA JUNGLA
Se decía de Buster Keaton que era un hombre tímido, que su magia ocurría con la cámara rodando y el motor de la misma ensordeciendo a los presentes. El carisma del más crepuscular de los titanes del cine mudo se basaba, pues, en lo que dejaba delante de la cámara. En la era de la posverdad, eso es casi lo de menos. En la era en la que los dioses tienen Instagram, el carisma, santo Grial de la alquimia taquillera, escasea. Y decimos escasea y no falta, porque todo lo acapara Dwayne «The Rock» Johnson. La Roca. Nuestra roca. En Jumanji.
La exestrella de la lucha libre no falla a su cita con el blockbuster invernal y nos regala en esta nueva versión, Jumanji: Bienvenidos a la jungla, una presencia tan genial como abrumadora. Un cómico rodado y consagrado de la talla de Jack Black es lo único a lo que el sol Johnson deja brillar con luz propia. Y alguna secuencia de acción de una impávida Karen Gillan. Todo lo demás, para las cejas de La Roca. Uno se llega a preguntar, durante el visionado, qué hacen allí todo ese elenco de actores y actorazos (con Bobby Cannavale haciendo de malo mediocre) si ya está Johnson para solucionarlo todo. Solo nos puede decir «de nada».
Odas al campeón del pueblo aparte, Jumanji: Bienvenidos a la jungla es un espectáculo de los de antes, ahora. Quien vaya esperando un reboot que explote la nostalgia de la cinta original se verá decepcionado. Mucho. Quien vaya esperando que se retome la historia de un juego de mesa, ese elemento tan poco millennial, también. Solo encontrarán la paz en Jumanji aquellos que anhelen el cine por grande y no por viejo, por ridículamente espectacular y no por espectacularmente ridículo. Mención de honor para meter renos y decoración navideña casi en la última secuencia de la película, para que al salir uno se acuerde de la fecha en la que está. Yippee Ki Yay, hijo de p***.
La película del director Jake Kasdan, responsable de otras barrabasadas terriblemente divertidas como Sex Tape: Algo pasa en la nube y la muy recomendable El efecto cero, es tal y como la canción de los Guns N’ Roses que le sirve de subtítulo a su obra. «Bienvenidos a la jungla», cantaba Axl Rose. En la jungla de Jumanji hay bastante menos espacio para el sexismo que en la canción original (menos mal, oigan) y bastante más para la rotura de estereotipos. Una adolescente, en el cuerpo de un hombre, que se enamora de un Jonas Brother, que es en realidad un heavy noventero. Vayan a verlo. De verdad.
Es precisamente ahí cuando el filme deja ver algo más que los bíceps kilométricos de Dwayne Johnson, porque es ahí cuando Jack Black se permite hacer acto de presencia y jugar a la comba kamikaze en la línea que divide la comedia homófoba de la comedia de mofa. Cacofonías aparte, lo consigue. El actor de Escuela de rock y Bernie lo da todo. ¿Y dónde está Kevin Hart? Eso mismo se preguntarán muchos espectadores al abandonar la sala. La química que Hart y Johnson demostraron en Un espía y medio sigue ahí, pero se diluye para encumbrar al segundo. Más allá de eso, el paso de Karen Gillan por la película es testimonial. Y duele. La Nébula de los Guardianes de la galaxia tenía ante sí un guion que señala todos los micromachismos de las películas y videojuegos de aventuras, pero no aterriza bien sobre una inexpresividad yesosa. Falta garra. ¿Es demasiado pedir en 2017 personajes que sean femeninos y, además, feministas? Oportunidad perdida.
Jumanji, en su nueva versión, es una película tremendamente divertida y muy poco autoconsciente, lo cual se agradece eternamente en nuestros días. Jumanji: Bienvenidos a la jungla no engaña a nadie, ni quiere. Héroe de acción, explosiones, animales salvajes y una aventura por delante. Añadan referentes tecnológicos como bola de cadena y tienen ante ustedes al blockbuster del año. La despreocupación por su discurso interno es tanta que quizás no estemos preparados para Jumanji. O incluso llega tarde. Se trata de un espectáculo tan básico que asusta, que nos hace preguntarnos por qué estamos viendo cine sin pretensiones. ¿Eso no había muerto ya? El filme de Kasdan solo parece tomarse en serio a sí mismo al final, pero se le perdona, al no querer dejar abierta la puerta a una secuela metida con calzador.
LO MEJOR:
- Sus ganas de divertir sin aspirar a nada más.
- Las explosiones, tan gratuitas que deleitan.
- El esfuerzo por hacer un ejercicio de testosterona lo menos machista posible.
LO PEOR:
- El espectador que busque algo más que mero entretenimiento correrá despavorido.
- Los nostálgicos de Robin Williams se sentirán decepcionados.
Matías G. Rebolledo