HAP AND LEONARD: «NOIR» EN LOS HUMEDALES
La cadena AMC, en su insistente lucha por la supremacía en la ficción catódica, y aunque es consciente de que va a ser casi imposible arrebatarle su lugar de privilegio y su prestigio a la HBO (sin lugar a dudas la Arcadia televisiva desde hace más de cinco lustros), continúa esforzándose por dar a luz títulos con un acabamiento refinado, muy bien producidos y con buenas historias, y así convencer al espectador de que pueden competir con los mejores. La última, su miniserie Hap and Leonard (producida originalmente por SundanceTV), que consta de seis episodios y ha comenzado a verse en España la semana pasada (aunque en Estados Unidos ya ha concluido), es otro magnífico ejemplo (al menos por lo que parece en su capítulo inicial, titulado Savage Season), de ficción televisiva. Y aunque todavía no se sabe a dónde nos va a llevar, podemos decir que promete bastante.
Si bien es cierto que ni por asomo nos encontramos ante el episodio inicial de Breaking Bad, Mad Men o The Walking Dead (las tres grandes series que ha producido la cadena, que, sin embargo, nada tienen que hacer contra Los Soprano, A dos metros bajo tierra o Deadwood, por nombrar algunas de las más grandes de HBO), Hap and Leonard deja ver en estos primeros cincuenta minutos no pocas virtudes, trazas de una narración bien definida, caracteres más que interesantes y esa atmósfera sureña estadounidense de la que tantos títulos han extraído su mística, su fascinación o su sordidez. Basada en la serie de novelas escrita por Joe R. Lansdale, nos adentramos con ella en otra historia noir de buscavidas, humedales, mujeres fatales, perdición y amistad inquebrantable, con mucho humor negro, violencia y erotismo. Nos parece que no está mal para empezar.
Los dos personajes centrales, que dan nombre a las novelas y a la serie, interpretados por James Purefoy (Hap) y Michael Kenneth Williams (Leonard), son dos perdedores que malviven en un polvoriento pueblo del Texas más profundo, en el que aún se percibe el rastro del racismo. Estamos a finales de los años ochenta, y los ideales que veinte años atrás movían a Hap hace mucho que murieron. Purefoy, que siempre ha sido un actor solvente, clava a este Hap melancólico, de vuelta de todo, sin un duro y aún enamorado de su exmujer Trudy, a la que da vida la maravillosa Christina Hendricks, toda una femme fatale con más matices de los esperados. Y al lado de Purefoy, esa bestia parda de la interpretación que es Kenneth Williams (por siempre será para todos el Omar de la insuperable The Wire), que dota a su veterano de Vietnam abiertamente gay de un carisma irresistible. Ambos amigos no podrán decir que no a la irresistible (aunque peligrosa) oferta con la que llega Trudy, y que puede solucionarles la vida o hundirles definitivamente.
Como todo episodio inicial o piloto, este Savage Season nos presenta los personajes, la futura trama y la atmósfera en la que van a moverse, y lo hace con bastante precisión y astucia. Casi siempre desde el punto de vista de Hap, obtendremos un leve atisbo de un momento trágico de su infancia, que sospechamos será explicado en su totalidad en capítulos posteriores, pero se nos muestra con total rotundidad la fuerte amistad y lealtad que une a los dos protagonistas, así como la devoción de Hap por una mujer de la que creemos no debería fiarse en absoluto. A su alrededor vamos conociendo a algunos personajes inquietantes o estrafalarios, y concluimos con una secuencia un tanto «a lo Lynch» que abre una nueva puerta argumental y que redondea un episodio inicial bastante notable, que nos deja con ganas de más.
En unas horas podremos ver el segundo episodio, a la expectativa de que mantenga el nivel, o quizá pueda incluso subirlo. No cabe duda de que en este clima preveraniego en el que estamos apetece bastante meterse en relatos negros de lealtades y traiciones en mitad de los humedales de Texas.
Adrián Massanet